Desde la Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) se mandan mensajes muy claros. Dos de ellos.
1.- Su Presidente, Sylvia Schmelkes del Valle reconoció que el motivo más poderoso de rechazo a la evaluación por parte de los maestros (principalmente en Oaxaca, Guerrero y Michoacán) es que éstos, a la fecha, desconocen de qué se trata.
En ese sentido la Consejera que encabeza el INEE adelantó el lanzamiento de una campaña informativa dirigida al magisterio respecto a las bondades de la evaluación.
2.- Eduardo Backhoff Escudero, también consejero del INEE, destacó en entrevista para Notimex que en éste 2015 inicia lo que llamó la “oleada de evaluaciones” para los maestros, es decir, aquellas que han de aplicarse a los maestros de nuevo ingreso, así como la del desempeño docente dirigida a los maestros que ya estaban en el servicio mucho antes de aprobarse la reforma educativa.
Ambas declaraciones desde la jerarquía del INEE abonan aún más a la incertidumbre magisterial.
Que la Consejera que encabeza el INEE asegure que los maestros (primeros sujetos interesados), desconocen de qué se trata la evaluación docente, es un pecado imperdonable de las autoridades patrocinadoras de la reforma educativa.
Y si de paso se anuncia la “oleada de evaluaciones”, el magisterio está en posición de desventaja y con justo malestar.
Sin embargo, lo anterior es menor si se considera que, tras la evaluación magisterial sigue la capacitación en base a las necesidades detectadas en los maestros.
Y es que parece ignorarse de manera intencionada, que el sistema educativo carga en su haber el más grande de sus fracasos: la formación y capacitación de sus maestros.
Si las cifras dicen que después de la aplicación de un examen de oposición un grueso número de aspirantes no es idóneo para el servicio docente (6 de cada 10 según el último examen realizado en el mes de diciembre de 2014), estamos pues ante la ineptitud de la SEP que no sabe formar a sus maestros.
Si por años, el modus operandi de la SEP para capacitar a sus maestros fueron los cursos “patitos” y en “cascadas” sin tomar en cuenta siquiera las necesidades individualizadas de sus docentes, estamos ante una autoridad educativa insensible para reconocerse como el factor principal del fracaso educativo.
Si el concepto de evaluación docente vendido desde la SEP y el propio INEE señala abrumadoramente que ésta (la evaluación) es para mejorar; entonces al magisterio le sobran razones para rechazarla debido a que no existe ningún plan tangible que les garantice atención de sus necesidades de capacitación de manera pertinente y profesional.
A estas alturas, y con la “oleada de evaluaciones” en marcha; los maestros mexicanos no tienen más certeza que confiar su suerte…a la misma suerte.