Hace unos días, leía una noticia que algún medio digital difundía por sus redes sociales; el título y el contenido fue por demás llamativo, porque aludía a que varios padres de familia se estaban organizando para conformar una asociación de padres con el propósito de exigir que las y los maestros cumplieran con su trabajo, porque, a decir de estos, las y los docentes ya se quejaban mucho en estos días. Insisto, fue una nota que llamó mi atención, pero que con el trajín de la vida no le di mayor relevancia.
Un par de días después de esa nota periodística, una docente de una escuela primaria me envió vía WhatsApp un video que en TikTok se hizo tendencia. Dicho video corresponde a la cuenta identificada en esa plataforma como Profe Mondragón, y bueno, al ver de qué se trataba no dejaba de sonreír: el profe Mondragón (imagino que es el que aparece en este material) menciona que va a checar los nuevos protocolos “si el tirador se presenta disparando dentro de una oficina o salón, de ser posible inmovilicen al tirador utilizando algún objeto si es necesario”, acto seguido, este profesor aparece con un ventilador pequeño en la mano, mismo que emplea como escudo y con una engrapadora en la otra que, con un movimiento rápido avienta hacia el frente; después de ello, nuevamente aparece en escena este profe con una caja de marcadores magistral haciendo el mismo movimiento de aventar las cosas hacia el frente; luego de esto, vuelve a aparecer con un bote de basura en la cabeza y con un cubo en las manos que también avienta hacia el frente; y, finalmente, aparece otra vez pero ahora con una pistola de silicón, misma que avienta hacia el mismo lugar que las anteriores (https://vt.tiktok.com/ZSBcRkvqA/ ).
Visto el video, no pude más que sonreír porque particularmente me pareció bastante creativo y entretenido el material, sin embargo, no sé por qué algo dentro de mí se preguntó si era real lo que se decía del protocolo o era una invención de estos creadores de contenido. Inmediatamente me di a la tarea de preguntar en Facebook, TikTok y con algunos docentes de esa entidad, y me confirmaron que ese protocolo era real, que se revisó esa propuesta durante las sesiones del Consejo Técnico Escolar y que contenía en promedio 150 páginas.
Ni tarde ni perezoso solicité, de ser posible me fuera compartido, y así fue, unos minutos más tarde tuve en mi celular el documento referido y comencé a leer su contenido.
De entrada, debo decir que es una propuesta que el gobierno del estado de Baja California, en manos de Marina del Pilar Ávila, proponen a quienes se encuentran prestando sus servicios profesionales en el medio educativo, particularmente de educación básica, de escuelas públicas y privadas. El documento lleva por nombre Protocolos de protección integral escolar, que se supone no es otra cosa más que un “plan de prevención y estrategia de acción”, porque, de acuerdo al texto, es “trabajo de la comunidad escolar actuar bajo los modelos que establece este protocolo, al amparo del respeto y salvaguarda de los derechos humanos de la niñez bajacaliforniana” y, por ello, “se requiere de una serie de mecanismos estandarizados que se apliquen mediante procesos claros de fácil lectura”.
El objetivo de estos protocolos, a decir del propio gobierno de esa entidad, es “establecer y brindar modelos de actuación con perspectiva de género, inclusión, derechos humanos e interculturalidad, que permitan que todas las personas que intervienen en el ámbito educativo atiendan y procedan de manera certera, oportuna y eficaz en materia de prevención, detección y actuación ante cualquier situación de riesgo que impacten en el contexto educativo…”
Y bueno, además de la introducción, el documento se conforma por seis apartados: I. Disposiciones generales; II. Situaciones de riesgo; III. Violentómetro; IV. Recomendaciones generales a madres, padres o personas responsables del cuidado familiar; V. Recomendaciones generales al personal docente y personal titular de la dirección en caso de situaciones emergentes; VI. Contactos de emergencia. Todos estos apartados en un documento de, efectivamente: 149 cuartillas. Sí se leyó muy bien: 149 cuartillas.
Como parece obvio, el apartado más amplio es el segundo “Situaciones de riesgo”; incluye 16 subapartados como: Del tipo sexual; Estado de vulnerabilidad; Violencia; Acoso escolar; Conducta suicida; Extorsión telefónica; Uso, presencia y venta de drogas lícitas o ilícitas; Amenaza o atentado en la escuela; Presencia de armas dentro y fuera del centro escolar; Disturbio o despliegue de fuerzas de seguridad; Accidente o lesión en la escuela, seguro escolar contra accidentes; Presencia de plaga de insectos, roedores, reptiles o animales domésticos; Fuga de gas u otro químico en la escuela; Sismo; Incendio; Contingencia meteorológica en la escuela. Todos estos con información que puede resultar relevante para las y los trabajadores de la educación porque, no niego que, como prestadores de un servicio profesional, deben y tienen que conocer qué hacer en caso de que suceda algún incidente dentro el centro educativo; no obstante, después de la lectura a este documento en mi mente se formuló un simple cuestionamiento: ¿en qué momento la o el maestro tendrá tiempo para dar sus clases si debe estar atento a cualquier incidente que pueda suscitarse en su aula o escuela?
Peor aún, después de analizar el referido documento me quedé pensando en que la Secretaría de Educación y el Gobierno del estado de Baja California quieren en las escuelas que, además de enseñar los docentes sean psicólogos, médicos, trabajadores sociales, oficiales de policía, policías cibernéticos, agentes encubiertos, guardaespaldas, guardias de seguridad, abogados, consejeros jurídicos, conciliadores, terapeutas, psiquiatras, soldados, rescatistas, bomberos, expertos en artes marciales, nutriólogos, oftalmólogos, enfermeros, choferes, niñeras, paramédicos, plomeros, electricistas, carpinteros y muchos más; esto sin olvidar que también se les exige ser padres de familia, intendentes, secretarias, subdirectores y directores. Aunado a lo anterior, tengo claro que también estas mismas autoridades quieren que las escuelas sean centros de justicia, comisiones de derechos humanos, sistemas de desarrollo integral de la familia, centros de inteligencia cibernética, centros de comando y control, centros de rehabilitación, centros de control de plagas, protección civil, red de apoyo y contención, consultorios médicos, centros de alto rendimiento deportivo, guarderías, en fin.
No sé si con esto que acabo de exponer, algunos de esos padres de familia (como los que pretenden conformar esa asociación que aludía al inicio de este texto) entiendan la complejidad del quehacer docente, sin embargo, dando respuesta a esto mismo que planteo diré que no, porque para ellos muchas maestras y maestros están a su servicio para que hagan lo que ellos gusten y manden: cerrazón algunos le llaman.
No sé si la ignorancia que se encuentra tras de un escritorio en la Secretaría de Educación o el Gobierno de Baja California les imposibilite reflexionar sobre algunos temas agregados a este documento; miren que solicitar que en caso de que ingrese un tirador activo a la escuela se podría inmovilizar utilizando algún objeto me resulta estúpido, por decir lo menos, no imagino a una docente que en esos momentos tuviera en sus manos chispas de colores (pequeños trozos de dulce), porque se encuentra trabajando un proyecto con sus pequeños, intentando utilizarlas para inmovilizar a dicho tirador.
¿De verdad quienes diseñan esos protocolos no se imaginan lo que significa estar en un grupo de 30 o 40 niños trabajando en espacios muchas veces reducidos?
Buenos para demandar una actuación de las y los trabajadores de la educación para detectar y prevenir incidentes en las escuelas; malos, pero muy malos para diseñar protocolos y planes de formación sobre estos temas para las y los maestros; pésimos para diseñar y proponer protocolos de actuación en caso de agresiones por parte de padres de familia y estudiantes hacías las y los profesores. Entiendo que la niñez es y será prioridad de todas y todos, pero los docentes ¿no son seres humanos? No verdad, creo que las y los trabajadores de la educación son súper héroes que no necesitan absolutamente: nada.