Hace algunos días conversaba a la distancia, como últimamente se hace, con mi maestro el Dr. Alfonso López Villagra, sobre definir cuál es el motor del docente, si la motivación o la inspiración o ambas, además de su origen, y debatíamos primeramente en definir la diferencia o similitudes entre estas dos experiencias. De esta forma esto es lo que escribo al respecto, pues sin lugar a dudas, en nuestra vida cotidiana así como en la laboral, necesitamos un impulso para realizar las actividades y obtener buenos resultados.
Regularmente solemos confundir o utilizar indistintamente motivación e inspiración, creyendo que significan mas o menos lo mismo. De esta manera, la Real Academia Española (2014) define inspiración como: “Estímulo que anima la labor creadora en el arte o la ciencia” y motivación como: “Conjunto de factores internos o externos que determinan en parte las acciones de una persona”.
La motivación es una fuerza que te empuja, que te jala, cuando deseas realizar algo, pero las condiciones son adversas para lograrlo, te desilusionan, te desmotiva, entonces necesitarás algo que tire de ti, un motivo.
La inspiración, por su parte, es un proceso para el cual puedes entrenar, prepararte, esforzarte, sentirte inspirado por una canción, un paisaje, el aroma, un momento, una personalidad, una trayectoria profesional, un libro, una fotografía, un concierto, es decir, una experiencia provoca en ti inspiración, tocar tus emociones y valores, trascender a tu interior, sintiéndote mas feliz y productivo, dispuesto a lograr un propósito.
La motivación es algo exterior que te impulsa a través de una causa, la inspiración es interior, es autogenerada, el proceso para entrar en acción inmediatamente.
Por lo tanto y sobre todo en escuelas publicas, entre los docentes suele existir comentarios de desmotivación por las condiciones que rodea a la labor, escuelas débiles en equipamiento e infraestructura, poca o nula capacitación para ejercer con calidad, la situación emocional, nutricional, familiar y de pobreza que padecen los alumnos, padres de familia poco comprometidos con el desempeño escolar de sus hijos, entre otros. Entonces si no se encuentran motivados deben encontrar la fuerza impulsora en el interior, que los lleve a dar el mejor esfuerzo pero de forma proactiva, la decisión personal de hacer las cosas bien. De aquí la importancia por determinar los docentes que se encuentran inspirados y trabajar con los que no para que puedan generarla.
Entonces ¿cómo pasar de la inspiración a la motivación? Si la motivación es una reacción forzada a un incentivo externo, en cambio la inspiración funciona como un músculo, proceso por el cual sientes que hay un propósito que te impulsa a actuar. Cuando te sientes inspirado, estás presente en todas tus intenciones, llenando todo lo que haces, fluye en buen sentido, se tiene una perspectiva diferente a tus circunstancias, sin embargo cuando se obtiene el propósito, la inspiración va perdiendo fuerza y entonces entra en juego la motivación, recurriendo a la fuerza de voluntad para motivarnos. Si la inspiración te guía, notarás la felicidad y la sensación de bienestar, por otro al lado, si la motivación te lleva, la ansiedad y el agobio serán los matices predominantes en tu sentir, esperarás el impulso que viene de adentro para volver a inspirarte.
Las indicaciones por parte de autoridades educativas tienen un corte autoritario, posiblemente la motivación nos saque a flote en estas, sin embargo, en las actividades académicas, en donde existe libertad de cátedra, da lugar a la creatividad. Los primeros enfoques en psicología atribuyeron la inspiración al inconsciente, según von Hartmann (1884) “el inconsciente produce ideas que son más orgánicas y elegantes que las fabricadas por la voluntad”.
Para finalizar, cuando la motivación falle, es decir cuando no se encuentran o existan elementos que motivan, debemos enfocarnos en lo que nos inspira, renovar nuestras experiencias para entrenar el “músculo” de la inspiración y mantenerlo activo. En la labor docente es común carecer de motivación por una situación multifactorial, por lo tanto el líder, dentro de todas sus cualidades y competencias, hablando del director escolar y supervisor, deben ser inspiradores para fortalecer este elemento en los docentes para realizar su práctica de mejor manera e impactar en los resultados escolares.
Referencias
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.3 en línea]. <https://dle.rae.es> [22 de septiembre de 2020].
von Hartmann, E. (1884). Philosophy of the unconscious. New York: Macmillan.