El regreso a las aulas presenta, en lo general, algunos beneficios que tienen que ver con la mejora en la salud mental de los estudiantes, la minimización de la responsabilidad académica de las madres y los padres de familia así como en aportar un muy respetable respiro a la economía por la movilización y las compras necesarias por concepto de las actividades propias de las tareas escolares, sin embargo, no todo es color de rosa y es preciso que, al menos en el caso de las y los docentes, estar atentos a las enfermedades profesionales que se puedan dar a partir de las nuevas condiciones en que se están llevando a cabo las actividades académicas en los centros escolares.
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Si bien es cierto que, de acuerdo con el boletín 102 de la Secretaría de Educación Pública en total se han vacunado 2 millones 564 mil 406 trabajadoras y trabajadores de la educación que laboran en centros educativos públicos y privados de todos los niveles educativos, lo que representa el 88% del total, tal vez el contagio por la emergencia sanitaria no sea el único problema profesional por el cual deban de preocuparse las y los docentes en nuestro país.
Un ejemplo claro de ello, es que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) considera al profesorado como la primera categoría profesional bajo riesgo de contraer enfermedades profesionales de la voz, pues el tipo de voz más proclive a dañar los órganos vocales es la “voz proyectada”, es decir, la que se utiliza para ejercer una influencia sobre otras personas, llamándolas, intentando persuadir, tratando de ganar audiencia, lo cual, con el uso obligatorio del cubrebocas, se tiene que elevar el nivel de la voz para que sus estudiantes puedan escuchar con claridad, lo que a la vez, eleva el riesgo profesional al realizar un esfuerzo adicional de los órganos vocales.
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Otro aspecto que se debe de tomar en consideración es que, siete de cada diez maestros de educación infantil padecen problemas de audición y fatiga auditiva, según un reciente estudio sueco realizado por la Academia Sahlgrenska. Además, el 50 por ciento de ellos presenta dificultad para oír en una conversación normal y cuatro de cada diez sufre hipersensibilidad al sonido, con lo que, con el uso del cubrebocas por parte de sus estudiantes, se podría presentar con mayor frecuencia e intensidad, los problemas de fatiga auditiva, elevando el riesgo profesional en esta nueva normalidad.
Lo anterior, nos debe de alertar para que, las instancias oficiales, así como la organización sindical deban de generar acciones que permitan fortalecer la atención, prevención y cuidado de estos y otros tipos de enfermedades que sin duda alguna deberán considerarse del ámbito profesional, en virtud de la alta exposición natural que habrán de tener el personal docente en cada una de las clases a diario en las más de un cuarto de millón de escuelas que existen en nuestro país a propósito de las exigencias protocolarias por la emergencia sanitaria que se han implementado en nuestro país.