No debería sorprendernos, porque es cosa habitual. El Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE) no podía traicionar su historia: una historia de servidumbre al poder.
La memoria colectiva suele ser corta, pero basta un poco de decoro para recordar el papel vergonzoso del SNTE durante el sexenio de Enrique Peña Nieto. En ese sexenio, el SNTE no solo permitió que se humillara al magisterio y se le arrebataran derechos laborales, sino que incluso colaboró con toda su estructura para que así ocurriera.
Como se sabe, en ese sexenio, el “Gordillazo” fue el punto de partida para imponer, a rajatabla, la reforma educativa.
El encarcelamiento de Elba Esther Gordillo fue una maniobra para paralizar a sus huestes. Porque caída en desgracia y vilipendiada por la justicia, ¿quién de sus “fieles” iba a desenvainar la espada para defenderla? Exacto, ninguno.
Por el contrario, los que se embriagaron del poderío ‘elbista’ fueron los primeros en huir despavoridos para poner a salvo su pellejo. Incluso se sometieron a Peña Nieto.
Judas sería un santo en comparación con cada uno de los integrantes de la camarilla que, en su momento, encabezó el lacayo ‘peñista’ Juan Díaz de la Torre.
Y de esa misma camarilla proviene Alfonso Cepeda Salas, hoy dirigente del SNTE. Un líder que ha acumulando poder gracias a la autodenominada “Cuarta Transformación”.
Desde el inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, Cepeda Salas declaró al SNTE como “el ejército de la Cuarta Transformación”. Y, como buen soldado, ha colaborado disciplinadamente con la política educativa de los gobiernos morenistas.
Siempre aparece a cuadro con la eterna cantaleta de que el SNTE es un sindicato institucional, dialogante, propositivo y bla, bla, bla. Pero en los hechos, el SNTE es un sindicato que sirve al poder a cambio de poder.
Y Cepeda Salas es prueba de ello. Fue premiado con una senaduría plurinominal por Morena, es decir, llegó al Senado por la vía fácil, sin el respaldo del voto popular.
Hasta ahora, su escaño legislativo no ha producido más fruto que una frase ‘grandilocuente’ en letras doradas colgadas en un muro del Senado de la República para honra del magisterio.
Y no esperen más. A estas alturas del sexenio de Claudia Sheinbaum, apenas balbucea críticas contra la siniestra USICAMM o repite machaconamente que el SNTE va por mejores pensiones para los trabajadores que se jubilen.
Es que un siervo de su calaña no va a exigir desde la tribuna del Senado, que la Presidenta cumpla su promesa de echar atrás la reforma a la Ley del ISSSTE de 2007.
Es tan infame que un día se atreve a decir que “si es posible eliminar el sistema de cuentas individuales”, y al día siguiente calificar de utópico echar abajo la reforma a la Ley del ISSSTE de 2007, que mantiene vigente dicho régimen pensionario.
En fin, solo la 4T sabe qué tan funcional es conceder tanto margen de poder al SNTE y a su líder. Pero nadie dude. El día que la 4T caiga en desgracia, ese día líder y camarilla en turno, emularán a las ratas que huyen del barco que se está hundiendo.
Y buscarán repetir la historia, la de siempre: servir al poder a cambio de poder.