El filo de la filosofía

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Leer filosofía no exige un título universitario. Lo que pide es disposición: aprender a mirar, a escuchar, a sentir.


Filosofia sep

“La cruz no pesa,
lo que cala son los filos”

Lola Beltrán

Platicando con un supervisor, me dijo con sorna:

—La SEP quiere que nos emancipemos. Entonces me voy a salir de la SEP.

Lo soltó como una broma, pero con la certeza que da el saber algo. En efecto, la palabra emancipación significa liberarse de cualquier clase de dependencia. Sin embargo, la emancipación que se propone al gremio educativo es una emancipación mental, de pensamiento.

Porque así como el supervisor, aún hay maestros convencidos de que la epistemología del sur tiene algo que ver con lo geográfico; que tal o cual plan de estudios no le gusta porque “es político”; y no faltan los predicadores del humanismo que, en la práctica, actúan como capataces. Esas contradicciones desnudan nuestras carencias.

Para encontrar un poco de claridez a esas nebulosas se necesita de la filosofía. No filosofía de Tik-Tok, mal resumida en cursos exprés que degradan las ideas. Hay que leer, pensar, discutir. Volver a leer, a pensar y discutir. La cátedra que el maestro Enrique Dussel compartió generosamente en YouTube, por ejemplo, puede ser un buen comienzo. También hay que atreverse a entrar en esos libros que nadie quiere abrir porque “son pesados”.

Leer filosofía no exige un título universitario. Lo que pide es disposición: aprender a mirar, a escuchar, a sentir. Porque la filosofía no te hará mejor maestro, pero sí puede ayudar a ser mejor persona. Y eso ya es bastante. Como escribió Ortega y Gasset: “La filosofía es, en definitiva, un intento de dar sentido al hecho de vivir”. Y esa búsqueda de sentido debería ser urgente para cualquiera que tenga en sus manos la tarea de formar.

Si nos atreviéramos, tal vez entendamos porqué sabemos tanto de la cultura europea y tan poco de la mixteca. Tal vez dejaríamos de ver al eurocentrismo como un discurso abstracto y lo reconoceríamos como lo que es: una mutilación a la mirada. El punto no es proclamarnos como expertos en mexicanidad, sino dejar de mirar el mundo desde un solo eje.

Esto no se logra con un libro, ni con un curso. Esto requiere muchas lecturas, muchos cursos. Pero sobre todo, buenas lecturas y buenos cursos. A partir de ahí podrá venir el lacerante proceso de desaprender. En su libro Zona de obras, Leila Guerriero afirma: “El desaprender es siempre un gesto doloroso, pero es el único camino hacia una comprensión más honesta de nosotros mismos y del mundo”.

Y aquí viene el dilema: ¿estamos dispuestos a descubrir que gran parte de lo que sabemos es erróneo? La mayoría preferirá no hacerlo. Por eso la filosofía se vuelve indispensable: no como decoración burocrática, sino como un acto de resistencia contra la comodidad intelectual y el autoengaño.