Un buen fin para el consumismo.

No es que no debamos aprovechar las ofertas de bienes o artículos que deseemos adquirir, pero debemos actuar con asertividad (objetividad) sobre lo ...
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No es que no debamos aprovechar las ofertas de bienes o artículos que deseemos adquirir, pero debemos actuar con asertividad (objetividad) sobre lo indispensable o necesario para nuestros fines personales y familiares. Pues en la mayoría de los casos cuando salimos en busca de algo terminamos muchas veces por comprar otras cosas que ni siquiera teníamos pensado adquirir. Gastar por gastar tiene sus riesgos. Y no me refiero a compradores (as) compulsivos (as), porque ese ya es otro “asuntito” algo más delicado.

No hay tal intención de que los empresarios y comerciantes rebajen sus productos a precios de ganga solo para que los más jodidos se beneficien; es un engaño, un enredo, una trampa espectacular con letras pequeñísimas. Las ofertas del buen fin es algo parecido a comprar “gato por liebre”… ¿Acaso alguien en su sano juicio compra caro y vende barato? No pues.

El fin de semana de ofertas es una buena ocasión para sacar a la venta lo empolvado, lo caduco, las marcas desfasadas, lo de medio uso, lo que ya no está a la moda, etc. El caso es que la gente se deslumbre con la presentación aunque como dice el tríptico “la imagen es solo ilustrativa”, las marcas y modelos pueden variar de acuerdo al poder adquisitivo de los clientes”.

¿Para que adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios? Midamos nuestras capacidades y necesidades más urgentes, no caigamos en las trampas de una feria llena de paleros que solo desean el dinero que muchas veces nos sirve para aliviar nuestras aflicciones.

¡Aguas con las tarjetas de crédito! Son para quienes se informan adecuadamente y hacen un uso inteligente de la misma, para quienes organizan adecuadamente sus finanzas. No para quienes ya viven hasta con el alma empeñada.

¡Buenas compras pues!

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