La liberación buscaba construir un hombre nuevo, íntegro; perseguía la realización de la persona y de la comunidad en el tiempo histórico. No era solo una filosofía de la periferia, de la exterioridad como otro absoluto, sino que tenía vocación universal, pues buscaba la liberación de las víctimas de Latinoamérica, Asia, África y los países desarrollados.
Enrique Dussel
El contexto histórico
La pedagogía del oprimido y la Sociología de la liberación de Paulo Freire; la Investigación-acción-Participativa (IAP) de Orlando Fals Borda, y la Sociología de la explotación de Pablo González Casanova fueron el inicio de la consolidación de la filosofía latinoamericana para el rescate de la identidad, la autenticidad y la originalidad de su quehacer filosófico en las instituciones educativas y en las comunidades originarias y de grupos marginados como los Sin tierra de Brasil (que se encuentra entre los movimientos sociales más grandes de Latinoamérica organizados en veintitrés de los veintisiete estados de Brasil).
En este contexto, surgió formalmente la filosofía de la liberación en el II Congreso Nacional de Filosofía celebrado en Córdoba, Argentina, en 1971, en un simposio denominado América como problema.
La pedagogía del oprimido y de la liberación de Paulo Freire emergió en América Latina por las grandes desigualdades sociales y económicas de la segunda mitad del siglo XX.
Las experiencias logradas por Freire trajeron consigo la construcción de un pensamiento pedagógico que, de una manera general, se caracterizó por su fe en la educación como proceso emancipador por su práctica encaminada al logro de un mundo más justo y más humano, y por su solidaridad con los grupos sociales más desfavorecidos.
La región latinoamericana destacó en esta posición crítica y de búsqueda de estrategias para transformar la realidad.
En los dos textos, Paulo Freire critica la relación pedagógica tradicional que se establece entre educando y educador. Este tipo de relación educativa, dominante en la enseñanza, trata al educando como si fuera un banco donde se depositan los conocimientos. La educación se transforma en un acto de depositar; de ahí que la denomine educación bancaria.
La concepción bancaria de la educación se caracteriza por una relación entre educando y educador que Freire denomina narrativa–discursiva, porque supone un sujeto que es el profesor que narra y unos objetos pasivos que son los alumnos que escuchan.
El proceso del aprendizaje en la concepción bancaria es el acto de depositar, de transferir, de transmitir valores y conocimientos. En esta relación, el educador aparece como el que sabe y tiene la tarea de llenar a los educandos con sus conocimientos y el educando; a su vez aparece como el que ignora y debe guardar los depósitos y archivarlos utilizando la memoria, dado que la narración del educador está separada de la realidad y de la reflexión sobre la realidad,
Entonces el educador en vez de comunicarse con los alumnos hace comunicados que éstos simplemente memorizan.
Contextos escolares
La educación bancaria o tradicionalista es la práctica docente que se ha construido por años en las escuelas públicas; por ejemplo, en la zona escolar, en donde me desempeño como supervisor, en tres cursos escolares los equipos pedagógicos, integrados por directores y educadores, observaron las clases de los educadores en cada una de sus escuelas.
Las reflexiones grupales, después de las observaciones, siempre se centraban en cómo construir otra relación entre el educador y el educando que no fuera el solo depositar conocimientos. Los conceptos centrales de las reflexiones se centraron en reinventarse para que el educador en su aula se desempeñara como mediador para lograr la metacognición y realizar la planeación didáctica situada a partir de problemáticas del contexto.
En lo concerniente a la evaluación, los participantes se preocuparon para que respondiera a los procesos y no a los productos; de esta manera se pudieron organizar la autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación.
Poco avanzamos, lo expreso con sinceridad, porque estos primeros pasos no nos han llevados a la acción reflexiva de la práctica pedagógica. Hemos tenido que esclarecer retos para reinventarnos como educadores y buscar formas y estrategias para esta praxis reflexiva; también ha sido necesario desandar y reestructurar la formación que tuvimos en las escuelas formadoras de profesores porque no responden a esta exigencia de desarrollar la reflexión y el sentido crítico en el educador. Este proceso formativo y de actualización se ha podido multiplicar en el aula y en sesiones virtuales que nos exige ahora la nueva normalidad del COVID-19.
