Y ahora sí los escuchan ¿verdad?

«El Estado mexicano atacó a los jóvenes, se los llevó. No importa si los entregaron a criminales. Es crimen de Estado»:  Alejandro Solalinde Cuando ...
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«El Estado mexicano atacó a los jóvenes, se los llevó. No importa si los entregaron a criminales. Es crimen de Estado»:  Alejandro Solalinde

Cuando “los grillos de Ayotzinapa” trinaban, los llamaban “vándalos” en el mejor de los casos, aunque últimamente “terroristas” era el calificativo de moda antes de conocer la situación imperante en “el gobierno” de Guerrero.

A los nadie, los han acusado de todo, pero es precisamente el modus operandi de las autoridades, el que nos hacen dudar incluso de los crímenes que se les imputa a los jóvenes estudiantes que forman parte de una de las normales rurales más emblemáticas de México.

“No se puede dialogar con ellos” dicen unos, “son guerrilleros” afirman otros más, sin embargo ¿se puede dialogar con un gobernador como Ángel Aguirre? ¿cómo tomar acuerdos para el bien común con un alcalde como José Luis Abarca, que ve por los intereses del crimen organizado a quien debe el cargo?

Hoy se califica con demasiada frivolidad como “vándalos” a los que protestan desesperados por hacer escuchar su voz y como “criminales” a quienes cubren su rostro por temor a represalias.

Y es que en Guerrero, el camino de “el diálogo” y “la civilidad” está plagado de fosas que demuestran que la administración del infierno, como califica Sicilia a la violencia legítima que ejercen el Estado y el crimen organizado en México, no tiene colores partidistas, aunque el PRI sea por el momento, el partido en el poder.

El último agravio de Los Nadie de Ayotzinapa, fue haber logrado que el gobierno federal dejara de lado el discurso de la bonanza reformista para reconocer que no existen las condiciones para aplicarlas en México ¿quién en su sano juicio invertiría en un país donde la injusticia y la impunidad son el pan nuestro de cada día?

Es evidente que en esta historia, “los buenos” y “los malos” han sido delineados por un tipo de prensa ad hoc al poder que tiene la nada fácil encomienda de convencer a los incautos de que “los violentos” son los que salen a las calles a conseguir recursos que “los pacíficos” les niegan amparados en eso que llaman Reformas Estructurales.

¿Por qué ahora si escuchan a «Los grillos de Ayotzinapa»?

Causa extrañeza que algunos medios de comunicación nacionales, hoy brinden cobertura inmediata al audio donde algunos estudiantes de la Normal descalifican la denuncia del sacerdote católico Alejandro Solalinde.

De pronto, al añejo luchador social, que ha denunciado los crímenes contra los migrantes, cuya vida sigue amenazada por grupos que han visto afectados sus intereses por el activismo del Padre, se le señala con dedo flamígero: “busca protagonismo”, dicen «es un irresponsable», afirman.

Y es que otra curiosidad, es que esos mismos medios, son incapaces de cuestionar –a diferencia de los medios internacionales- la caótica investigación realizada por las autoridades “competentes”.

¿Eso es periodismo? ¿Y la objetividad?

Súbitamente, quienes siguen guardando silencio sobre la impunidad imperante en Guerrero, sobre los muertos, las fosas y los grupos criminales que se han apoderado del gobierno estatal, se muestran cautelosos con “el dolor de los familiares”.

¿Es en serio? No. En México nada tiene seriedad en manos de una parte de la prensa que no tiene pudor en pasar rápidamente de la militancia al boletín oficial.

En medio de este escenario, surge ahora la cobertura mediática a la queja de algunos normalistas. No se trata de escuchar el añejo tema del recorte de recursos a la escuela y tampoco de denunciar las amenazas del narco-gobierno. Ahí si jamás les han acercado un micrófono.

Hoy el tema es Alejandro Solalinde y su denuncia pública contra la simulación y la falta de seriedad de quienes tienen a su cargo la investigación, cuestión que la prensa internacional ha demostrado más allá de toda duda…tal vez por eso, hoy sí los escuchan. Cualquiera diría que vamos avanzando ¿verdad?

¿Usted qué opina, estimado lector?

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