En mi entrega anterior, abrí un diálogo sobre la pertinencia sobre abrir o no abrir los centros escolares, comenzando por las razones que se esgrimen sobre que permanezcan cerrados y las clases como están hasta ahora, a 528 días de distancia del cierre de las escuelas, por lo que, en esta entrega, expondré las razones sobre la pertinencia del regreso presencial a clases y los cuidados que se deben de tener en consecuencia.
No hace falta mucho sentido común para reconocer que, en el marco de la emergencia sanitaria, se desarrollaron una serie de circunstancias, que ampliaron las brechas entre quienes tienen posibilidades sociales, culturales, económicas y tecnológicas para seguir adelante en sus estudios y quienes no las tienen, lo que provocó un mayor atraso de quienes ya presentaban problemas de rezago escolar.
Las cifras alarmantes sobre las elevadas cifras de obesidad, bulimia y anorexia entre adolescentes además del aumento de un 12% en suicidios entre niños, niñas y adolescentes, reflejan la urgencia de tomar en serio el retorno presencial de clases. Además de lo anterior, datos de la Universidad de Oxford, manifiestan que existe una disociación entre casos nuevos y aquellos países que han regresado a clases, puesto que manifiesta que la mayoría de las naciones no han esperado a la eliminación total del virus para el regreso a las aulas. Entre los 40 países con más casos, sólo 13 mantienen un cierre total de los centros escolares entre los que se encuentra México.
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No es casual que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en México va a estar apoyando el retorno a las aulas en nuestro país, y señala de manera puntual las razones específicas por lo que las niñas, niños y adolescentes deben de volver a las escuelas, dentro de las que se destacan la evidencia de un menor impacto en los niños, niñas y adolescentes, así como una baja letalidad, incluso en relación a otras enfermedades existentes; la suspensión de las clases presenciales afecta de mayor manera a los niños y niñas más vulnerables; la capacidad de los niños de leer, escribir y realizar operaciones matemáticas básicas se ha deteriorado el último año a raíz de la suspensión de las clases presenciales; las escuelas son espacios de socialización, desarrollo psicoemocional y prevención de la violencia para niños, niñas y adolescentes; y fuera de las escuelas, los niños y niñas tienen mayor riesgo de sufrir abusos y violencia, ya que los docentes suelen ser los primeros que detectan estos casos y los denuncian. En las escuelas están más protegidos de estos peligros.
Es claro que es una necesidad la reapertura de los centros escolares, sin embargo, también es cierto que se requiere de un apoyo especial de las autoridades para que el retorno sea organizado, planeado y estructuralmente orientado a la protección de las comunidades escolares para que se pueda actuar en el marco de la rapidez que el momento amerita.