En la actualidad, ya contamos con equipos pedagógicos que ponen en práctica y desarrollan este proceso en cada escuela de las nueve que conforman la zona escolar. Hemos formado una Comunidad de aprendizaje con directivos y educadores que se han convencido de buscar nuevos modelos pedagógicos que nos liberen de la educación bancaria, la rutina y el tradicionalismo impuesto por la educación neoliberal.
Fundamento
La práctica juega un papel fundamental en la elaboración de la teoría pedagógica de Freire y se vincula inexorablemente a la teoría. Separada de la práctica –dirá– la teoría es puro verbalismo inoperante; desvinculada de la teoría, la práctica es activismo ciego. Es por esto mismo que no hay praxis auténtica fuera de la unidad dialéctica acción-reflexión, práctica-teoría”1.
Las experiencias construidas por Freire no sólo en Brasil, sino en Europa, África y Latinoamérica, realizan el análisis de la relación que existe entre educación y sociedad. Esto le llevó a la comprensión de las determinaciones sociales de la educación y de cómo la clase dominante, opresora, transmite su ideología a la clase dominada. Como señala Mac Laren: “Freire fue uno de los primeros pensadores educacionales de renombre internacional que valoraron, de forma totalizadora, la relación entre educación, política, imperialismo y liberación”2
Teniendo en cuenta que la reflexión pedagógica de Freire se fue construyendo en la práctica es difícil separarla de la teoría.
El contexto de su práctica educativa las realizó en poblaciones marginadas de América Latina; de ahí que su pensamiento se elaborara no sólo en función de necesidades didácticas, sino fundamentalmente en función de un compromiso con la liberación de los marginados. Su pedagogía se construyó desde y con los oprimidos, antes que para los oprimidos (como él mismo lo manifestara). Teoría y práctica en relación dialéctica reelaboran constantemente su pensamiento.
Este tipo de contextos donde trabajó Friere son similares a los contextos donde se ubican las escuelas de la zona escolar donde me desempeño como supervisor. Esto favorece la identificación de las necesidades didácticas de educadores y educandos para intervenir en una concepción pedagógica que nos ayude a establecer la relación práctica-teoría para construir el sentido crítico y la práctica pedagógica que nos libere de la educación bancaria.
Reconocemos que hay situaciones históricas que obstaculizan alcanzar este proceso reflexivo y crítico. Yo lo he manifestado en un artículo anterior: es muy importante la necesidad de descolonizar la escuela y la enseñanza porque la educación neoliberal se contempla en los planes y programas y es organizada por los grupos económicos y políticos de la sociedad mexicana, No permiten a educadores y educandos tener conciencia de sí mismos y del mundo; esta política educativa nos hace perder la esencia humana y la capacidad de crítica.
Paulo Freire es el creador de un movimiento de educación de base. Tiene por objeto dar un carácter político al problema educativo; las experiencias cercanas son las investigaciones y entrevistas con el educador Iván Illich3 del Grupo de Meaux en el Centro Intercultural de Documentación de Cuernavaca, CIDOC, de alta investigación educativa y de política latinoamericana contemporánea. Desde dicho Centro se divulgó un movimiento educativo de la desescolarización con la desaparición de las escuelas consideradas institucionales y burocráticas. Según Illich, se debe desmitificar la escuela como institución que educa pues su labor ha fracasado. Por ello, la misión educativa debe volver a la sociedad convivencial y humana.
Propuesta
Nos dice Freire que si bien el contexto nos sitúa en lo real, no necesariamente nos permite conocer la razón de los hechos concretos que esa realidad muestra. De ahí que necesitemos tomar distancia de lo concreto para buscar las causas, la razón de ser de los hechos; y sólo se logra recurriendo a la teoría, al contexto teórico, que es la forma de llegar a tener un conocimiento cabal que se acerque cada vez más a lo científico.
Las experiencias y las reflexiones de Freire de una práctica pedagógica que se sitúa en el contexto del educando y educador permiten identificar los poderes que imponen los modelos educativos como elementos de estabilidad de un sistema social que los favorece y que, por eso mismo, nunca se van a modificar voluntariamente a favor de las clases más desfavorecidas.
