El del sombrero y la mujer maravilla

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Tengamos presente que las recientes escaladas neofascistas de las derechas no se aprecian sólo por sus programas económicos libertarios…


El movimiento del sombrero y su líder principal se presentaron como si fueran independientes para contender por la presidencia municipal de Uruapan. Enarbolando la bandera del combate a la inseguridad, lograron ganar la alcaldía con un margen arrasador del 66% en el total de la votación. Cualquier explicación de lo anterior, de la popularidad y simpatía que ya se había ganado el ex presidente Carlos Manzo desde antes de que fuera cobardemente asesinado, resultará insuficiente e inevitablemente entrará en tensiones con un conjunto de opiniones adversas que se han generado sobre su estrategia política y el enrarecido clima en el que se da su muerte. Aun con este riesgo, me atrevo a colocar algunas ideas, primero porque soy de Uruapan, al que me unen ahí hasta el momento lazos familiares y, segundo, porque me preocupa el entorno en el que se dan estos acontecimientos.

El movimiento del sombrero, si bien se personalizó, no es la invención de un individuo aislado de los intereses de las oligarquías, más bien la construcción de un tipo de identidad política donde se recuperaron elementos simbólicos de lo popular en la cultura michoacana comunes entre la ciudadanía, los sectores campesinos, migrantes y el propio magisterio democrático, que se combinan para consolidar la figura del outsider (lo que está fuera de) y presentarlo como vía de salvación por su aparente (porque no lo es) independencia de la partidocracia y de la clase política regional, tan deslegitimada por la corrupción, la cooptación de los poderes criminales y su frivolidad frente a los problemas sociales.

La estrategia del outsider ha sido recurrente para fortalecer figuras vinculadas a la derecha, lo mismo en laboratorios en puerta (como es el caso del empresario Salinas Pliego), que en experiencias consolidadas, léase Javier Milei en Argentina, Bukele en El Salvador y, de cierto modo, también con el Trump de ahora siendo disruptivo para reconfigurar la hegemonía del imperialismo norteamericano y del mundo capitalista, pero sin romper sus lógicas salvajes de acumulación.

Tengamos presente que las recientes escaladas neofascistas de las derechas no se aprecian sólo por sus programas económicos libertarios, de valores conservadores religiosos y patriotismos supremacistas; también por su inclinación a medidas militaristas, de guerra a campo abierto para administrar la violencia, de criminalización de la ciudadanía por su “apariencia sospechosa” y propagandización de los impactos (no resultados) inmediatistas de sus programas.

Los elementos anteriores caracterizaron al ex alcalde, quien portaba chaleco antibalas al mismo tiempo que transmitía en vivo supuestas persecuciones policiacas, patrullajes con helicópteros de renta privada o desmantelamientos de narcocuarteles; además, se mostraba abiertamente partidario de que las policías municipales de proximidad ciudadana portaran armas de alto poder, autos propios para el ejército y que éstas tuvieran facultades para hacer ejecuciones; sin embargo, ninguna de las medidas de su gobierno cambió las condiciones mínimas de inseguridad en el municipio, aunque los oligopolios de la comunicación persuadieron a la población nacional de percibir mediáticamente lo contrario.

La popularidad con la que se aceptan estos proyectos radicales de solucionismos ineficientes encuentra campos fértiles en situaciones de violencia criminal tan profundas que impiden la reproducción esencial de la vida económica, de movilidad, esparcimiento y de seguridad familiar de la sociedad; tal es el caso de algunas regiones de Michoacán. La frivolidad con la que se conduce la burocracia gobernante michoacana contribuye en demasía a este ambiente de volatilidad en el que se esparcen con facilidad, entre el hartazgo social, las condiciones de materialización de proyectos de fascistización que se están movilizando en la infiltración de genuinas protestas de la población para establecer un clima de paz.

El gobernador y su gabinete de primera línea está enfocado en la pugna intestina por las candidaturas frente a la elección del 2027; uno de los más lamentables ejemplos es el de su eterno candidato que las ha perdido todas; al ex secretario de Gobierno y ahora fiscal carnal del gobernador, la ceguera electoral le provoca tal anestesia social que se ha atrevido a declarar la inexistencia de denuncias por extorsión en la zona terracalentana y la cuasi culpabilización de muerte por autodescuido del líder limonero en esta misma zona.

Otro de los casos de mayor frivolidad es el personaje de Marvel recreado por Gaby Molina, a quien Alfredo Ramírez nombró la Mujer Maravilla por considerar que es la mejor secretaria de Educación de Michoacán de los últimos 50 años. Ahora, a la candidata que cobra como funcionaria de Estado se le puede ver vestida de heroína, en franca pasarela electoral durante eventos dominicales de gran afluencia poblacional, por la capital moreliana.

En otro escenario lejano a la espectacularización de la política están las constantes protestas normalistas demandando el incumplimiento del derecho que constitucionalmente les asiste para tener prioridad en la contratación de plazas docentes; también las recurrentes tomas de las oficinas centrales de la Secretaría de Educación por padres de familia, exigiendo maestros para sus hijos, debido a las consecuencias del reordenamiento administrativo estatal que está negando la reposición de profesores jubilados o de cambio de adscripción en las escuelas.

Por todo lo anterior, estamos obligados a cambiar los sentidos comunes invadidos por las derechas; de otro modo, las consecuencias serán lamentables para nuestros anhelos de paz y democracia.