La importancia de los primeros años de escuela

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La experiencia del personal de preescolar y los primeros grados es, por tanto, insustituible.


La mano es el órgano de la inteligencia. El niño, para desarrollar su mente, necesita el movimiento de sus manos.” Maria Montessori

El aprendizaje de las matemáticas y el desarrollo del pensamiento lógico no inician con el primer libro de texto o la memorización de la tabla del uno; su verdadera fundamentación se establece en la etapa de la educación preescolar y los primeros grados de primaria. 

Es en este periodo crucial donde las maestras y los maestros implementan estrategias que son el andamiaje invisible de las futuras habilidades académicas. La sociedad, a menudo, subestima el valor de las actividades lúdicas realizadas en estas aulas, sin comprender que son la vía regia para desarrollar las destrezas que el cerebro necesita para manejar el simbolismo abstracto.

El trabajo en el aula se centra en habilidades pre-numéricas y espaciales que son prerrequisitos cognitivos. Por ejemplo, al involucrar a los niños en el reconocimiento y manejo de formas (círculos, triángulos, cuadrados) o al pedirles que clasifiquen materiales por color, tamaño o función, el docente está entrenando la capacidad de identificar atributos, comparar y categorizar. Esta habilidad de clasificación no es solo una manualidad; es la base de la teoría de conjuntos y la estructura de los sistemas numéricos. De igual modo, cuando se les pide emparejar cartas o elementos, se establece la noción de correspondencia uno a uno y equivalencia, conceptos fundamentales para el conteo y la aritmética.

Además, el desarrollo del razonamiento secuencial y la lógica espacial se estimula de forma activa. Actividades como apilar bloques o construir estructuras no solo mejoran la coordinación visomotora, sino que introducen intuitivamente la geometría y la comprensión de espacio, volumen y estabilidad. De manera crítica, la creación de patrones (por color, forma o sonido) ejercita la habilidad de identificar regularidades, predecir y generalizar reglas, habilidades esenciales para el pensamiento algebraico futuro. La manipulación de rompecabezas y el trabajo con cuentas, por su parte, fortalece la percepción visual, la lógica para resolver problemas y la capacidad de analizar un todo a partir de sus partes.

La experiencia del personal de preescolar y los primeros grados es, por tanto, insustituible. Son estos profesionales quienes poseen la sensibilidad y el timing pedagógico para saber exactamente qué herramienta usar y en qué momento del desarrollo del niño es más efectiva. Su labor no es simplemente enseñar a contar; es construir las conexiones neuronales necesarias a través del juego dirigido y la experiencia concreta. Reconocer y valorar esta labor es entender que la calidad de la educación temprana determina la solidez del fundamento sobre el cual se edificará todo el aprendizaje futuro, asegurando que el paso al simbolismo abstracto de la matemática formal sea un proceso significativo y exitoso.  

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