En las precampañas electorales se continúa hablando de la reforma educativa, aunque no siempre es claro el contenido que le atribuyen a ésta. En los párrafos que siguen informo de algunos cambios educativos que se produjeron durante este sexenio. La intención es fomentar un debate más informado.
Cuando decimos “reforma educativa”, ¿de cuáles cambios hablamos? He aquí una relación de ellos:
Educación de calidad. En 2013 se aprobó una primera modificación al Artículo Tercero Constitucional en la parte que se refiere a la orientación que debe tener la educación obligatoria en México. Ahí se menciona que la educación será democrática, será nacional, contribuirá a una mejor convivencia humana y —se agregó— “será de calidad con base en el mejoramiento constante y el máximo logro de los educandos”.
Servicio profesional docente. Un segundo cambio estableció que el ingreso al servicio docente y la promoción a cargos con funciones de dirección o de supervisión en la educación básica y media superior que imparta el Estado, se llevarán a cabo mediante concursos de oposición que garanticen la idoneidad de los conocimientos y capacidades que correspondan. Y enseguida dice que “la ley reglamentaria fijará los criterios, los términos y condiciones de la evaluación obligatoria para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio profesional con pleno respeto a los derechos constitucionales de los trabajadores de la educación. Serán nulos todos los ingresos y promociones que no sean otorgados conforme a la ley”.
Instituto Nacional para la evaluación de la Educación. En su fracción VIII se dispuso la creación del INEE como un organismo público autónomo con la misión de evaluar la calidad, el desempeño y resultados del sistema educativo nacional en la educación obligatoria. Para ello, dice el artículo, deberá: diseñar y realizar las mediciones que correspondan a componentes, procesos o resultados del sistema, expedir los lineamientos a los que se sujetarán las autoridades educativas federal y locales para llevar a cabo las funciones de evaluación que les corresponden, y generar y difundir información y, con base en ésta, emitir directrices que sean relevantes para contribuir a las decisiones tendientes a mejorar la calidad de la educación y su equidad.
Centralidad a la escuela y SATE. Otra innovación consistió en la política de fortalecer las escuelas revitalizando los consejos técnicos, reconceptualizando el papel de directores y supervisores, creando la figura de los Asesores Técnico Pedagógicos del Servicio y el Servicio de Asistencia Técnica a la Escuela; dotándolas de cierta autonomía curricular, disminuyendo las cargas administrativas de los profesores, apoyándolas con recursos financieros, haciendo mejoras en infraestructura y asignándoles equipos y materiales.
El nuevo modelo educativo. La otra innovación fue en los contenidos educativos. El Nuevo Modelo Educativo propone concentrar la atención en el alumno, pone énfasis en el aprendizaje, establece que la enseñanza se organice a partir de los aprendizajes clave, precisa los fines y objetivos esperados, adopta un enfoque humanista, atiende en particular las habilidades socioemocionales, disminuye el enciclopedismo, mejora la articulación de los contenidos entre los distintos niveles educativos y facilita la transición de la teoría a la práctica curricular. Es un esfuerzo significativo de mejora de los contenidos educativos.
Este recuento es, desde luego, incompleto, pues ha habido otros cambios que pueden considerarse como elementos de la reforma educativa; por ejemplo, se creó una nueva nómina federal, el FONE; se lanzó un vigoroso programa de formación continua de docentes, se construyó el Sistema Nacional de Evaluación, etc. Todo esto ilustra la amplitud y complejidad de las transformaciones que se impulsaron con la actual política educativa, complejidad y amplitud que no admiten juicios fáciles.
Artículo publicado en Crónica