Ahora resulta que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) se encuentra preocupado y ocupado para que las maestras y maestros cuenten con un nuevo sistema de ingreso, promoción y reconocimiento que no vulnere los derechos de sus agremiados, cuando desde el sexenio de Enrique Peña Nieto y mucho menos en el de Andrés Manuel López Obrador, movieron un solo dedo para detener las constantes violaciones a esos derechos laborales y profesionales de los trabajadores de la educación. ¡Qué los compre quien no los conozca!
La historia y la memoria nos recuerda, que la implementación de una política de corte muy neoliberal en nuestro país se dio en la década de los noventa; me refiero al programa de estímulos salariales que muchos docentes conocieron con el nombre de Carrera Magisterial y, cuyo objetivo era incentivar y motivar al profesorado de educación básica, a través de un mecanismo de promoción horizontal, que les permitiera acceder a mejores salarios. Para el logro de este propósito, se establecía una comisión bipartita entre la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el SNTE porque, como se recordará, la mano de “La Maestra” Elba Esther estuvo muy metida (o la metieron) en la firma del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica con Carlos Salinas de Gortari y, por tal razón, habría que darle “su lugar” a este sindicato para que participara en los procedimientos de evaluación de los factores que anualmente se mantenían o ajustaban de acuerdo a las “necesidades” de esa comisión más no de los docentes.
Y bueno, este programa que, como se ha visto, solo incentivaba la promoción horizontal de las maestras y maestros, por años estuvo operando a lo largo y ancho de la República Mexicana bajo esa “alianza” que, como es natural cuando el sindicato participa en cualquier política educativa que emana del gobierno en turno, se corrompió a más no poder. Sus inicios, no lo niego, generaron una inercia magisterial interesante que propiciaba que quienes deseaban participar se profesionalizaran a través de un esquema de formación que tenía pies y cabeza, sin embargo, conforme transcurrió el tiempo, los casos reiterados de promoción sin que se tuviera la antigüedad o se hubiera tomado algún curso, taller, diplomado, entre otros, se volvieron el comentario común entre el profesorado: “es que viene o es recomendado o recomendada del sindicato”.
Pasados algunos años y ya con Felipe Calderón en la presidencia, este programa permaneció, pero, por “primera vez” apareció lo que más adelante Enrique Peña Nieto aplicó a rajatabla; me refiero a los procesos de ingreso al servicio profesional docente. Como fue evidente, durante este periodo el SNTE y La Maestra gozaron de las mieles del poder que solo el poder otorga a quienes velan solo por sus intereses, pero nunca por el de sus agremiados, ¿o acaso se nos olvida que durante el sexenio de Calderón Hinojosa el yerno de La Maestra ocupó la Subsecretaría de Educación Básica en la SEP? Es cierto, alguien podría decir que los mecanismos de ingreso operaron “parcialmente” en esos años, pero ¿no acaso sentaron las bases para lo que en 2013 se viviría con toda su fuerza contra el magisterio mexicano?, ¿no acaso La Maestra y el sindicato que dirigía pudieron haber hecho algo en ese entonces para favorecer a sus agremiados y no quedarse callados?, ¿no acaso era el momento para revisar los procesos de ingreso al sistema en lugar de seguir promoviendo prácticas inadecuadas y corruptas existentes desde hace mucho tiempo? En fin.
El sexenio de Enrique Peña Nieto, como sabemos, intentó “recuperar” la rectoría de la educación y, para ello, La Maestra fue encarcelada y un dirigente a modo fue colocado en el SNTE. Obviamente que tal encarcelamiento envió un mensaje fuerte y claro a toda la estructura sindical que por años se había servido de las “buenas” relaciones con el poder y, como fue obvio, no hubo poder humano que le llevara al nuevo líder sindical, de apellido Díaz de la Torre, a mover un dedo para detener las vejaciones, humillaciones y violaciones a los derechos humanos, laborales y profesionales en contra del gremio que tanto se ufanaba en defender porque, garrote en mano, se implementó un mecanismo de ingreso, promoción y permanencia que así, de botepronto, desapareció a Carrera Magisterial; es decir, el programa neoliberal de estímulos salariales se mantuvo pero se agregaron dos aspectos más: el ingreso y el despido de los trabajadores de la educación. Sí, así como lo leyó usted, durante este periodo, el SNTE no movió ni un ápice para defender a sus agremiados.
Llegó López Obrador a la presidencia y fieles a sus costumbres charriles, después de apoyar la candidatura de José Antonio Meade, los liderazgos del SNTE se declararon el ejército intelectual de la cuarta transformación y del recién nombrado presidente. Por obvias razones, en los cuatro o cinco años de este gobierno, jamás hubo algún pronunciamiento claro sobre los constantes atropellos cometidos por la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros (USICAMM); no fue sino hasta el final del periodo de este mandatario cuando comenzaron a aparecer algunos comunicados que reflejaban una tibia postura sobre los actos cometidos por la USICAMM contra el gremio; era obvio, las campañas políticas estaban a todo lo que daban y el SNTE no podía quedarse de brazos cruzados. En fin. El hecho es que, de nueva cuenta, el SNTE jamás se preocupó por atender los reclamos del gremio en razón de este régimen que desvalorizaba y sigue desvalorizando al magisterio.
Esta breve narrativa, da cuenta del transitar de un sindicato tibio y charro que poco o nada ha hecho para defender y apoyar las trayectorias laborales y profesionales de las maestras y los maestros, ¿por qué habría que creerles que ahora sí se va contar con organismo que transparente los procesos de ingreso, promoción y reconocimiento cuando, por años, este mismo sindicato se ha caracterizado por ser nada, pero nada transparente y tampoco ha defendido al magisterio?
No hay que perder de vista lo siguiente: este charril sindicato en absoluto está demandando una reforma constitucional que eliminé de la ley el régimen de exclusión al que fue sometido el gremio; por el contrario, lo que pretende es fortalecer dicho régimen a través de un “nuevo” organismo que, como parece obvio, seguirá violentando los derechos laborales y profesionales de todos los trabajadores de la educación.
¿De qué logros se ufanan los liderazgos del SNTE si, en los hechos, siguen a los pies del poder?
Tal cuestionamiento trajo a mi mente una pregunta y una respuesta:
-¿Qué hora es?
-La que usted diga señora presidenta.