Testimonio de un maestro sobre la mal llamada reforma educativa.

La llegada de Enrique Peña Nieto a la presidencia de la república significaba el retorno del PRI a los Pinos, después de 12 años de ausencia. ...
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La llegada de Enrique Peña Nieto a la presidencia de la república significaba el retorno del PRI a los Pinos, después de 12 años de ausencia. Nuevamente el PRI asumía el poder ejecutivo.

A un día de asumir el cargo de Presidente de la República, Peña Nieto firma un pacto con las principales fuerzas políticas de derecha (PRI, PAN, PRD) de nuestro país. Tal pacto se proponía aplicar una serie de reformas estructurales, con el pretexto de poner a México a la altura de potencias mundiales mediante dichas reformas. Según la lógica de este pacto, no hacía falta terminar con la corrupción, no hacía falta proyecto de nación, no hacía falta terminar con la violencia, lo que el país necesitaba según los firmantes del pacto era consolidar la política neoliberal en nuestro país. El pacto contemplaba una reforma energética, fiscal y educativa, entre otras

Nosotros por el momento nos ocuparemos de la reforma educativa. Que propone una reforma al artículo 3°; y que se presenta el 20 de diciembre del 2012, y a las pocas horas ya estaba aprobada, sin discusiones, sin debate. En cuestión de horas se aprueba una nociva reforma laboral contra el magisterio, una reforma que cínicamente era disfrazada como educativa por los partidos del pacto.

Para echar a andar dicha reforma, primero tuvieron que destrozar la imagen del maestro; lo vistieron de enemigo público número 1, lo ridiculizaron, lo denigraron y en medio de este brutal ataque mediático, volcaron a la opinión pública contra los maestros de México, ya todos podían discutir sobre el complejo procesos de enseñanza/ aprendizaje que ocurren dentro del aula. Todos se sentían especialistas en el tema educativo. Ya todos podían culpar a los maestros del estancamiento económico, de la crisis, de la obesidad infantil, de la violencia, hasta de los malos gobiernos.

En ese momento, miles de maestros nos dábamos cuenta de que la historia no avanza en línea recta, que suele desplazarse no solo hacia adelante, sino también hacia atrás, al pasado, y este momento era uno de esos retrocesos en las conquistas laborales de los maestros. No todo cambio es bueno, hay cambios que nos llevan al retroceso. Retrocesos aplaudidos por la derecha, pero que para el pueblo significan momentos de lucha, resistencia, repliegue, significan muerte, encarcelados, despedidos, golpeados.

La reforma educativa se impone, se unifican la derecha y los medios de comunicación, con la finalidad de exigir la aplicación del estado de derecho contra todo movimiento de protesta de un magisterio agredido laboralmente.

Miles de granaderos, policías federales, vehículos antidisturbios y helicópteros son movilizados en todo el territorio nacional para aplastar la insurgencia magisterial, pero no lo logran, la inconformidad magisterial no solo se radicaliza en unos estados, sino también contagia a estados donde nunca hubo protestas de los maestros. Los partidos de derecha que aprobaron esta legislación consideraban estas nuevas leyes escritas en piedra, y en su soberbia jamás aceptaron dialogo alguno con los maestros.

Sólo un cálculo les fallo a los artífices y promotores de esta reforma, que fue elaborada con el consenso de los medios de comunicación, partidos políticos, empresarios, organizaciones de derecha, ¿qué faltó para aterrizar esta reforma, sí el concenso entre los neoliberales para aplicar esta reforma estaba claro, e incluso aplicarla a sangre y fuego?

Ni más ni menos, sólo faltó preguntarles a los maestros de México, sí estaban de acuerdo con esta reforma laboral.

Miles y miles de maestros salen a las calles, a defender su estabilidad laboral, a exigir respeto, a exigir diálogo, y la respuesta del gobierno federal era la represión, jamás tuvo la voluntad de dialogar.

La fuerza magisterial logra minar y evidenciar que la reforma no es educativa, sino laboral. El gobierno federal no cede, se cierra totalmente al diálogo y continúa agrediendo las manifestaciones pacíficas del magisterio una vez más.

El movimiento magisterial, sacude al país, mientras se consolida y crece una alternativa política de izquierda en nuestro país: MORENA. Las reformas estructurales no dan ningún resultado positivo a los mexicanos. Crece el rechazo popular al gobierno federal y sus políticas neoliberales.

Llega el 1 de julio del 2018 y los neoliberales son derrotados en las urnas. La historia nos demuestra que nada en lo político es definitivo, todo es cambio constante. Lo que ayer parecía invencible hoy es vulnerable, lo que ayer parecía imposible hoy es alcanzable. Y estamos frente a un escenario político, un nuevo escenario para los maestros de México. Estamos ante la posibilidad de tumbar la mal llamada “reforma educativa”.

Los legisladores haremos lo propio en esta cuarta transformación ¿y los maestros?

Hoy tenemos la tarea histórica de devolver la estabilidad laboral a los docentes. En las próximas modificaciones constitucionales, debe quedar claro que la permanencia laboral de los docentes no dependerá de ninguna evaluación. Y sí hablamos de evaluar, esta deberá ser total e integral, no solo evaluar a los docentes, sino evaluar también la idoneidad de quienes ocupen el cargo de Secretarios de Educación, no sólo a nivel federal sino también estatal. Sí se habla de evaluar es necesario comenzar por todos los funcionarios involucrados en el tema educativo. Sí se habla de evaluar comencemos entonces por evaluar la infraestructura escolar, evaluemos el contexto donde los docentes realizan su trabajo.

Estamos ante la posibilidad de priorizar la formación, no la evaluación. Estamos ante la posibilidad de replantearnos la profesionalización docente, sí profesionalizar a un docente es que logre contestar correctamente un examen de opciones múltiples o se le profesionaliza apoyándole para cursar maestrías y doctorados. Estamos en la posibilidad de crear una verdadera reforma educativa.

Es nuestro compromiso con los maestros de México. No más sangre, sí más derechos.

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