“Gestión es hacer que las cosas sucedan”. Bernardo Blejmar
Como sociedad pocas veces nos detenemos a pensar sobre aquello que hace que una institución educativa logre aquello para lo cual está diseñada y no me refiero necesariamente a la infraestructura, los premios que ha ganado o la excelencia de sus grupos depresentativos, sino al logro de los aprendizajes de sus estudiantes.
Los nuevos tiempos han traído consigo una serie de cambios significativos en el ámbito educativo, incluyendo la actualización de los Libros de Texto y de los Planes y Programas de estudio. Sin embargo, un aspecto que ha recibido menos atención por parte de la sociedad pero que es fundamental para el éxito de la conducción de las instituciones educativas, es lo que tiene que ver con la gestión escolar. Se subraya la importancia de liderar y organizar de manera efectiva el colectivo docente y los recursos disponibles, con el fin de enfrentar los desafíos cotidianos y mejorar los resultados de aprendizaje de estudiantes.
La gestión escolar, según se define en los nuevos documentos oficiales, no es simplemente una tarea administrativa. Se trata de un proceso continuo y sistemático que implica diseñar y ejecutar diversas acciones de forma coordinada, acompañar su desarrollo, y monitorear su progreso con la participación activa de toda la comunidad educativa. Esto requiere una comprensión profunda de las dinámicas de funcionamiento de la escuela para asegurar que la gestión sea relevante y efectiva en su contexto específico.
Para lograr que «las cosas sucedan» en este nuevo rol, se sugieren una serie de estrategias prácticas: conocer en profundidad las formas de organización de la escuela, gestionar la mejora de las prácticas docentes, promover un ambiente de trabajo que favorezca la enseñanza y el aprendizaje, reflexionar sobre la propia práctica para identificar áreas de mejora, incentivar el apoyo y la retroalimentación entre docentes, acompañar el trabajo pedagógico, diseñar actividades que resalten la importancia de los aprendizajes de los estudiantes, y fomentar la participación de las familias en el proceso educativo.
El nuevo enfoque destaca por su énfasis en la colaboración, la reflexión continua y la participación comunitaria. Se reconoce que el liderazgo directivo no solo es crucial para la implementación efectiva de las políticas educativas, sino también para la creación de un entorno de aprendizaje en el que todos sus estudiantes puedan prosperar. Al centrar sus objetivos en el desarrollo de acciones que promueven y fortalecen el aprendizaje, se busca transformar la educación desde sus cimientos, asegurando que sea inclusiva, equitativa y de una mejora continua.
Así, el trabajo directivo es un componente esencial en la búsqueda de una mejor educación. La apuesta es integrar a la comunidad educativa en su conjunto, vinclularla con la realidad institucional, demostrando que el éxito educativo depende tanto de la calidad de la enseñanza y el aprendizaje en el aula, como de la gestión y liderazgo que los hacen posibles. Porque la educación, es el camino…