Una de las lecciones más importantes que he aprendido en la vida es que la educación es la fuerza que forja el destino de las personas. Cuando era niño, mis padres y maestros me inculcaron que el mundo es de quien se prepara. Es el mismo mensaje que mi esposa Juana y yo hemos transmitido a nuestros hijos y que hoy queremos hacer extensivo a las nuevas generaciones: hay que estar bien preparados, más aún en esta época tan desafiante en la que vivimos.
La educación no sólo es determinante para el futuro de las personas sino también para el de las naciones. Una educación de calidad es indispensable para alcanzar un mejor nivel de vida y, por ende, mayores niveles de desarrollo. Así lo demuestra la experiencia de países como Singapur, Japón o Corea del Sur, que han apostado por la formación de sus nuevas generaciones.
Por ello, si queremos que México sea una potencia en el siglo XXI, debemos lograr que todo mexicano y mexicana tenga una educación de excelencia. Sin distingo de origen étnico o condición socioeconómica, en el norte o en el sur, en la costa o en la montaña, todos nuestros niños, niñas y jóvenes tienen derecho a una formación que lo prepare para tener un futuro exitoso y ser felices.
En materia educativa, tenemos un gran legado que defender. En los últimos cinco años, los mexicanos emprendimos uno de los cambios más profundos en décadas. Hoy los maestros construyen su carrera a partir de su propio mérito, se ha renovado la infraestructura de miles de escuelas y contamos con un nuevo modelo educativo construido a partir del diálogo con maestros, padres de familia y los especialistas más destacados.
También tenemos pendientes que completar. Un México ganador será un México con educación, con ciudadanos capaces de competir y triunfar en cualquier campo. Nuestro objetivo es que todos —niñas, niños y jóvenes— desarrollen la capacidad de aprender a lo largo de su vida. Esto implica que cuenten con las herramientas indispensables del mundo actual, como son hablar inglés y dominar las nuevas tecnologías.
La educación debe empezar desde los primeros años con guarderías que ofrezcan programas de desarrollo infantil temprano; es decir, que aprendan a aprender desde temprana edad. Estamos decididos a alcanzar la cobertura universal en materia de educación media superior con más becas y apoyos para transporte, que podrán mantener en la educación superior todos los jóvenes con talento y ganas de seguir estudiando. Aspiramos a que todas las niñas y jóvenes vayan a la escuela, permanezcan en ella hasta graduarse y compitan por obtener los mejores trabajos, en igualdad de condiciones que los varones.
México tiene todo para ser un país exitoso, volcado a la ciencia, la tecnología y la innovación, y convertirse en una auténtica potencia generadora de conocimiento. Para ello necesitamos impulsar un Sistema Nacional de Innovación que premie la ciencia básica al igual que la investigación aplicada, la generación de patentes, el desarrollo de proyectos productivos y que estimule los intercambios académicos y las becas para los jóvenes.
La educación que queremos también considera una sólida formación en valores como la honestidad, la confianza, el respeto y el trabajo en equipo. Con ciudadanos mejor preparados, formados con conocimientos y valores, México será el país libre, democrático, exitoso y justo que todos queremos.
Esta visión es un punto de partida y, en torno al partido, quiero escuchar a la militancia, a los ciudadanos y a reconocidos expertos para construir un proyecto de todos los mexicanos. Por esta razón, el día de hoy arrancamos los “Diálogos con Meade” con el tema educativo desde San Luis Potosí. Éste será el primero de distintos foros temáticos que realizaremos en las próximas semanas, a partir de los cuales podré conocer e incorporar nuevas ideas. No tengo la menor duda de que el cambio de México está en la fuerza de la educación.
Artículo publicado en El Universal