Al borde de la tumba, el INEE sigue fiel a su espejo diario.
El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) no quiere que se escuche a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Tal vez, en el fondo, sólo le parece aceptable que en el proceso de reforma constitucional de ahora sólo sean escuchados los únicos que fueron escuchados durante las reformas constitucionales y legislativas de 2012: los empresarios y los partidos de derecha.
Ahora resulta que el INEE dice que, con tal de que no sea escuchada la CNTE, ahora sí quiere que también sean escuchados las maestras y maestros que no pertenecen a la CNTE. Que, por cierto, tampoco fueron escuchados durante las reformas de 2012.
Esto no deja de ser un cambio radical en la postura del INEE, porque a lo largo de casi seis años, el INEE nunca escuchó al magisterio ni de la CNTE (¡horror!) ni del SNTE ni sin CNTE ni sin SNTE.
Durante su breve existencia como órgano constitucionalmente autónomo, el INEE sólo escuchó la voz de sus amos: los empresarios y el gobierno y la SEP de Peña Nieto.
No tienen remedio. Esperaba una muerte más digna…