Mensaje del INEE a los maestros

El magisterio es una profesión. Y como toda profesión, debe apegarse a un código de ética sustentado en valores como la honestidad, la disciplina, el ...
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El magisterio es una profesión. Y como toda profesión, debe apegarse a un código de ética sustentado en valores como la honestidad, la disciplina, el respeto, la vocación de servicio y la rectitud. De igual forma, debe tener un alto nivel de competencia, un cuerpo básico de conocimientos, un repertorio de técnicas, apoyarse en un sistema de formación continua y contar con un amplio margen para decisiones autónomas. Todo ello acompañado por un amor a compartir su saber con los demás.

La actual política educativa en México acierta al colocar a los maestros en el centro de su atención, reconociendo que son ellos el factor que más influencia tiene para conseguir el éxito de todos los alumnos.

Enseñar es uno de los actos más nobles del ser humano. Requiere, por definición, pensar siempre primero en el otro. Por ello, el magisterio debe ser la profesión que mayor impacto tenga en la vida de las personas y por ende en el desarrollo nacional. Por esa razón y porque los maestros han sido destacados constructores de la nación mexicana moderna, la sociedad y el Estado deben apoyar con especial dedicación el desarrollo y fortalecimiento de este grupo social que tanto significa para el país.

La creación del Servicio Profesional Docente en 2013 por mandato constitucional inauguró una nueva etapa histórica. Incorporó por vez primera la piedra angular del mérito como elemento central para la asignación de plazas, las promociones a los docentes y la distribución de estímulos, lo mismo que para el reconocimiento y la permanencia. Ello trastocó un estado de cosas que era a todas luces inaceptable y que debía cambiar: prácticas como la herencia, venta o renta de plazas de docentes, así como la asignación injustificada de puestos de dirección o supervisión negaban en la práctica el derecho superior de los niños de México a una educación de calidad que les sirviera en la vida para salir adelante.

Grupos de interés que añoran tiempos pasados han perdido un estado de cosas en el que obtenían diversos privilegios para sí, sin importar el efecto en los demás.

Ahora, la evaluación tiene para los maestros múltiples beneficios: contar con mayores elementos para seguirse profesionalizando, obtener reconocimientos diversos y concursar para promociones diversas con base en sus propias capacidades y no en componendas de otra índole. Todo ello depende ahora exclusivamente del mérito personal y del buen desempeño docente.

Sin dejar de lado lo avanzado, México sigue teniendo una deuda con sus maestros. Imposible dejar de lado el trabajo que llevan a cabo jóvenes maestros en las zonas rurales más remotas, atendiendo a la población más pobre, ni el trabajo cotidiano de todos los maestros del país, quienes se esfuerzan por ayudar a que sus alumnos se desarrollen de manera integral y crezcan como personas capaces, seguras e íntegras.

Es por esto que se requiere apoyar incondicionalmente la mayor profesionalización de los maestros, dotarlos de mejores condiciones materiales para que realicen su trabajo y reconocerlos en todos sentidos por su esfuerzo y sus logros en beneficio de la niñez y juventud de México.

Contribuyamos todos reconociendo a los maestros que tenemos cerca. Son ellos los agentes de cambio más cercanos a nuestros futuros ciudadanos, quienes requieren un magisterio responsable que les ayude a crecer como personas y como mexicanos comprometidos por un mejor país.

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