El gobierno de la 4T comenzó un primero de diciembre de 2018, en medio de la euforia popular; no era para menos, el entonces candidato López Obrador arrasó en las urnas.
Uno de los sectores que apoyaron masivamente su candidatura fue el magisterial; no fue algo extraño en absoluto, AMLO supo capitalizar el malestar generalizado de maestras y maestros de todas las tendencias político-sindicales; durante su campaña prometió cancelar la reforma educativa 2013, esa que los maltrató, agravió y violentó de múltiples maneras: física, administrativa, laboral, sobre todo política y simbólicamente.
Cuando AMLO asumió el poder y envió una iniciativa de reforma constitucional para cancelar la reforma del Pacto por México de la que prometió no quedaría ni una coma, cuando se logró una mayoría calificada para aprobar la nueva reforma constitucional, cuando la mismísima CNTE reconoció que la reforma ya había caído, parecía que las razones para luchar habían desaparecido, el cambio sólo era cuestión de tiempo, de seguir las negociaciones y ya.
Sin embargo, no fue así.
No había transcurrido ni el primer año de gobierno cuando más de 90 mil maestr@s de Veracruz tomaron las calles y promovieron paros, al igual que en Baja California, Chiapas y Guerrero; los motivos: falta de pagos y contrataciones (Magisterio. Paro de noventa mil maestros en Veracruz.)
Muy pronto fue demasiado tarde; algunas secciones de la CNTE pasaron del entusiasmo a la incredulidad, finalmente a la irritación. En 2021, la sección 7 de la CNTE intentó dialogar con el presidente, en ese entonces de gira por la entidad. No fue recibida. Los y las maestras detuvieron su vehículo. AMLO no pudo llegar a su destino, terminó realizando la conferencia mañanera en un auto por la presión de un contingente de maestros. Luego, en cadena nacional, AMLO terminó comparando a la CNTE con el movimiento conservador conocido como FRENA. Sus seguidores acuñaron una frase infame: Ni el FRENNA, ni la CNTE, detienen al presidente.
Entre 2020 y 2022, cuando la pandemia nos tomó por sorpresa, el confinamiento no impidió que las protestas magisteriales se hicieran presentes en las redes sociales, reclamando mejores condiciones de trabajo y atención al abandono histórico de las escuelas públicas.
En resumen: de 2019 a 2022, diversos sectores magisteriales, de distintos niveles educativos y filiaciones político-sindicales variadas, han realizado marchas, plantones y protestas a nivel local. En Chihuahua, Nuevo León, Veracruz, Guanajuato, Morelos, Quintana Roo, Zacatecas, Michoacán, Coahuila, Durango, Tlaxcala, Oaxaca, Tamaulipas, Ciudad de México, Yucatán, los docentes se han organizado y movilizado para reclamar la falta de pagos, la reinstalación de docentes despedidos, la basificación de interinos y aumento salarial de emergencia (Cronologia-de-la-lucha-docente-en-tiempos-de-la-4t)
En junio de 2023, más de cien mil docentes del Estado de México desconocieron los acuerdos suscritos por el líder sindical del SMEMS (Magisterio doblega al gobierno del Estado de México)
En diciembre del mismo año, una manifestación convocada por el propio Instituto de Educación Básica del Estado de Morelos (IEBEM) contra la inseguridad en Cuernavaca, los maestros y maestras se rebelaron, concluyeron la manifestación en el zócalo, exigiendo al gobernador medidas contra la inseguridad y la renuncia del titular del IEBEM (Marcha magisterial por la paz se le sale de control al gobierno de Morelos). En el mismo mes, luego del paro magisterial en el que participaron docentes de la Ciudad de México, la SEP ofreció retomar las mesas de trabajo (SEP ofrece mesa de trabajo a maestros tras protestas en CDMX) tras-protestas-en-cdmx/). Pero no continuaron ni resolvieron; por el contrario, las razones del desencanto magisterial con el gobierno de la IV T siguieron creciendo.
Hace un año, AMLO anunció que “ningún maestro ganará menos de 16,000 pesos mensuales” y sería retroactivo a enero de 2023. Dicho ofrecimiento nunca se cumplió, los recursos fueron destinados a otro sector de trabajadores de la educación, más no a los docentes. Desde entonces, las acciones de protesta no se han detenido.
