Nuevos lectores

En la literatura no hay límites para la imaginación...
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Durante las celebraciones de fin de año me hicieron esta pregunta: ¿Qué puedo hacer para que mis hijos lean? Como en esta época resurgen nuestros más nobles propósitos. Comparto seis consejos con los cuales podemos empezar.

1.- El ejemplo. Si tus hijos no ven que lees, qué te hace pensar que ellos lo harán por si solos. El ejemplo es fundamental: Si los padres leen, tarde o temprano, el niño lo hará. Tú como padre debes leer, aunque al principio no te guste (o aunque no te guste nunca). Lee con tus hijos, lee para tus hijos, pero sobre todo, lee por tus hijos. Es paradógico cómo maestros y padres buscan estrategias para que los niños lean, pero que esas estrategias no incluyan a los adultos.

2.- Platica de lo leído. Habla con tus hijos (cuando menos) de lo que lees y escucha sus opiniones de lo que ellos leen. Todas sus lecturas son importantes, por tanto, todas tienen algo que comentar. Así como nos emociona hablar de los partidos de futbol, de la serie de moda o de los gadgets del momento, así hablemos de lo que leemos o leímos. Que tus libros sean tema de conversación, al menos entre tu familia. Que hablar de lectura sea algo tan cotidiano, tan normal, como el clima o el “cómo te fue hoy en la escuela”.

3.- Lee literatura. Eso sí debe quedar claro: Olvídate de la superación personal, de la meditación, del coaching, de las neurociencias, de la academia. Ignora libros que te llevarán al éxito, que reprograman la mente, que mejoran tu vida. Tal vez sirva para otras causas, pero acá no sirve de nada. En la literatura no hay límites para la imaginación, no hay dogmas, no hay consejos de vida. Solo hay ideas. Lo demás debes hacerlo tú mismo, con tu criterio, con tu experiencia, con tu imaginación. Queremos que, en el futuro, nuestros hijos piensen por si solos, que sean únicos, originales. No deseamos que alguien piense por ellos o les diga qué hacer. En su libro El camino al infierno (Editorial Novaro, 1971), Aldous Huxley asegura: “La naturaleza ha recurrido a procedimientos extremos para asegurarse que cada individuo sea diferente a los demás. Quien trate de uniformizar al ser humano comete un ultraje contra la naturaleza biológica de la especie”.

4.- Compra libros. Ni modo, aquí está el lado triste. Para ser lector hay que comprar libros. No uno, ni dos. Muchos libros. Varias decenas por año (mínimo). Todo el tiempo. De lo que compres, no todos les van a gustar. No todos son lo que piensan. Asimismo, no todos son para ellos (por el momento). O tal vez aún no están preparados para esa lectura. Pero debemos seguir comprando. Resulta ilógico cómo la SEP insiste en formar lectores, pero a las escuelas no llegan libros de literatura. No tiene sentido. Ni lógica. Si realmente queremos formar lectores, nuestras escuelas deberían estar atiborradas de libros. Tristemente no es así.

5.- Vincula lecturas. Como adultos nos toca establecer un lazo entre lo que leemos y lo que vivimos. Entre lo que leímos y lo que pensamos. Pero sobre todo, entre lo leído y lo que sentimos. Se trata, pues, de que la lectura no termine al cerrar el libro, sino que continúe durante todo el día, o mejor dicho, durante toda la vida. No es que vayamos a vivir en una fantasía. No. Simplemente se trata de recordar que esa casa es parecida a la de tal libro; tal calle me recuerda al de ese cuento o simplemente, algo que vimos o sentimos, nos recordó a ese poema, a esa frase o a tal autor. Poco a poco, nuestra vida se llenará de referencias de nuestras lecturas, así como ocurre con nuestros viajes, nuestras películas, nuestras anécdotas.

6.- Hazlo tú mismo. Como casi todas las cosas importantes, debes hacerlo por tu cuenta. Nadie irá a tu casa a convertir a tus hijos en futuros lectores. Si no lo haces tú, nadie lo hará. No creas en los cursos que te ofrecen lectura fotográfica. Tampoco pienses que con una o dos conferencias sobre lectura será suficiente. O que se logrará en un curso de regularización. Hay que poner en práctica los consejos anteriores. Incluso, si conoces otros más también hay que incluirlos. Convertir en lectores (lectores por placer) a los más pequeños de la casa es una de las tareas más complicadas de la humanidad. Lamento aclarar que todo lo anterior no garantiza resultados. Pero siempre será mejor intentarlo. Una y otra vez. Toda la vida. 

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