La resolución de conflictos

El trabajo directivo en las instituciones educativas enfrenta desafíos constantes que exigen competencias específicas...
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“El conflicto no es necesariamente destructivo; bien manejado, puede ser una oportunidad para el cambio y el crecimiento.” Fisher, R., Ury, W., & Patton, B.

Al igual que en otras organizaciones, los centros educativos poseen características y condicionamientos que influyen en la dinámica de interacción humana. La diversidad de características, intereses y formación personal de sus integrantes puede dar lugar a situaciones y conflictos que demandan la audacia y experiencia del personal directivo para su adecuada resolución.

El trabajo directivo en las instituciones educativas enfrenta desafíos constantes que exigen competencias específicas para la gestión de conflictos, una tarea inherente al liderazgo escolar. Comprender las diversas respuestas que pueden surgir ante un conflicto no solo permite una gestión más efectiva, sino que también fomenta un clima organizacional favorable, esencial para el aprendizaje de las niñas, niños y adolescentes. En este sentido, analizar las actitudes que adoptamos frente a los conflictos resulta imprescindible para mejorar el desempeño directivo.

La evasión, la difusión y la confrontación son tres enfoques posibles frente a un conflicto, cada uno con sus implicaciones en el ambiente escolar. Aunque la evasión puede parecer una solución inmediata, puede dejar problemas sin resolver, acumulando tensiones que eventualmente afecten el clima escolar. Por otro lado, la difusión puede servir como una estrategia para ganar tiempo y analizar la situación con mayor claridad, pero si no se traduce en una resolución concreta, corre el riesgo de perpetuar la incertidumbre. Por otra parte, la confrontación, cuando es abordada de manera no violenta, permite afrontar directamente el problema, abriendo espacios para el diálogo y la búsqueda de soluciones conjuntas.

Para las y los directores escolares, desarrollar la habilidad de abordar los conflictos de forma no violenta no solo es un indicador de madurez profesional, sino también una herramienta clave para modelar comportamientos positivos entre estudiantes y docentes. La capacidad de escuchar activamente, discutir sentimientos y puntos de vista, así como encontrar acuerdos sin recurrir a ataques personales crea un entorno donde el respeto mutuo y la empatía prevalecen. Esto no solo mejora las relaciones interpersonales dentro de la institución, sino que también establece un precedente importante para sus estudiantes, quienes aprenden habilidades sociales cruciales al observar cómo se resuelven los conflictos en su entorno.

La labor directiva no se limita a la administración de recursos materiales o a la supervisión de procesos académicos. Incluye, de manera esencial, la gestión de las relaciones humanas dentro de la comunidad educativa. Reconocer el impacto que las estrategias de resolución de conflictos tienen en el aprendizaje de sus estudiantes transforma el liderazgo escolar en una función integradora. El personal encargado de la dirección que fomenta un ambiente positivo y constructivo promueve indirectamente mejores condiciones para la enseñanza y el aprendizaje, favoreciendo el desarrollo integral de sus estudiantes.

Así, el conocimiento y manejo adecuado de los conflictos se convierte en un puente hacia la mejora de los aprendizajes de niñas, niños y adolescentes. Esto, que constituye el núcleo de la función escolar, requiere que las y los directores cultiven competencias que les permitan actuar como mediadores efectivos. Así, el liderazgo directivo no solo cumple con sus responsabilidades inmediatas, sino que también fortalece las bases de una comunidad educativa más resiliente, comprometida y orientada hacia el desarrollo pleno de todos sus miembros. Porque la educación es el camino…

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