Re-pensar la Educación Media Superior

La EMS en México ha enfrentado, históricamente, retos estructurales que limitan su eficacia y equidad.
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La educación en México ha vivido diversos acontecimientos clave a lo largo de su historia. Entre ellos destacan la promulgación de la Ley Orgánica de Instrucción Pública para el Distrito y Territorios Federales (1857); la fundación de la Escuela Nacional Preparatoria (1867); el establecimiento de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes (1905); la recreación de la Universidad Nacional de México (1910); la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP) (1921); la aparición de la educación secundaria (1925); la creación del Instituto Politécnico Nacional (1936) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (1946); la fundación de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (1959); la aparición de la Telesecundaria (1969); el surgimiento del Consejo Nacional de Fomento Educativo (1971); la creación del Colegio de Bachilleres (1973); la promulgación de la Ley Nacional de Educación para los Adultos (1975); la fundación del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica, así como la puesta en marcha de la Universidad Pedagógica Nacional (1978) y el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (1981). Otros hitos importantes incluyen la reforma constitucional que hizo obligatoria la educación secundaria (1992); la federalización de la educación en la República (1993) y el establecimiento del Sistema EDUSAT (1994) para educación a distancia.

Ya en el siglo XXI, podemos mencionar la Reforma de la Educación Secundaria (2006), la Reforma Integral de la Educación Media Superior (2008); la implementación de la Reforma Integral de la Educación Básica (2011); la creación de la Universidad Abierta y a Distancia de México (2012); la obligatoriedad de la EMS (2012) y la denominada “contrarreforma educativa”, impulsada por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que devino en la reforma al Artículo 3° Constitucional (2019) y la expedición de leyes secundarias: Ley General de Educación; Ley General de la Carrera de las Maestras y los Maestros; reglamentaria del Artículo 3º Constitucional en materia de Mejora Continua de la Educación; y la Ley General de Educación Superior (2021).

Con la implementación de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) la educación inicial se hizo obligatoria, se generó un nuevo marco curricular y plan de estudios para la educación preescolar, primaria y secundaria (Acuerdo 14/08/22) y se creó también una nueva familia de libros de textos. Asimismo, se establecieron nuevos planes y programas de estudio de las Licenciaturas para la Formación de Maestras y Maestros de Educación Básica (Acuerdo 16/08/22) y un nuevo Marco Curricular Común para la Educación Media Superior (MCCEMS) (Acuerdo 17/08/22). Todas estas herencias las ha asumido la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, al señalar que su administración le apuesta a la “continuidad con cambio”.

Particularmente, la EMS en México ha enfrentado, históricamente, retos estructurales que limitan su eficacia y equidad. Fernando Solana escribió, en 1982, que “En el caso del bachillerato se han acumulado a lo largo de los años problemas diversos. En unos casos, confusiones y equívocos en la definición de su naturaleza, y desarticulación con la secundaria y la educación superior. En otros, dispersión de los planes y programas de estudio, carencia de mecanismos para la formación de sus profesores, desvinculación con las actividades productivas, o falta de sistemas adecuados de evaluación” (Tan lejos como llegue la educación, FCE, México, 1982, p. 196).

A pesar de ser considerada un eslabón clave en la formación de los jóvenes, la falta de claridad en sus objetivos y la segmentación de la población escolar han dificultado la consolidación de la Educación Media Superior (EMS) como un nivel educativo con identidad propia. Históricamente, ha cumplido un papel bivalente: por un lado, preparar a los estudiantes para la educación superior y, por otro, dotarlos de habilidades que faciliten su inserción en el mercado laboral. Sin embargo, esta función no siempre se ha traducido en programas de estudio pertinentes.

Si bien la Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS) permitió que este nivel educativo contara con un Marco Curricular Común (MCC), definiera un perfil de egreso e impulsara el Sistema Nacional de Bachillerato (SNB), fue la obligatoriedad y universalización de la EMS lo que acentuó muchos de sus problemas. Durante décadas, el acceso a este nivel educativo fue limitado, especialmente en zonas rurales y marginadas, lo que generó desigualdades en la formación de los jóvenes. Otro problema persistente es la calidad educativa, afectada por planes de estudio rígidos, memorísticos y enciclopédicos; insuficiente formación docente; y carencias en infraestructura y recursos tecnológicos.

Es preciso llevar la EMS a debate porque, a pesar de los avances en políticas educativas, sigue siendo un nivel de tránsito más que una etapa con identidad propia. Para superar sus desafíos, es esencial atender las causas de su deterioro educativo: plantas docentes incompletas, cobertura limitada, cambios frecuentes de directivos, rezago, reprobación, ausentismo, deserción, baja eficiencia terminal, desigual distribución de la calidad de la oferta educativa, capacitación marginal de la planta docente y falta de apoyo familiar, entre otros. Es fundamental romper la inercia de este nivel educativo, reorganizar las escuelas y renovar no sólo el currículo, sino también los enfoques pedagógicos y didácticos. Asimismo, resulta vital ampliar la participación de las y los docentes, involucrarlos en el ejercicio de la autoridad y generar nuevas condiciones de gobernabilidad en las instituciones.

Finalmente, es necesario capacitar al personal directivo y docente en la Nueva Escuela Mexicana (NEM), así como ampliar su comprensión de los currículos —fundamental, laboral y ampliado—, sus campos disciplinares, recursos, áreas de conocimiento y ámbitos de formación. Para lograrlo, será preciso dejar atrás la burocratización excesiva y aprovechar los espacios de trabajo colegiado para fomentar una cultura de reflexión que permita construir una base académica capaz de transformar verdaderamente la estructura de la EMS y contribuir a la mejora del sistema educativo mexicano.