Es preocupante el estado que guardan las cosas en la política educativa mexicana durante al transcurso del actual sexenio. En ciertos casos el avance es muy lento y previsible que a ese paso las metas difícilmente se alcanzarán. En otros, el propósito se desvió. Y, en algunos más, ni lo uno ni lo otro. Los déficits saltan a la vista si tomáramos como referencia los compromisos del entonces candidato presidencial. Refiero sólo uno de ellos para ilustrar la idea: “Vamos a elaborar conjuntamente con los maestros, con los padres de familia, con pedagogos especialistas, un plan que mejore, de verdad, la calidad de la enseñanza sin afectar los derechos laborales del magisterio”.
Las cuestiones por resolver son mas evidentes si partiéramos de la reforma educativa del dos mil diecinueve. Sobran ejemplos: La excelencia educativa dista mucho por alcanzarse dado el inconmensurable rezago educativo; La Nueva Escuela Mexicana, concepto de la visión educativa por llamarle de algún modo, carece de fundamento pedagógico; el Sistema Integral de Formación, Actualización y Capacitación del Magisterio sigue sin constituirse, entre otros.
Mención aparte merece el Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (SCMM). Hubo un esbozo de implementación durante los primeros meses de la epidemia con la puesta en marcha del proceso de admisión. Al final de cuentas sólo fue de manera parcial quedando sin atenderse a quienes egresaron de instituciones que no son formadoras de docentes. Por otra parte, la promoción vertical se echó a andar con criterios excepcionales al margen de la ley ante la imposibilidad de realizar los procesos de selección de manera presencial. Asimismo, la promoción horizontal se pospuso por falta de presupuesto. El reconocimiento se llevó a cabo a medias con la convocatoria a la función tutora. Hay poca información sobre el otorgamiento de las becas-comisión para juzgar sus avances. La asesoría técnico pedagógica y la asesoría técnica a la escuela, componentes del Servicio de Asesoría y Acompañamiento a las Escuelas, tampoco se pusieron en marcha. Para el año dos mil veintiuno, el panorama es todavía mas incierto dadas las fallas de la plataforma tecnológica así como la insensibilidad, la falta de empatía y asertividad en la atención a los maestros. Sobra decir que el proceso de revalorización del magisterio se sustenta en buena medida en el SCMM, en lo general, y específicamente el proceso de reconocimiento.
La normativa inherente a la planeación, organización, y ejecución de las actividades docentes, pedagógicas, directivas, administrativas de cada plantel conocida como Guía Operativa para el funcionamiento de los servicios de educación básica y media superior tampoco ha sido emitida.
Se pudiera decir en descargo que la pandemia tuvo algo que ver en este rosario de asignaturas pendientes. Se convertirá en la villana preferida de los funcionarios del gobierno en turno. La reapertura de las escuelas y el regreso a las clases presenciales es la prioridad. Lo demás se dejará en segundo término. Las promesas y las obligaciones legales quedarán relegadas.
Carpe diem quam minimun credula postero
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