“El verdadero aprendizaje se logra mediante la experiencia, el intercambio y la reflexión.” Charles Jennings
El trabajo en la escuela no es casual, debe ser intencional y orientado para aprovechar las experiencias y el momento para promover el aprendizaje pues éste, es un proceso multifacético y dinámico que se nutre de diversas fuentes y métodos. Charles Jennings destaca cuatro maneras en las que aprendemos: experiencias desafiantes, oportunidades para practicar, conversaciones creativas y tiempo para la reflexión. Cada una de estas formas juega un papel crucial en el desarrollo del conocimiento y habilidades en las personas, particularmente en el contexto educativo de niñas, niños y adolescentes.
Las experiencias desafiantes nos permiten aprender profundamente cuando nos enfrentamos a situaciones que nos obligan a salir de nuestra zona de confort. Este tipo de experiencias estira nuestras capacidades y nos enseña a adaptarnos y superar obstáculos. En un entorno escolar, se pueden fomentar este tipo de aprendizaje mediante proyectos interdisciplinarios, actividades que requieran resolución de problemas y tareas que exijan un esfuerzo adicional. Así, estudiantes no solo aprenden el contenido curricular, sino también habilidades importantes como la resiliencia y la adaptabilidad.
La práctica es fundamental. Los conceptos teóricos se solidifican cuando se aplican repetidamente en diferentes contextos. En la educación, esto se traduce en la necesidad de proporcionar a estudiantes múltiples oportunidades para poner en práctica lo que han aprendido, a través de ejercicios, prácticas de laboratorio, actividades deportivas y artísticas. La práctica constante ayuda a estudiantes a internalizar el conocimiento y a perfeccionar sus habilidades, preparando el terreno para un aprendizaje permanente.
Las interacciones sociales y las conversaciones son el lubricante del aprendizaje y el desarrollo. A través de discusiones y debates, estudiantes pueden explorar diferentes perspectivas, articular sus ideas y aprender de los demás. El ambiente escolar debe fomentar un entorno en el que estudiantes se sientan cómodos para compartir sus pensamientos y experiencias y bloquear toda burla hacia quien pregunta es fundamental.
La reflexión por otra parte es esencial para consolidar el aprendizaje. Permite a las personas considerar sus experiencias, identificar lo que han aprendido y planificar cómo aplicar ese conocimiento en el futuro. En el contexto educativo, los momentos de reflexión pueden integrarse en el aula mediante actividades como diarios de aprendizaje, discusiones reflexivas y evaluaciones formativas. Tanto la reflexión individual como la colectiva permiten a estudiantes tomar conciencia de su propio proceso y aprender de las experiencias de sus compañeros.
La conjunción de estas cuatro maneras de aprender subraya la importancia de una educación que no se limite a la transmisión de información, sino que promueva un entorno rico en experiencias variadas, práctica constante, diálogo significativo y reflexión profunda. Porque la educación, es el camino…