México podría llegar a tres millones de contagios, de acuerdo con un modelo evolutivo de la enfermedad de COVID-19 en el país propuesto por investigadores del Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Aun cuando hacer un pronóstico “siempre implica gran incertidumbre”, se espera que la enfermedad en el país se va a frenar hasta octubre de 2022, según dicha proyección –que abarcó del día cero de la pandemia al 23 de enero de 2021– explicó el doctor Marco Antonio Pérez Méndez.
El académico del mencionado Departamento de la UAM advirtió que luego del segundo pico registrado en enero, existe la pregunta de si en semana santa vendría una tercera ola, lo cual resulta “muy preocupante porque dispararía las infecciones”.
El modelo trata de medir también la posible trayectoria del fenómeno en relación con las defunciones, “pero encontramos que este valor estaba subestimado en el estudio”, ya que hay fallecidos que no se han podido contabilizar como caso de COVID-19, aunado a que México tiene una tasa de letalidad superior a 8 por ciento.
Hace un mes hubo una controversia entre la Secretaría de Salud y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía porque las cifras que reportan son totalmente distintas y en el esquema de supervivencia que diseñaron “encontramos resultados interesantes, pues este padecimiento deja muchas secuelas que pueden ocasionar la muerte del individuo hasta 183 días después de presentar síntomas”.
El anterior fue un hallazgo importante porque “nos permitió detectar que la probabilidad de supervivencia de sujetos cuyos síntomas persisten después de 14 días, cae de manera drástica e incluso hay quienes perdieron la vida “después de un número considerable” de jornadas.
En el análisis se encontró también que quienes tienen las cuatro comorbilidades más comunes –diabetes, hipertensión, tabaquismo y sobrepeso– tienen una tasa mucho mayor de riesgo de morir, lo que representa un porcentaje muy significativo de la población mexicana.
Esto “nos permitió identificar que la atención temprana es primordial” y que “no se da normalmente”, porque el paciente acude al nosocomio cuando presenta saturación baja y falta de aire, pero cuando eso sucede la posibilidad de permanecer vivo es menor a 50 por ciento “y eso ha ocasionado la alta tasa de letalidad”, apuntó.
Los investigadores observaron que en el caso de la Ciudad de México hubo una segunda ola que disparó el número de contagios y, por ende, de hospitalizaciones y defunciones. “Nos dimos a la tarea de indagar las condiciones de las infecciones con una variable asociada con la ocupación”, pues hay una tasa de informalidad muy alta y las personas tienen contacto persona a persona, y aun cuando se impongan restricciones a la movilidad no se genera el efecto de contención.
Los hallazgos revelan que por actividad y género los varones empleados generan mayor tasa de contagios, seguidos de las amas de casa. “Si descomponemos esta variable y le agregamos la edad, detectamos que los estudiantes de entre 15 y 23 años –secundaria, educación media y superior– tienen el mayor número de infecciones”, lo que es importante porque se ha dicho que ellos no se enferman, pero son los que salen a fiestas y reuniones.
Otro dato que arroja la indagación es el referente a la ocupación de panteones y criptas en la capital, la cual se encuentra arriba de 85 por ciento, y si la tasa de letalidad de COVID-19 sigue en los mismos niveles, pronto estos sitios quedarán saturados y “ya no hay espacio para abrir otros”.
El doctor Roberto Gutiérrez Rodríguez, jefe del Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa, advirtió que el caso de México es muy preocupante, porque con una población que representa 1.65 por ciento de los habitantes del mundo “tenemos 2.2 millones de contagios acumulados que representan 1.8 por ciento del total global”.
Además el país sólo ha practicado 5.2 millones de pruebas que representan 0.3 por ciento del total internacional y hay cuatro mil 700 pacientes que se encuentran en condiciones críticas y eso equivale a 4.9 por ciento del total mundial; 176 mil personas han fallecido, lo que significa 7.2 por ciento del total mundial, lo que –aun en condiciones de estimación– “es algo muy preocupante, pues nuestra tasa de letalidad acumulada es de 8.8 por ciento, mientras la del mundo está relativamente debajo de dos por ciento”.
Este porcentaje, no es sólo el más alto del mundo, sino que comparándolo con los de Ecuador y Egipto, es tres puntos arriba de los países que nos siguen, puntualizó Gutiérrez Rodríguez.
Todos estos elementos “nos obligan a pensar en una estrategia muy poderosa para luchar contra la enfermedad, pues en nuestro país lo que más importa, en apariencia, son los contagios, pero dada la alta tasa de letalidad deberíamos de cambiar nuestra vista más hacia las defunciones y seguir atendiendo el número de infectados.
“Nuestra única esperanza es la vacuna, pero al ritmo de inoculación actual a México le va a llevar mucho tiempo terminar” con esta tarea.
Ambos investigadores participaron en el webinar Manejo y Consecuencias de la COVID-19 en tres continentes: Asia, Europa y América, organizado por el Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa, en el que intervinieron investigadores de Japón, Italia, España, Estados Unidos, Uruguay, Ecuador y México.