Sin lugar a duda, los tiempos van marcando épocas, etapas y momentos en la vida económica y social de las poblaciones y los gobernantes. Éstos últimos, según el modo en que llegaron al poder -elegidos legítima y legalmente a través del voto de la mayoría o a partir de fraudes electorales legalizados-, serán las estrategias políticas empleadas. Parecen no ser las mismas, pero persiguen el mismo fin: imponer sus decisiones y argumentos a través de diferentes medios e instrumentos políticos, dejando de lado los principios, promesas y agendas con las que convencieron a sus seguidores para ganar sus votos.
En los tiempos actuales se nos machaca, día tras día, que el pasado lo hemos dejado atrás, desapareció, ya no existe, avanzamos hacia otra época de nuestra historia, hacia una cuarta transformación. Es insistente la consigna, la etapa neoliberal quedó atrás, casi casi murió; nos encontramos a las puertas de una situación de bienestar económico, social y político como en ningún otro momento. He aquí la estrategia política, los psicólogos la llaman disonancia cognoscitiva, es decir, una inconsistencia entre el discurso, el conocimiento, las actitudes y creencias con respecto a la toma de decisiones y acciones realizadas.
Vale la pena destacar que la disonancia cognoscitiva no es privativa de quienes ejercen el poder, está presente también en la forma en que se subjetiva e interioriza entre los adeptos, los seguidores fieles, los que creen sin mayor restricción en los que gobiernan, aún a pesar de percibir la inconsistencia entre lo que se dice y lo que se hace. La disonancia cognoscitiva de la figura que encabeza el gobierno, actúa en favor de la pérdida del sentido crítico cuando se acepta y defiende el modo en que se ejerce el poder, la forma y estilo de gobernar, tanto por parte de los subalternos como de los seguidores.
De esta manera se establece y sostiene una confrontación permanente entre los que están de acuerdo con las decisiones y acciones del gobierno actual, y los que no concuerdan con ellas. Tal polarización es parte de una estrategia política para justificar la toma de decisiones gubernamentales que la población, esos millones de votantes, no cuestionan. El típico “están conmigo o en contra mía”, es la fórmula a la que se recurre para mantener la aceptación para continuar ejerciendo el poder de una determinada manera.
Ante tal confrontación, quienes escribimos los CORTOCIRCUITOS desde hace casi cuatro años en el portal INSURGENCIA MAGISTERIAL nos hemos enfrentado a descalificaciones y agresiones sin argumentos, mismas que en otras ocasiones hemos señalado, así que ahora no nos detendremos en ellas. Sin embargo, y por lo mismo, vale la pena recordar que desde el momento en que aceptamos participar con el portal señalado planteamos el ejercicio de la crítica como un “desafío a lo existente”, por lo tanto, un instrumento de quienes luchan, desafían y cuestionan las formas de sujeción y los regímenes de poder. Denunciar todas las formas de poder donde trabaja, donde es su instrumento y su personaje: en el saber, en la verdad, en el conocimiento. La práctica intelectual escudriña lo existente y reta los saberes del poder. Es un trabajo de los distintos que producen algo en común sin dejar de ser distintos” (Investigadores de la UPN-Ajusco inician la publicación de su Columna CORTOCIRCUITOS)
Pues bien, siendo congruentes con esta postura, no deja de sorprender la forma en que la disonancia cognoscitiva de López Obrador y colaboradores, constituye una estrategia de manipulación generalizada de la población, tratando de mantener una imagen de congruencia y consistencia gubernamental entre ciertos ideales por los que se luchó durante más de dos décadas, lo que se prometió en campañas electorales y lo que se decide y hace realmente con el poder que más de 30 millones de votantes le otorgaron a quienes hoy gobiernan la administración pública y los recursos del país.
La disonancia cognoscitiva entre conocimientos, opiniones y creencias respecto a cierta idea de desarrollo y bienestar, la base a partir de la cual la 4T teje discursos de cercanía con el pueblo, y las actitudes que se expresan, las acciones que se ordenan y ejecutan, muestran una gran inconsistencia. Y, sin embargo, ha sido la fórmula para mantener una imagen de cambio que, a la vez, asegure la adhesión de buena parte de la población al gobierno, dejando de lado la valoración de la consistencia en los actos gubernamentales. La fuerza del discurso empleado día con día, es la misma que soporta la toma de decisión y los actos que se llevan a cabo. Pareciera seguirse la misma lógica ante lo que se dice y lo que se hace, cuando en los hechos, unos y otras son totalmente diferentes e inconsistentes entre sí.
Existen muchos ejemplos al respecto, nos referiremos a algunos recientes, para mostrar el modo en que las promesas, discursos y argumentos se contradicen en la misma realidad que el mismo AMLO y su gobierno construyen, mientras se refuerza la defensa irrestricta, acrítica, con juicios ya establecidos por parte de los seguidores y adeptos de la postura gubernamental o bien, se guarda silencio cuando la contradicción es más que evidente.
La inconsistencia entre cognición, expresiones y acciones parece natural, espontánea, parte de su actuar cotidiano. Inclusive, se ha llegado a reprimir en aras de la protesta pacífica. Casos emblemáticos son los pronunciamientos previos a las movilizaciones del pasado 8 de marzo por parte de mujeres que ocupan cargos en el gabinete de la 4t (Sánchez Cordero invita al orden público en la marcha del 8 de Marzo), o de gobierno como el de la jefa de la Ciudad de México que dijo: Entiendo la rabia, no están solas: Sheinbaum; llama a una marcha pacífica. Como si los feminicidios, desapariciones forzadas, violaciones, acoso, abuso y violencia generalizada hacia las mujeres fueran pacíficas. La insensibilidad política de las gobernantes se orienta por su disonancia cognoscitiva, utilizada como recurso, como estrategia para ejercer el poder.
