El Aprendizaje Basado en Problemas

Los centros escolares no son espacios de simple instrucción, sino laboratorios vivos de conocimiento...
Niño estudiando y aprendiendo

El Aprendizaje Basado en Problemas permite que los estudiantes construyan activamente su conocimiento a partir de situaciones auténticas, desarrollando habilidades cognitivas, sociales y afectivas.”Savery, J. R., & Duffy, T. M.

En el día a día de los centros educativos, se despliegan prácticas pedagógicas complejas, innovadoras y profundamente transformadoras que muchas veces no son percibidas por quienes se encuentran fuera del entorno escolar. Una de estas prácticas es el Aprendizaje Basado en Problemas (ABP), una metodología que no solo favorece la adquisición de conocimientos, sino que potencia el pensamiento crítico, la colaboración, la creatividad y la construcción colectiva del saber.

Esta metodología no es improvisada ni arbitraria. Se fundamenta en un profundo conocimiento didáctico que el personal docente despliega a lo largo de seis momentos articulados que dan estructura al proceso. Desde una primera etapa de sensibilización donde se reflexiona sobre el contenido desde una mirada individual y colectiva, hasta la organización final de hallazgos y acuerdos, el ABP propone una ruta formativa rigurosa y creativa, que permite a los estudiantes adquirir conocimientos de forma significativa. En este sentido, el profesorado actúa como guía, facilitador y mediador, creando ambientes propicios para el pensamiento crítico, la autonomía y el trabajo colaborativo.

El esfuerzo que implica implementar este tipo de metodologías exige del personal docente una preparación constante y una sensibilidad profunda hacia las dinámicas del aula. No se trata solo de aplicar una técnica, sino de leer con atención los intereses del grupo, seleccionar los recursos pertinentes, articular objetivos de aprendizaje con problemas reales y acompañar el desarrollo de las habilidades investigativas. Todo ello requiere de un alto nivel de profesionalismo, experiencia y una vocación formativa que muchas veces escapa a los estereotipos que simplifican la labor docente.

Resulta necesario destacar que este tipo de enfoques pedagógicos no solo favorece el aprendizaje de contenidos curriculares, sino que también promueve habilidades esenciales para la vida en sociedad: aprender a escuchar, a negociar, a proponer, a colaborar, a organizar la información y a construir consensos. Así, mientras se desarrolla una secuencia didáctica basada en problemas, también se está educando para la ciudadanía, para el pensamiento ético y para la resolución creativa de conflictos.

En un contexto en el que las exigencias educativas son cada vez más complejas y donde las problemáticas sociales, emocionales y culturales de los estudiantes atraviesan el aula, reconocer y valorar estas herramientas pedagógicas es un acto de justicia hacia el trabajo docente. Los centros escolares no son espacios de simple instrucción, sino laboratorios vivos de conocimiento, en donde cada estrategia como el ABP se convierte en una oportunidad para transformar la experiencia educativa en una vivencia significativa. Por ello, resulta fundamental que la sociedad reconozca el valor de estas metodologías y del trabajo que se realiza en las aulas. Lo que ocurre al interior de las escuelas no es solo la transmisión de conocimientos, sino la construcción de ciudadanías críticas, responsables y comprometidas. Cada problema abordado desde esta metodología es una oportunidad para sembrar en las y los estudiantes una actitud transformadora frente al mundo. Y detrás de cada una de esas oportunidades, hay una maestra o un maestro que, con sabiduría y compromiso, lo hizo posible. Porque la educación es el camino….

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