Falta de cariño y aprendizaje

Reconocer y actuar sobre la importancia de los primeros años de vida es una inversión en el futuro de nuestra sociedad.
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“Lo que se les da a los niños, los niños darán a la sociedad.” – Karl A. Menninger

Resulta muy evidente en los centros escolares, el apreciar a las niñas, niños o adolescentes que carecen de aprecio o cariño al interior de sus hogares, aquellos que viven en entornos de violencia o que sufren de algún tipo de discriminación, pues sus características hacen evidente esta situación, sin embargo, en muchas ocasiones cuando llegan a la escuela, ya es tarde para poder remediar completamente los efectos de este tipo de situaciones en el hogar. Estas situaciones les hace producir cortisol y noradrenalina, dos hormonas asociadas al estrés. Estos años forman el cimiento sobre el cual se construyen futuros individuos y, en consecuencia, la posibilidad de sociedades más sanas y equitativas o no.

El cariño, el cuidado y la prevención de la violencia y el estrés en el hogar no son solo necesidades básicas, sino derechos fundamentales de cada niño. La falta de estos elementos esenciales no solo afecta el bienestar inmediato de las niñas, niños y adolescentes sino que también tiene ramificaciones profundas y duraderas en su vida adulta y en la sociedad en general.

Los efectos del estrés crónico, la violencia y la discriminación en la infancia se reflejan no solo en la salud física y mental del individuo, sino también en su capacidad para aprender, interactuar socialmente y, finalmente, en su contribución a la sociedad. Así, los niños expuestos a entornos adversos pueden enfrentar desafíos significativos en la formación de relaciones saludables, en su desempeño académico y profesional, y son más susceptibles a comportamientos de riesgo y problemas con la ley.

Esto no solo impacta la vida de estos individuos, sino que también impone una carga social y económica considerable en la comunidad. Desde el aumento de la criminalidad hasta la sobrecarga de los sistemas de justicia y salud, las consecuencias se extienden mucho más allá del individuo.

La educación, tanto en el hogar como en las escuelas, juega un papel crucial en la prevención de estos efectos adversos. La sensibilización y capacitación de padres y madres sobre la importancia del cariño, el apoyo emocional y la educación en un entorno libre de violencia y estrés es fundamental para cambiar esta realidad.

Además, es esencial que las autoridades implementen políticas y programas que apoyen a las familias en esta tarea. Esto incluye garantizar el acceso a servicios de salud mental, programas de intervención temprana y apoyo continuo y accesible para quienes han experimentado trauma o adversidad.

Reconocer y actuar sobre la importancia de los primeros años de vida es una inversión en el futuro de nuestra sociedad. No solo se trata de prevenir problemas, sino de fomentar el desarrollo de personas saludables, resilientes y capaces de contribuir positivamente a su comunidad. La responsabilidad es compartida: las familias, educadores y autoridades deben trabajar para asegurar que cada niño tenga la oportunidad de crecer en un ambiente de respeto, cariño, seguridad y apoyo. Porque la educación es el camino…

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