Días de furia.

Todos los días te levantas, tratas de hacer bien tus labores cotidianas, procuras ser un buen padre, un buen amigo, un buen profesionista,  procuras ...
Image

Todos los días te levantas, tratas de hacer bien tus labores cotidianas, procuras ser un buen padre, un buen amigo, un buen profesionista,  procuras ser un buen ser humano. En el traslado de tu casa al trabajo prendes la radio y lo que oyes no es diferente un día de otro, indistintamente de que día de la semana sea, las noticias generalmente son iguales, accidentes, robos, ejecutados, asaltos y un largo etc. La furia bosteza se sacude la flojera y se nos trepa a los hombros desde muy temprano.

El desánimo duerme a lado de la furia y al igual que esta, suele levantarse temprano. Para el medio día casi siempre podremos agregar la merienda de media mañana: intrigas partidistas, políticos gritando y dando sombrerazos, tirando verdades absolutas a diestra y siniestra, apoyados por hordas de cuentas en redes sociales que replican las versiones de ambos bandos. La furia está actualizada y ahora inunda todos los espacios.

Para cuando la noche ha caído, la furia toma la forma de esos abrigos pesados que te protegen del frio pero que pesan e incomodan, tu margen de movimiento es muy limitado. Todos los actores replicantes de malas noticias ya tienen bien detalladas sus versiones de impacto y cerraran su día con estelares que inundaran todos los rincones, televisión, radio, redes sociales, y en todos aquellos medios que pueda reproducirla y replicarla.

Al cabo de muchos días, tu rutina diaria ya tiene bien definida sus dosis de furia, acumulas, acumulas, acumulas. Un buen día se presenta una oportunidad de descargar la furia acumulada, los detonantes pueden ser: una discusión con tu pareja, una diferencia de opinión con tus compañeros de trabajo, algún chiste de mal gusto, o el evento político masivo de algún gobernante. La oportunidad es inmejorable en cualquiera de los casos, tú no lo sabes, pero, las catarsis operan así, casi como la justicia mexicana, primero pego y luego averiguo si eres culpable, mientras tanto canalizaras tus impulsos hacia quien esté al alcance.

¿Qué nos ocurre como sociedad? ¿Por qué andamos tan molestos? ¿Será que el enojo nos mueve últimamente? ¿Qué es lo que hemos hecho mal? Si alguna actriz sobresale, nos molestamos y descalificamos. Si alguien opina contrario a nuestra manera de pensar, despotricamos y descargamos toda clase de improperios. Si hay apoyo para jóvenes de escasos recursos, los llamamos “flojos”. Si ayudan a los jóvenes de la tercera edad, nos apuramos a decir que andan regalando el dinero de los impuestos. En fin, así podríamos continuar con un larguísimo catálogo. La furia ha tomado el control de nuestra cotidianidad.

Nuestro mal colectivo parece ser una especie de neurosis que cada vez da la impresión de empeorar, la competencia por ser dueños de la verdad  nos confronta, nos divide y no nos deja avanzar como sociedad. Tal vez nuestra individualidad sea consecuencia de nuestra sociedad o tal vez nuestras sociedades estén impregnadas de un individualismo enfermizo. Cada día como maestros observamos en el aula patrones repetitivos de lo que ocurre en sociedad, los paralelismos nos obligan a mirarnos crudamente al espejo.

Es difícil decirlo pero, los maestros solemos ser portadores del virus de la colectividad, mucho del tema es mencionado por Claudio Naranjo, un polifacético y sabio chileno a quien admiro y leo cada vez que puedo, él plantea que solamente cambiando la educación podrá cambiarse al mundo, según él, los encargados naturales de hacerlo somos los maestros, pero antes, debemos hacer una toma de conciencia sobre nuestras propias programaciones, trabajar en nosotros mismos y hacer una limpia de lo que la familia, la sociedad  y la cultura han hecho de nosotros para así, evitar replicar un mal que de entrada, difícilmente aceptamos.

Tal vez suene idealista y hasta utópico, pero desde mi punto de vista si una reforma educativa no contempla, por principio de cuentas una atención especial a uno de los activos de más importancia en la tarea de educar, los maestros. Seguiremos  dando vueltas en círculos, solamente mediante programas específicos que ayuden a ir sanando poco a poco nuestras neurosis individuales, podremos empezar a evitar heredarlas a los que nos preceden.

De manera personal yo pienso que, las revoluciones actuales deberán  ir primero de lo individual para posteriormente impactar en la colectividad y construir mejores sociedades, más benévolas con sus diferentes entornos y fundamentalmente con nuestros semejantes. Tal vez los días de furia son el síntoma que antecede a un cambio de era, una en la que podamos reconciliar los aparentes opuestos, donde la razón y la emoción puedan coexistir y brindarnos equilibrios, por el bien de los que estuvieron, de los que están y los que estarán.

Soy Jorge Isaac Alvarado Alcocer.- esta es mi reflexión desde el aula.

TEMÁTICAS: