Tabasco: la prórroga de un cambio inverosímil.

A tres años de haberle apostado a un malo por conocer, vemos que en Tabasco aún permanecen como siempre los mismos índices de corrupción (y en algunos ...
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A tres años de haberle apostado a un malo por conocer, vemos que en Tabasco aún permanecen como siempre los mismos índices de corrupción (y en algunos casos incrementados de manera desvergonzada), la misma negligencia que siempre nos ha dolido y ofendido sin deberla ni temerla; además también pesa la percepción de que nada ha cambiado. Y peor aún es darse cuenta de que las cosas permanecen languidecidas hacia la anarquía que padecen las vecinas entidades.

Es difícil de entender cómo es que muchos de nuestros hermanos y conciudadanos pueden todavía tolerar las mentiras de un gobierno que solo enmascara la realidad con insignias sobrevaloradas; cómo si los tabasqueños debieran vivir bajo la consignas inamovibles de haber nacido en cuna de oro o en un miserable cuchitril como destino innegable. Más así las cosas pasan como la costumbre de que no estamos bajo la dirección de un tirano que ha de llenarse los bolsillos como su predecesor, si, ese miserable y ruin personaje que todavía en su delito goza de los privilegios que brinda la ley mexicana a todo servidor público nefasto como se muestra.

En Tabasco duele la decepción de las promesas añejas, esas mentiras que más que ofender propinan un merecido revés por haber confiado en esa aparente honestidad que el corazón reservó con un principio de desconfianza. Es una derrota por pecar de inocentes en un medio donde el cinismo y la hipocresía reinan con total descaro. No ha habido cambio tal; nada de aquello que se prometió con dispendio y algarabía. Es solo un malo por conocido de un bueno por conocer que nunca se presentó.

En cada institución pública, en cada aspecto social o de desarrollo gubernamental cunde la complicidad, la corrupción, la impunidad, la indolencia, el cinismo, la desvergüenza, y todos aquellos vicios degradantes que describen a personas ambiciosas y hambrientas de vanagloria; esos seres que en su mayoría son oportunistas de un  perredismo que posiblemente haya tenido su debut y despedida en este sexenio inconcluso…

Con respeto a quienes si trabajan y defienden sus principios.

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