Ahora los otrora críticos de la represión gubernamental contra las manifestaciones, protestas y resistencias, hoy parecen estar de acuerdo con lo que antes criticaron. Del mismo modo, cuando se alzaba la voz ante actos de corrupción, entrega de recursos públicos al sector privado, o se ponía en riesgo la salud y la vida de la población se gritaba, denunciaba y protestaba; ahora, estando del lado gubernamental, guardan silencio en una complicidad permanente.
Otro ejemplo es la relación con los empresarios. Ahí está la entrega de recursos públicos a las televisoras comerciales para transmitir los programas Aprende en Casa II de la SEP (Como anillo al dedo. Pandemia, regreso a clases y televisión), también el blindaje de las Orquestas Azteca por parte de Esteban Moctezuma, utilizando el programa la Escuela es Nuestra (LA SEP DE LA IV T: TAPANDO HOYOS, DEJANDO BOQUETES. O cómo transferir recursos hacia las Orquestas Azteca), o el llamado a apoyar al Teletón (AMLO llama a los ciudadanos a ayudar al Teletón) después de que en el 2014 asegurara que “Ni con todos los Teletones del mundo podría Televisa compensar el grave daño causado al pueblo de México como parte de la mafia del poder” (AMLO, Twitter, 9 de diciembre de 2014)
Ricardo Salinas Pliego, dueño de una televisora, tiendas, escuelas, es también el propietario de Banco Azteca, empresa bancaria a la que se le entregan los recursos de los programas sociales de la 4T. Fue nombrado el “aliado ideal” por el presidente López Obrador porque, supuestamente, no cobraría ninguna comisión por manejar las tarjetas del Bienestar donde se depositan los recursos públicos a los beneficiarios.
Como en otros tantos discursos políticos disonantes de la 4t, se dice una cosa, pero se hace otra. Resulta que sí existe un contrato entre la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y el representante legal de Banco Azteca en el que se establece que “El Ejecutivo Federal pagará a El Banco como contraprestación por el presente servicio la cantidad de $5.00 más 0.80 correspondiente a impuesto de valor agregado de forma mensual por mantenimiento de cuenta por beneficiario” (Banco Azteca y tarjetas Bienestar: Un contrato millonario con dinero destinado a los pobres). Resulta que sólo en 2019, por manejo de cuentas, este personero se embolsó 300 millones de pesos a razón de cobrar $5.00 más 80 centavos de IVA por el manejo de cada tarjeta, o sea, $60.00 anuales sin contabilizar él IVA. En ese año fueron 5 millones de tarjetas y perfilaron que para el 2020 iban a manejar 8 millones de tarjetas (480 millones sin IVA). Dichas tarjetas corresponden a estudiantes, personas con alguna discapacidad y de la tercera edad. Sin embargo, el “aliado ideal” aprovecha la base de datos de los beneficiarios que van desde datos personales, teléfono celular y correo electrónico para tenerlos cautivos en el cobro de abonos por comprar artículos en sus tiendas Elektra.
Todos estos actos, que en realidad son buenos negocios realizados entre buenos socios, quedan amparados bajo el discurso del presidente, atajando denuncias o reclamos de sectores que, a final de cuentas, terminan agradeciendo ser beneficiarios de un recurso que en realidad pertenece a la población, no a quien lo administra y asigna su distribución. “Espero que los que están en contra de AMLO por dignidad no pidan una beca para sus hijos o una pensión para adultos mayores”, sentencia un post en Facebook (https://www.facebook.com/photo/?fbid=476674120367102&set=a.1156993931312), como si los recursos procedieran de los bolsillos del presidente y no de los impuestos que pagamos los ciudadanos.
Perder la óptica sobre el origen de los recursos y su distribución, se traduce en un agradecimiento permanente hacia quien pareciera que, de manera filantrópica, extiende la mano a los más pobres, necesitados y vulnerables en el país. Es así como mientras por un lado se nos asegura, jura y perjura que el neoliberalismo fue enterrado, la 4t lo sigue arraigando y profundizando.
Se acabó el neoliberalismo, también la corrupción, nos dicen todo el tiempo, pero resulta que el empresario consentido de la 4T, cuestionado por su renuencia a pagar impuestos, señalado por obligar a sus trabajadores a asistir a labores presenciales en tiempos de pandemia y por regresar a clases presenciales ignorando las indicaciones sanitarias en una escuela de su propiedad -colegio Humanitré, ubicado en las Lomas de Chapultepec- sin importar el semáforo ROJO, continúa haciendo de las suyas. La lucha anticorrupción no es para él, tampoco la cartilla moral. Por algo es un aliado ideal, asesor empresarial del presidente de la 4t.
Las denuncias, protestas y resistencia de los sectores afectados por las decisiones gubernamentales no aparecen de manera contundente, como en otros tiempos. Se teje una triada peligrosa para los tiempos que vienen entre las decisiones gubernamentales desde la presidencia, las instancias de gobierno y los seguidores y defensores de la 4t. Ese apoyo acrítico es, en buena medida, una forma de asegurar el mantenimiento de la disonancia cognoscitiva como fórmula estratégica de profundización neoliberal. Al mismo tiempo, es parte de la pedagogía de la subordinación, del sometimiento y asunción de los designios del poder de manera suave y tersa sin restricción, crítica o cuestionamiento alguno.
Publicado en Insurgencia Magisterial