Transparentar la tutoría docente es impostergable

Más que saber cuántos son, está saber quiénes son, dónde están, qué están haciendo y a quiénes están tutorando. Me refiero a los tutores, que por ...
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Más que saber cuántos son, está saber quiénes son, dónde están, qué están haciendo y a quiénes están tutorando.

Me refiero a los tutores, que por mandato de ley,  deben ser asignados a maestros de nuevo ingreso para apoyarles en su formación docente de cara a la evaluación para la permanencia en el servicio.

La SEP, que está obligada a asignar tutores, presumió en octubre de 2014 que formaría a más de 15 mil para acompañar a los maestros de nuevo ingreso durante los ciclo escolares 2014-2015 y 2015-2016.

Sin embargo, el alto encargo de la figura del tutor merece transparencia.

No basta insisto, con los números.  Se necesita abundar sobre su proceso de elección, formación y trabajo realizado en favor del maestro que, a pesar de demostrar idoneidad en el concurso de oposición, debe demostrar aptitudes en el aula escolar.

Se necesita saber cómo un tutor armoniza su obligada actividad docente, con la tutoría que debe realizar, es decir, descartar si no hay conflicto con sus actividades, y si es capaz de corroborar de manera presencial, la práctica docente del tutorado.

Además, no está claro si los tutores tienen algún proceso de formación continua que garantice  idoneidad en estos tiempos convulsos de evaluaciones, perfiles, parámetros… ¡en fin!

Y por supuesto, la relevante tarea del tutor debe ser remunerada económicamente.    Si es así, cuánto perciben, además si tal remuneración es pagada, como debe ser; en tiempo y forma.

Por lo anterior, resulta impostergable sacar del anonimato a los responsables de tutorar  a los maestros que son objeto de prueba para el servicio.

En ese sentido afirmo que transparentar la actividad del tutor; de principio a fin, es imprescindible.   Lo contrario significa un abierto timo de la reforma educativa y un peligroso enjuiciamiento de maestros.

EL COMENTARIO APARTE.–  Por primera vez se concursa, sin el escalafón, las plazas directivas y de supervisión.

Muchos directivos y supervisores sienten que fueron utilizados por la SEP debido a que ejercieron esas funciones por largos años de manera comisionada, pero que ahora, como “estímulo y gratitud”, deberán concursar por el cargo.

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