Hoy, a diferencia de años anteriores, se asoman esfuerzos de diferentes grupos magisteriales para movilizarse. La CNTE anuncia una gran marcha nacional y un paro de labores. La movilización de este 15 de mayo de 2024, el último en el que AMLO anunciará el tradicional aumento salarial al magisterio, intenta recuperar la tradición de lucha de amplios sectores magisteriales en medio de la batalla electoral por la presidencia.
A diferencia de hace seis años, la relación entre candidatos y magisterio es distinta. Hasta ahora, no hemos visto o sabido que Claudia Sheinbaum se reúna con ninguna de las secciones y grupos del magisterio democrático; sus propuestas en materia educativa, al menos para el nivel básico, se enfilan hacia una continuidad ambigua.
En este momento, las demandas magisteriales son claras: aumento salarial de emergencia, directo al sueldo base; estabilidad laboral y reinstalación de los maestros cesados por protestar contra la reforma de Peña Nieto; basificación de docentes interinos que han trabajado en esta condición irregular durante años; abrogación total de la reforma educativa 2013 y de la USICAMM, de la Ley del ISSSTE y del pago de jubilaciones en UMAS; reinstalación de las mesas de diálogo con los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos desde hace casi 10 años.
Dadas las circunstancias, ¿será suficiente con decir lo que se quiere o no se quiere, sin proponer cómo o en qué términos?
Es tiempo de cambiar el chip.
- Primero: reconocer el desgarramiento de las organizaciones magisteriales, provocado por el modo de gestionar las resistencias por parte de la 4T. No es que hayan entrado en un estado de pasivividad por mera ingenuidad o exceso de confianza; el gobierno de AMLO hizo su parte, fue y ha sido el gran desmovilizador magisterial, continúa tratando de mantener a raya las protestas reuniéndose con líderes magisteriales, sin que existan acuerdos concretos. La 4T logró controlar cognitiva, política, administrativa, legal y laboralmente a las resistencias; no por nada se jactó en más de una ocasión de la inexistencia de protestas.
- Segundo: recordemos que el ejecutivo se ha reunido con el secretario general del SNTE, premiado por cierto con una candidatura al senado para acordar el aumento salarial; serán ellos quienes anuncien el aumento prometido. Cabe recordar que el salario, como todos los recursos públicos producto de nuestros impuestos, es administrado por el gobierno; no obstante, año con año se otorga como si fuese una dádiva. Es hora de romper con el fetichismo gubernamental del aumento salarial como una graciosa concesión del presidente en turno, establecido en lo oscurito con el líder máximo del sindicato, al margen de los agremiados.
- Tercero: el aumento tendría que ser resultado de una negociación abierta. Por eso, qué mejor que una gran movilización para hacer patente la inconformidad magisterial por los agravios acumulados y las promesas incumplidas, esa acción envía además un potente mensaje al gobierno entrante y haría efectiva la consigna de la CNTE: gobierne quien gobierne, los derechos se defienden.
- Cuarto: ya entrados en gastos, luego de todo lo ocurrido en los últimos doce años, sería bueno ir a la ofensiva, plantear pliegos petitorios más allá de las demandas laborales convencionales. Por ejemplo, sobre la cancelación de la reforma 2013 que ahora se reconoce no fue tal, ¿qué cambios hay que hacer a la ley?, ¿qué debe decir?, ¿qué aspectos hay que modificar?, ¿qué otras cuestiones se pueden incluir que impacten directamente en la mejora de las condiciones de trabajo de los docentes?, ¿reducir la cantidad de alumnos por grupo?, ¿dispones de tiempo para planear dentro del horario laboral?, ¿contar con los insumos materiales necesarios para trabajar?
Si algo hemos aprendido es: dejemos de pensar que con quien llegue a la presidencia nos irá mejor; dejemos de esperar a ver qué nos dan en nuestro día, dejemos de creer que un solo hombre o mujer cambiará el país y la educación. Vayamos a la ofensiva, tomemos la iniciativa.