Penoso el asunto de
la venta de claves para el examen del factor preparación profesional de la XX Etapa de Carrera magisterial; no cabe duda que el flagelo de la corrupción imperante salpica y salpica en cada espacio social de nuestro país. A mi personalmente me indigna el atraco a la transparencia de los resultados del programa que busca incentivar al docente que
en buena lid merece un despegue en su salario por su destacado desempeño y preparación; me hace falta una buena dosis de mesura y temple para mantener la compostura ante éste hecho que demuestra
la vulnerabilidad del sistema de evaluación de Carrera Magisterial. Es que imaginen el escenario de un maestro curtiéndose el cuero buscando su temario, investigando la bibliografía propuesta en el temario, estudiando muy dedicado la bibliografía y, que al final de cuentas
una bola de cínicos compren muy panchos las claves para el examen que el buen maestro que se ha “curtido” anhela aprobar con buen puntaje. Esto si que inflama los riñones. Pero para incrementar la inflamada, uno se pregunta ¿cómo es posible que las claves pierdan su status de
discreción tan tristemente? ¿Quién es el culpable de semejante pillaje?, particularmente creo que
el principal culpable es la misma SEP porque la logística de planeación y ejecución de los recursos destinado al programa de carrera magisterial están vinculados a ésta institución. Es la
SEP quien se encarga del diseño, impresión, distribución y aplicación de los exámenes, así que lo más conveniente es que asuma su responsabilidad culposa empezando por la cabeza, es decir: sobre el
“Presidenciable” Alonso Lujambio.