¿La Olimpiada del conocimiento, del desconocimiento o del encubrimiento?

No se puede seguir evaluando a los estudiantes sin que haya un verdadero compromiso de por medio...
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¿Qué nos queda pensar cuando después de estar más de dos años en condiciones especiales por la pandemia (confinamiento, clases irregulares a distancia, asistencia irregular en el regreso a clases presenciales, estudiantes que hasta la fecha no se presentan ni entregan trabajos), se convoca a que tod@s los alumn@s participen en la olimpiada del conocimiento.

¿Qué clase de personas y con qué visión son quienes a estas “alturas del partido” pretenden aplicar una evaluación a los alumn@s de sexto grado? Siguiendo esa metáfora del futbol; es como si en un partido que se va perdiendo y cuando ya se esta en el tiempo extra el entrenador hace cambios para revertir el marcador, igual la estrategia le funciona, nada más que en el caso del Sistema Educativo Nacional las decisiones… que se toman, lejos de contribuir a la mejora del servicio lo hunden más. ¿Qué va a reflejar la evaluación que se aplique que no se conozca ya? Un estado del conocimiento de los estudiantes que se agudizó de forma negativa por las circunstancias ya tan conocidas por como estábamos (nada bien posicionados en el aprovechamiento) hasta antes de la pandemia y ahora mismo 2 años después. Las decisiones tienen que tomarse con argumentos sólidos y no haber que pasa como en el caso del futbol. Se evalúa para identificar problemáticas y actuar en consecuencia no sólo para premiar a los mejores… ¿y si esos mejores no representan ni 1/3 del total de los evaluados?  ¿y si esos destacados alcanzan con dificultad los estándares mínimos suficientes, estaremos haciendo lo correcto? ¿No se tendrían que diseñar estrategias diferentes con acompañamiento y asesoría académica para aspirar a mejores resultados? Si todos los años se hace lo mismo con las mismas estrategias los resultados serán los mismos, no se puede esperar o aspirar a algo diferente.

Particularmente en este ciclo escolar, con todas las particularidades ya conocidas y mencionadas, considero que no debió realizarse este ejercicio de la olimpiada del conocimiento porque solo evidenciará el nivel del desconocimiento en que se encuentran los estudiantes. En la escuela actualmente se está intentando nivelar, regularizar y realinear las capacidades, conocimientos y habilidades de todos los alumnos que se vieron afectados o que ya estaban y que las autoridades educativas han hecho muy poco o nada al respecto.  Hasta antes de la pandemia en los C.T. E. se buscaba intercambiar “estrategias exitosas” que honestamente no abundaban (porque era hablar más de lo mismo) y el papel de la autoridad educativa era únicamente de ceder los espacios y tiempo sin que hubiese una asesoría o acompañamiento que le diera rumbo y sentido al trabajo docente. La responsabilidad recayó en el maestro de grupo y no se logró nada. Ahora mismo se solicita la participación en la olimpiada del conocimiento cuando después de haber estado con niveles de estrés altísimos por las jornadas de trabajo tan largas y sin horario (porque se laboraba y atendía en todo momento) se regresó al trabajo presencial en las escuelas con el propósito fundamental de nivelar a los estudiantes y ahora salen con que hay que evaluarlos a tod@s y todo el perfil de egreso del nivel primaria, es decir, pensando en que no pasó nada, que todo fue normal, sin pandemia, sin retrasos, sin rezago, con conectividad al 100 %, con entrega de trabajos en su totalidad, con el acompañamiento al 100% de los padres de familia, con el 100 % de alumnos en el regreso a clases presenciales. Una completa y total incongruencia de quien toma estas decisiones absurdas.

En las sesiones de C.T. E. de los 2 años de pandemia gran parte del contenido y trabajo  fue  hacer énfasis en la empatía, inclusividad, resiliencia , es decir sobre la dimensión socioemocional de los estudiantes y sus familias, todo ello con la finalidad  de ayudar a los alumnos para entregar a tiempo sus trabajos o simplemente entregaran algo de lo requerido sin tener la certeza si verdaderamente lo habían realizado ellos o sus padres( y no porque sea negativa la colaboración de los padres) sino porque ahora que regresaron a clases presenciales muchos  alumnos presentaron la realidad : que los trabajos que realizaban los hacía alguien más y no eran capaces de hacer las actividades solos ya en la escuela. Así entonces, este año si no presenta otro propósito más que el de competir y ver quien esta menos rezagado (porque esa es la realidad) la olimpiada no tendría por qué aplicarse. Si va a aplicarse para reconocer los esfuerzos que hagan los estudiantes por demostrar los alcances que tienen pese a las limitaciones y especificidades que se dieron durante los dos últimos ciclos escolares, de acuerdo, es algo que haría falta, pero acompañado de toda una estrategia para revertir la situación y condiciones en las que se encuentra el nivel académico de la educación primaria que es en este caso lo que se esta evaluando con la olimpiada del conocimiento. Si ese no es el propósito, entonces no se entendería el para qué hacerla, ¿solamente para destacar a unos cuantos y tapar o encubrir todo aquello que esta mal como el bajo aprovechamiento, el atraso escolar, el abandono a la suerte del magisterio en asesoría para darle rumbo y sentido a su práctica, las deficientes decisiones políticas educativas que no impactan en una educación ya no de calidad, sino una educación acorde a las necesidades reales de nuestros maestros y educandos?

No se puede pasar toda la vida llenando de reformas al sistema educativo cuando no hay una evaluación y balance de estas. ¿Por qué se tiene que reinventar cada sexenio el modelo de educación que será impartida en este país? ¿Por qué no se evalúan los modelos vigentes antes de desecharlos y se retoman los aspectos que son rescatables para fortalecer el nuevo modelo que se llevará a efecto? Los profesores con muchos años de servicio frente a grupo pueden sin duda aportar mucho en el diseño de un modelo educativo alcanzable y realizable, pero no será suficiente si las altas esferas que manejan la maquinaria educativa no escuchan y toman en cuenta toda esa experiencia e incorporan especialistas en la materia (pedagogos, filósofos, académicos, investigadores, diseñadores curriculares, psicólogos, etc.) que le darían orientación y resignificación a la educación en la búsqueda de una pedagogía mexicana  con todas sus particularidades.

Por otro lado, se tiene que repensar otro formato sobre la olimpiada del conocimiento y sus implicaciones. No se puede seguir evaluando a los estudiantes sin que haya un verdadero compromiso de por medio, es decir, si a los alumnos se les sigue informando que el ejercicio de evaluación es una mera competencia sin consecuencias de por medio, seguirán tomando muy a la ligera como hasta ahora el ejercicio con los resultados que ya todos conocemos. Es necesario que las evaluaciones estén consideradas además de para medir las capacidades, habilidades y conocimientos de los estudiantes que sean consideradas para evaluar un porcentaje del trimestre correspondiente en turno, de esta manera, la actitud, responsabilidad y compromiso con el que lleguen los estudiantes será diferente a todas las veces anteriores en que se ha presentado o por lo menos habría que probar esa circunstancia. Si el examen contempla todo lo revisado durante el ciclo escolar no veo porque no se le asigne un valor a la olimpiada del conocimiento en el trayecto formativo de los estudiantes, como parte de la evaluación formativa, continua y sumativa.

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