De esta manera, comenzamos a desenmascarar el carácter ideológico de la educación y, por ende, la importancia de la filosofía de la liberación en una situación crítica porque los planes y programas actuales no contemplan lo filosófico.
La educación bancaria no permite la acción, la indagación y la creación. En consecuencia, lleva a la domesticación de los educandos: a adaptarlos y ajustarlos a la realidad sin permitir la posibilidad de planteamientos transformadores.
La educación liberadora o problematizadora que, para ser tal, debe superar “la contradicción educador-educando. Debe fundarse en la conciliación de sus polos, de tal manera que ambos se hagan, simultáneamente, educadores y educandos”4, y eliminen así las consecuencias negativas que trae consigo la educación bancaria.
En la educación liberadora juega un papel fundamental el diálogo, que va unido a las circunstancias existenciales de quienes dialogan, es decir, vinculadas estrechamente a la realidad.
A la vez, este diálogo que problematiza la realidad rompe con los esquemas tradicionales de la educación que separa educando y educador.
La pedagogía problematizadora de Freire se empeña en la desmitificación a través del diálogo para descubrir y comprender la realidad.
El diálogo en la educación permite compartir las ideas de unos con otros y lleva a la socialización. Es contrario a la individualización en el aprendizaje, muy propia de la educación tradicional o educación bancaria que es individualista.
Con el diálogo se llega a la comprensión del mundo y de su realidad; pero este diálogo debe presentar un profundo amor al mundo y a los hombres.
La metodología de Freire sigue los fundamentos de la educación activa, el diálogo, la crítica y la búsqueda permanente de creación de una conciencia sobre la realidad.
Debe destacarse inicialmente el carácter dialéctico del método freireano que se construye articulando teoría y práctica y que surge a partir de las reflexiones sobre la práctica. Por ello, para su comprensión es fundamental tener en cuenta el contexto sociopolítico y cultural
Entonces se hace necesario abrir espacios en las escuelas para articular teoría y práctica en nuestras acciones pedagógicas y poner en funcionamiento el trabajo cooperativo y colaborativo como situación cotidiana. Tenemos de este modo magníficos espacios; entre ellos destacamos los Consejos Técnicos Escolares para activar al máximo esta pedagogía liberadora que nos permita superar la educación bancaria.
Para ello, supervisores y directores debemos reinventarnos para superar la gestión administrativa y privilegiar la gestión pedagógica. Esta relación dialógica permitirá que emerjan líderes pedagógicos en las escuelas (que los hay entre los educadores, pero que son inhibidos por la visión errónea de la institucionalidad y la administración).
Hay talento y experiencia pedagógica entre los educadores; solo falta humanizar las relaciones, abrir espacios de gestión y establecer el trabajo colaborativo para potenciar el sentido crítico y lograr la praxis pedagógica.
La actualidad del pensamiento pedagógico de Freire radica en que la realidad social y cultural que vio nacer su práctica y su teoría. Sigue tan presente como en la época en que este pedagogo y tantos otros educadores ensayaron estrategias pedagógicas liberadoras para responder a las situaciones de sometimiento. Por tanto, la comunidad de aprendizaje Kaans–Jaalkab (Educar-Liberar), que constituimos en nuestra zona escolar, establece un elevado propósito: Impulsar el desarrollo de una pedagogía emergente y liberadora.
1 Freire, P. (2006). La importancia de leer y el proceso de liberación. México: Siglo XXI, p. 30.
2 Mac Laren, P. (2004). Una pedagogía de la posibilidad: reflexiones sobre la política educativa de Paulo Freire. En Araújo Freire, A.M. (ccord.) La pedagogía de la liberación de Paulo Freire (pp.151-166), p. 155. Barcelona: Graó.
3 http://hispaniasacra.revistas.csic.es/index.php/hispaniasacra/article/view/413/423. Hispania Sacra, LXVI Extra II, julio‐diciembre 2014, 457‐487, e‐ISSN: 1988‐4265, doi: 10.3989/hs.2014.096
4 Freire, P. (1978) Pedagogía del oprimido. Madrid: Siglo XXI, p. 77.