El declive del charrismo sindical ha comenzado…

Lo sucedido en Zacatecas bien podría interpretarse, con cierta mesura, como el comienzo del declive de ese charrismo sindical en nuestro país.
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Con la victoria en las urnas de los maestros Filiberto Frasuto Orozco y Marcelino Rodarte Hernández, en las Secretarias Generales de las Secciones Sindicales 34 y 58 del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE), el magisterio democrático ha logrado un triunfo histórico. Un triunfo que, si bien es cierto debe ser celebrado por quienes por décadas han sufrido los estragos del “oficialismo sindical”, también es cierto que debe tomarse con cierta mesura, dada la inmensa estructura sindical a nivel nacional conformada por esos liderazgos vitalicios, caciques y/o señores feudales, que harán todo lo necesario para no perder los cotos de poder que les han permitido vivir a costa de los trabajadores de la educación esparcidos a lo largo y ancho de la República Mexicana.

Es cierto, no solo en Zacatecas sino es buena parte del territorio nacional en los últimos años, una parte de magisterio mexicano ha venido dando muestras del hartazgo hacia esos “liderazgos sindicales” que antaño eran intocables; ya sea en reuniones de Centros de Trabajo o en las plenarias de las Delegaciones Sindicales o Secciones Sindicales, el reclamo parece ser el mismo: la falta de defensa de los derechos laborales y profesionales de los trabajadores de la educación ante las arbitrariedades cometidas por las autoridades estatales o federales, y no es para menos porque, a lo largo de todos estos años, el conocimiento y registro de innumerables violaciones por parte de la dichas autoridades hacia las y los trabajadores, sin que el sindicato haya hecho algo al respecto, ha ido en aumento.

Baste con preguntarse, ¿qué es lo que hizo este sindicato ante la serie de tropelías que en su momento cometió contra el gremio la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente hoy llamada Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros? La respuesta es contundente: nada. ¿Qué es lo que hoy día hace ese mismo sindicato para defender las afectaciones laborales y profesionales por la aplicación de una ley a todas luces violatoria de los derechos de los trabajadores por parte de esa Unidad para la Carrera de las Maestras y Maestros? La respuesta sigue siendo contundente: nada, con excepción de que hoy “dice” que trabaja de la mano con el gobierno para contar con un nuevo organismo que, igual que antaño, mantendrá el régimen de exclusión al que ha sido sometido el gremio desde hace varios años. Complicidad algunos le llaman; charrismo yo le llamo.

¿Acaso ya se olvidó la luna de miel que vivió durante varios años el SNTE, a través de su ex lideresa vitalicia de apellido Gordillo, en los sexenios de Salinas de Gortari, Zedillo, Fox y Calderón?, ¿acaso durante este periodo las bases magisteriales mejoraron sus salarios, prestaciones, servicios médicos, jubilaciones o pensiones a las que tendrían derecho después de haber entregado más de una vida al servicio de la educación y del pueblo?, ¿no acaso esos líderes que tanto hablaban de conquistas y conquistas para los trabajadores, lo único que conquistaron fueron propiedades, puestos para familiares y compadres, becas para sus hijos en las mejores universidades, entre otros más, mientras al gremio solo le daban las migajas que sobraban?

Curiosamente, durante todos estos años y aún antes de éstos, ¿qué era lo que pasaba si algún trabajador o algunos trabajadores de la educación se “indisciplinaban? Para pocos es desconocido que estos mismos seudo líderes, que aún se encuentran en este Sindicato, así como sus files vasallos, al más puro estilo de Carlos Jonguitud Barrios y su vanguardia revolucionaria, han amedrentado, reprimido, sobajado y hasta humillado a cuanto trabajador se les ha antojado, porque, desde luego, habría que “disciplinarlo” para que dejara de cuestionar aquello que podría ser cuestionado.

Esto último ha sido el legado que se ha transmitido de generación en generación en el gremio.

“Te callas o no avanzas”, parece ser que ha sido el mecanismo a través del cual se ha mantenido el control de las masas. ¿Cuántas maestras no han sido humilladas y violentadas para obtener un préstamo, cambio de centro de trabajo o beca comisión?, ¿cuántos maestros no han sido denostados o sobajados por tener el valor de expresar las injusticias cometidas en contra de sus propios compañeros?, ¿cuántas maestras y maestros no han sido excluidos o castigados simple y sencillamente porque no han sido parte de sus acarreos, negocios o juegos?

Bien decía hace días una querida colega, a propósito de los actuales representantes sindicales a nivel nacional y de lo inservibles que son en estos días: “son ustedes, con sus cuotas, complicidades y silencios quienes les otorgan la fuerza que poseen y solo ustedes los que pueden decir basta”.

Lo sucedido en Zacatecas bien podría interpretarse, con cierta mesura, como el comienzo del declive de ese charrismo sindical en nuestro país. Sin embargo, insisto, esto bien podría decirse que es el comienzo porque, como es evidente, aún falta mucho por hacer.

No obstante, pienso que solo las y los trabajadores de la educación, los que a diario arrastran la escoba o limpian la escuela, los que hace uso del lápiz o una máquina de escribir o computadora, los que llegan a dar sus clases y se retiran con la esperanza de un mejor mañana, los que llevan en sus hombros el peso de la administración de sus escuelas, en fin, son ellos, las y los trabajadores de la educación los que podrán lograr un cambio verdadero.

¡Nadie más, solo ellos!

Zacatecas ha demostrado que sí se puede, y se puede porque la base así lo quiere.

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