Esta metodología permite crear aprendizajes gracias a la realización de una producción concreta.
A través de una serie de etapas, las y los estudiantes colaboran, guiados por la o el docente, para responder a una problemática, resolver una situación o responder a una pregunta, apoyándose en un tema que suscita su interés.
Es muy importante que las y los estudiantes se enfrenten a una problemática real que deberán resolver siguiendo un proceso de investigación-acción, movilizando conocimientos, habilidades y actitudes de una forma interdisciplinar y colaborativa.
Características principales
Se trata de una metodología activa, en la que las y los estudiantes son los protagonistas de su aprendizaje: indagan, crean, aprenden, aplican lo aprendido en una situación real, comparten su experiencia con otras personas y analizan los resultados. Ellas y ellos elegirán, en la medida de lo posible, la problemática que desean abordar (entre varias opciones o de manera totalmente libre, en función de su nivel), y trabajarán en equipo para resolverla.
Un desafío interesante y motivador hace que las y los estudiantes aprendan porque necesitan nuevos conocimientos para resolver un problema que les interesa y les afecta. Si además el proyecto tiene una utilidad social, un resultado que beneficie a otras personas, habrá un impacto positivo en la autoestima de las y los participantes y la motivación será aún mayor.
El anclar los cursos en la realidad social permite a las niñas, niños, adolescentes y jóvenes (NNAJ) comprender el sentido práctico de las enseñanzas. Al aplicar en la práctica sus conocimientos, se adquieren aprendizajes más pragmáticos, valiosos y duraderos.
Las y los estudiantes construyen los aprendizajes durante el proceso. Se trata de una metodología centrada en las NNAJ como sujetos que aprenden y no tanto en la o el docente como transmisor de conocimientos. Sin embargo, este nuevo papel no es sencillo: hay que motivar y orientar al alumnado para que asuma e interiorice su nuevo rol como algo que le enriquece.
Las y los docentes asesoran y orientan, motivan, proporcionan herramientas, recursos y contactos, así como un marco de referencia teórico que dé una guía y permita la complementariedad entre las sesiones de clase y las sesiones de práctica. Son coordinadores y dinamizadores del proceso, ayudan a las y los estudiantes a aprender por sí mismos, les dan retroalimentación y aprenden a la vez que enseñan.
En resumen, el aprendizaje por proyectos permite aunar los intereses, conocimientos y contexto del alumnado con los objetivos curriculares.
¿Cuáles son sus alcances?
– Esta metodología permite ir más allá del aprendizaje compartimentado por asignaturas. La interdisciplinariedad y la aplicación de los conocimientos en el mundo real dan sentido a los aprendizajes y evitan la desvinculación escolar.
– Adquisición de competencias para el siglo XXI: trabajar en un proyecto requiere una capacidad de análisis y crítica, trabajar en colaboración, contar con habilidades socioemocionales como la empatía y la tolerancia, organizarse de manera autónoma, asumir responsabilidades y saber comunicar eficazmente.
– Mención aparte merecen las habilidades digitales, puesto que las y los participantes tendrán que rentabilizar el uso de las tecnologías de las que disponen.
¿Qué se requiere para aplicarla?
Trabajar por proyectos no requiere de docentes expertos, ni de recursos financieros suplementarios, sino, ante todo, de docentes que pongan en alza su papel de guías y mediadores. En ellas y ellos recae la responsabilidad de acompañar al alumnado para que aprenda a trabajar de forma autónoma, responsable y colaborativa, y muchos estudiantes no saben porque no han tenido oportunidades para hacerlo. Un período de adaptación será a menudo necesario para que todas y todos los participantes en el proceso encuentren un equilibrio: entre el rol activo de las y los estudiantes y el rol docente como guía.
También es conveniente una cierta progresividad: podemos empezar imaginando proyectos en el aula, en una asignatura, para pasar a proyectos transversales con otros docentes, clases o niveles. En este proceso es importante que las y los docentes no estén solos, que las autoridades educativas en conjunto con la comunidad escolar reconozcan la utilidad de esta metodología y les faciliten la posibilidad de compartir las experiencias de aprendizaje basado en proyectos con sus pares y otros centros educativos.
¿En qué contextos se utiliza?
Esta metodología puede aplicarse en todos los contextos, en todos los niveles, adaptándola al nivel escolar.
¿Cuáles son las etapas?
1. Planteamiento del proyecto y plan de trabajo:
• Fijación de los objetivos del proyecto, los entregables, el impacto esperado. Se pueden presentar opciones o dejar libre la elección de las temáticas.
• Organización de los equipos y distribución de las responsabilidades para que todas y todos tengan tareas y funciones que asumir.
2. Implementación:
• Proceso de investigación, búsqueda, tratamiento y análisis de la información.
• Interacciones entre estudiantes y docentes (orientación o seguimiento).
• Creación de un producto final que el alumnado elige (presentación, infografía, murales, exposición, video, canción, discurso, encuesta, juego, concurso, debate, entre otros).
3. Presentación:
• Posibilidad de presentar públicamente alguna(s) actividad(es) del proyecto o el resultado final. La presentación pública acrecienta la motivación.
4. Evaluación de los resultados:
• Feedback del proceso: respuesta colectiva a la pregunta inicial si ese es el caso.
• Promover la autoevaluación de cada miembro del equipo y la evaluación entre pares, además de la evaluación en plenaria (lecciones aprendidas).
• La evaluación debe centrarse en las habilidades mentales, valorar el camino hacia el aprendizaje y no solo en los resultados.
Infografía
¿En qué consiste la Metodología del Aprendizaje Basado en Proyectos? pic.twitter.com/UCJz8hhkeT
— Profelandia (@Profelandia) June 21, 2022
Fuente: Guía para la octava sesión del Consejo Técnico Escolar 2021-2022.