Cerca de 46% de jóvenes mexicanos consume sustancias prohibidas

Expertos participaron en el Ciclo Breaking Bad: mitos y realidades de los psicoactivos, organizado por la DCC de la UAM
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De acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones, en la actualidad cerca de 46 por ciento de los estudiantes de entre 16 y 24 años de edad consume sustancias de abuso, 12 por ciento de los cuales presenta algún grado de dependencia; el uso de alcohol es el más popular entre ese sector, que pasó de 35.6 por ciento en 2022 a 43 por ciento en la actualidad, y es mucho más frecuente entre los varones, señaló la maestra en ciencias Luz Alejandra Castillo Alanís.

Durante el Ciclo Breaking Bad: mitos y realidades de los psicoactivos, organizado por la Dirección de Comunicación del Conocimiento de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la técnica académica de la Escuela Nacional de Ciencias Forenses, refirió que la gravedad radica en que para los adolescentes y los jóvenes menores a 24 años, las adicciones representan un problema de salud vinculado a lesiones, accidentes, discapacidad, bajo rendimiento escolar, violencia familiar, conductas antisociales, eventos traumáticos y trastornos psiquiátricos (ansiedad, depresión, déficit de atención e hiperactividad), además del incremento de riesgo de contagio por VIH, hepatitis, complicaciones vasculares y daños hepáticos.

Cerca del año 8,000 A.C. se tiene el primer registro de empleo de sustancias psicoactivas en rituales, siendo el opio y hojas de coca las más frecuentes. En el siglo XIX se puso en boga el uso de la morfina, la cocaína y la heroína, mientras que durante el siglo XX el boom se situó en los barbitúricos, las anfetaminas y las benzodiacepinas bajo efectos terapéuticos y como la metadona, es decir, se pasó del consumo tradicional al de medicamentos de transcripción médica, como la oxicodona que decantó en el uso del fentanilo, la cual presenta mayor potencia en menores dosis.

El fentanilo tiene una potencia de decenas de veces superior a la heroína, con consecuencias extremas por su mayor poder adictivo, lo que provoca grandes daños al cerebro y al cuerpo, en especial de la juventud que es más vulnerable, por lo que se causan detrimentos en la salud, pero también a nivel social, educativo y emocional, sostuvo el doctor José Velasco Cruz, profesor del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

El tema con estas sustancias se vincula a su fácil fabricación industrial, pues aunque se necesita conocimiento especializado de procesos químicos, contactos comerciales internacionales y fuertes sumas de dinero, su fabricación ha llegado a estar muy al alcance de todos.

Esta sobreoferta también ha conducido a un espectro más amplio de drogas con precios cada vez más bajos, lo que facilita que el narcotráfico refuerce sus estrategias de distribución que además recrudecen la violencia en su afán por controlar los mercados.

En este sentido el doctor Fortino Vela Peón, Coordinador de la Maestría en Relaciones Internacionales de la Unidad Xochimilco de la UAM, destacó dos aspectos de la distribución de drogas: el primero al que llamó geopolítica de la distribución asegura que India, China y Singapur son los líderes en la producción de los elementos iniciales dentro del proceso de elaboración de este tipo de sustancias sintéticas, las cuales llegan a México a través de los puertos de Manzanillo, Colima y Lázaro Cárdenas en Michoacán, principalmente, para luego completar el proceso en el país.

Mientras que la geopolítica del consumo ha demostrado que Estados Unidos, Alemania y España son de los principales usuarios de droga sintética. Las principales ciudades consumidoras en Estados Unidos son San Francisco, Chicago, Pensilvania, Atlanta y Nueva York, mientras que en el país Tijuana, Mexicali, Ciudad de México y Nuevo León son importantes puntos de ingesta.

El doctor José Alfredo Nateras Domínguez, Coordinador del Diplomado de Culturas Juveniles quien moderó esta mesa titulada El laboratorio de Walter: Drogas sintéticas y narcotráfico, dijo a lo largo de este ciclo se abordarán temas como la legislación y uso del cannabis, prácticas de rituales y tradición alrededor de los psicoactivos, el crimen organizado y la representación de los estupefacientes en la cultura popular, entre otros.

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