La Mochila a Revisión: ¿y al ser humano que la carga cuándo?

Cada generación de niños y jóvenes ha debido enfrentar sus propios problemas, cada una de las generaciones que nos han antecedido ha sufrido de ...
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Cada generación de niños y jóvenes ha debido enfrentar sus propios problemas, cada una de las generaciones que nos han antecedido ha sufrido de diversas situaciones personales, familiares, culturales, sociales y económicas, y han tenido que ver la manera de arreglárselas para salir adelante. Todos cuando fuimos niños y luego adolescentes, de alguna manera u otra fuimos víctimas de nuestras circunstancias, todos (o la mayoría) sufrimos en silencio o buscamos la manera de expresar lo que nos hacía daño.

Hoy en día a través de los medios tradicionales de comunicación y sobre todo en redes sociales, hemos visto señalamientos hacia las generaciones menores, a alguien se le ocurrió llamarlos “generación blandita” de una manera peyorativa, pero, bien deberíamos empezar por preguntarnos ¿Quién está educando a dicha generación? ¿Las familias? ¿Los maestros? ¿La televisión? ¿YouTube? ¿Las redes sociales?

Todos en parte lo hacemos, pero nadie asume la responsabilidad que le corresponde y no lo hacemos porque hemos estructurado nuestra forma de vida de tal forma que todo lo que hacemos nos parece normal, somos como los peces de una pecera, si alguien nos dice que estamos en medio del agua, no le creeríamos, si nos tiran migajas de pan nadamos de manera inercial hacia él, si nos tiran alimento o pedazos de carne o cualquier resto de igual manera. No hemos sido capaces de cuestionar el esquema demencial en el que el capitalismo y consumismo no ha inmerso (con nuestro consentimiento), y lo hemos aceptado sin chistar con el supuesto de mejorar las condiciones de vida de nuestras familia, lo cierto es que cada vez estamos más ausentes en la vida de nuestras generaciones venideras.

La paradoja de ser maestro o trabajador en general, es que en la mayoría de festivales, eventos importantes, incluyendo entrega de calificaciones, muy probablemente no estarás la mayoría de las ocasiones. Para cuando llegas a casa, casi siempre estás lo suficientemente cansado y lo más seguro es que tus hijos,  tengan la imagen de ti de ser un fantasma, o alguien que arrastra su alma, suena hasta chistoso, pero para los hijos no lo es.

No puedo imaginarme la situación en la que se encuentran los hijos de aquellos que son migrantes, aquellos que trabajan en el turismo, aquellos que cuando se van a trabajar no ha amanecido y sus hijos duermen aun y para cuando regresan ya es demasiado tarde y los hijos ya se durmieron, creo saber lo que eso duele a los padres, también sé lo que eso duele a los hijos.

Cada uno de nosotros ha aprendido a procesar el dolor de distintas maneras, algunos lo esconden muy en el fondo de si, otros apenas pueden lo descargan con sus parejas, sus hijos o alguien en la calle y en casos extremos como recientemente hemos visto, nuestros pequeños estudiantes han sido capaces de matar y en el fondo hay un profundo dolor que no pudo manifestarse de otra manera, hay un profundo dolor que nadie vio o si alguien lo vio, no pudo hacer nada al respecto.

Los maestros casi siempre podemos ver el dolor de nuestros alumnos, el sufrimiento se reconoce, es urgente humanizar nuestra formación profesional y personal, como decía Claudio Naranjo, el primero que debe estar sano emocionalmente hablando es el docente, pero para eso necesita primero hacer un trabajo sobre sí mismo. A través de algo que él llamó programa SAT, buscaba que los maestros pudieran tener herramientas humanas que ayudarán a sanar a los alumnos, dicho programa tiene como propósito cultivar y desarrollar una actitud más auténtica y amorosa hacia uno mismo, hacia el otro y hacia el mundo, eso que tal vez para muchos es romántico, pero para otros para otros ha significado en casos extremos la muerte.

Estimado lector, como siempre esta es como todas la expresiones solamente una parte de la verdad, lo que sí puedo afirmar categóricamente es que la respuesta a nuestros problemas no está en lo que hemos hecho hasta ahorita, tenemos que repensar como sociedad nuestro actuar hasta el momento e intentar entender a nuestras generaciones sin juzgarlas, tenderles la mano, estar más presentes.

Soy Jorge Isaac Alvarado Alcocer. Desde el aula.

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