Notas sobre la evaluación en tiempos de pandemia

“¿Cómo evaluar en las condiciones actuales de contingencia sanitaria?” es la pregunta que los docentes, autoridades educativas y funcionarios de ...
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“¿Cómo evaluar en las condiciones actuales de contingencia sanitaria?” es la pregunta que los docentes, autoridades educativas y funcionarios de gobierno debemos responder antes del 13 de noviembre.

Sin embargo, el tema de la evaluación representa también una oportunidad inmejorable de explorar áreas de oportunidad que tal vez ya eran visibles antes de la pandemia; es decir, siempre han estado ahí: la falta de apoyo en casa, la crisis económica, social, emocional de alumnos y familias, la didáctica del profesor, los cursos y talleres que no son tales, entre otros.

En las siguientes notas, se pretende contribuir a clarificar el tema de la evaluación al tiempo que se retoman textos, autores y acuerdos oficiales, cuya interpretación es responsabilidad de quien esto escribe, de experiencias in situ y no necesariamente de lo que, en el caso de los autores, pretenden comunicar en sus trabajos de investigación.

Dicho lo anterior, se debe tener presente hoy más que nunca, que en Educación Básica, es imperativo remitirnos al plan 2011 y al plan 2017 para entender desde el principio pedagógico “evaluar para aprender” que el docente es el encargado (nadie más) de la evaluación de los aprendizajes de los alumnos y que el enfoque formativo deberá prevalecer en todas las acciones de mejora que se realicen: “En este sentido, una calificación o una descripción sin propuestas de mejora, resultan insuficientes e inapropiadas para mejorar su desempeño”[1] Es decir, la evaluación en el aula es, como afirma Beatriz Picaroni, potencialmente una herramienta didáctica.

Entonces ¿cómo conciliar el enfoque formativo de evaluación (para el aprendizaje)con los requerimientos administrativos que solicitan asignar una calificación (del aprendizaje) donde el docente cumple con la función social de “certificar” grados y aprendizajes?

En el marco de la contingencia sanitaria, el problema no es la certificación (calificación), sino el mal uso de los sistemas de calificaciones en condiciones de excepción. Algunas legítimas inquietudes, surgen tiro por viaje ¿cómo asignar una calificación a un alumno del que no sabemos nada desde el inicio del ciclo escolar? ¿es justo aprobar a un alumno que (según el profesor) “no tiene interés en la escuela”? ¿Por qué asignar un 6 a un alumno que no ha asistido a clases y un 7 a quien por lo menos ha hecho un esfuerzo por cumplir?

Nótese que las preguntas anteriores están construidas sobre supuestos que, a menos que conozcamos de primera mano el contexto de cada alumno, no podríamos realizar, puesto que el alumno que “no muestra interés” es una persona que probablemente esté lidiando con pérdidas familiares, económicas y hasta de salud propia a su ritmo, manera y circunstancia. Ningún caso es igual a otro y por lo menos en Educación Básica, el acceso a la educación a distancia depende en su totalidad de los padres de familia, no así del alumno.

¿Qué hacer entonces? No hay fórmulas ni guías Montessori para resolver la parte certificativa de la evaluación, pero los docentes sí podemos elegir no ser parte de la máquina de exclusión en la que se ha convertido el sistema educativo mexicano, más preocupado en construir la percepción de que “Aprende en casa II” es un éxito que en brindar a docentes, autoridades y padres de familia las condiciones para que efectivamente así sea, aprovechando que no existencontrapesos efectivos como el INEE que contaba con la autonomía y la información necesaria para hacer frente a la propaganda institucional.

Entonces, asignar una calificación reprobatoria a un alumno en estas condiciones, es convertirnos en un engranaje de esa maquinaria en contra del alumno y a favor de un sistema de simulación perverso. Es una doble victimización de los nadie, de los hijos de nadie, de los dueños de nada, que no tienen nombre, sino número, como dice el poema de Eduardo Galeano.

En estas condiciones, los docentes debemos ser capaces de actos revolucionarios y no hay nada más subversivo que enseñar a los más vulnerables ¿cómo? Con creatividad, desde la gestión escolar y la intervención pedagógica, cada miembro del colectivo escolar debe hacer su trabajo. Nada más, pero nada menos que eso. Escuelas efectivas, les dicen.

Además, un docente bien formado es un sujeto político capaz de tomar decisiones ecológicas (para bien de todos) en tiempos excepcionales. En el tema de evaluación formativa y certificativa, además del plan de estudios de Educación Básica[2], se pueden consultar los cuatro cuadernillos de la serie “herramientas para la evaluación en educación básica”[3] y los artículos de Ravela y Picaroni [4]sobre el tema, que retan el concepto tradicional de “tarea” y “calificación” con el que fuimos educados la mayoría de nosotros.

Algunas notas y consideraciones importantes sobre el trabajo de estos últimos autores, son las siguientes

1.- Las “tareas” son conceptos que pertenecen a la pedagogía tradicional, las “consignas” son actividades auténticas que resultan desafiantes y motivadoras para los alumnos

2.- Las consignas tienen características concretas: un propósito claro, un alumno o audiencia específicos, incertidumbre que implica un reto creativo y demandante por parte del destinatario, restricciones (se resuelve solo, en equipo, en casa o en escuela) y un repertorio de recursos cognitivos (tablas, dibujos, mapas, preguntas)

3.- Luego entonces, no es lo mismo “encargar tarea” que elaborar consignas, como lo descubrieron Ravela y Picaroni, que afirmaron que el desconocimiento de esta diferencia es uno de los factores del fracaso escolar en América Latina.

4.- Toda consigna tiene una devolución. No es lo mismo que un signo de “Revisado”, una firma, un sello o un punto en una lista de cumplimiento.

5.- Las devoluciones también tienen características. No son (solamente) valorativas “te felicito” o “debes esforzarte más”, por el contrario, proporcionan información al alumno que le permite comparar lo que intentó lograr con lo que efectivamente hizo.

6.- En este orden de ideas, el enfoque del plan de Educación Básica es que el corazón de la Planeación es la Evaluación ¿por qué? Porque esta última proporciona información que permite tomar decisiones al docente, considerando que el principio pedagógico número uno es que el aprendizaje está centrado en el alumno; es decir, la didáctica del docente deberá ser tal que, utilizando los resultados de la evaluación (y no todos los alumnos aprenden del mismo modo, en el mismo tiempo y bajo las mismas circunstancias) que sea posible hacer los ajustes necesarios para que ningún niño se quede atrás.

7.- El siguiente, es el mejor ejemplo de un tipo de evaluación formativa, donde no hay juicios de valor ni elogios ni críticas:

“Un maestro técnico está enseñando un curso de soldadura. Entrega a sus estudiantes una serie de instrucciones para construír un ángulo recto con metal y los criterios que debe cumplir el producto. Les indica que cuando crean que han finalizado, escriban su nombre en el ángulo que hicieron y lo depositen en una gran mesa de trabajo ubicada al frente del salón. A medida que terminan, los estudiantes escriben sus nombres en sus ángulos y se acercan a la mesa. Pero, al acercarse, ven que sobre ella están dispuestos en hilera una gran cantidad de ángulos hechos por alumnos de cursos anteriores, ordenados desde los más desprolijos hasta los mejor logrados. Antes de depositar el suyo sobre la mesa, los estudiantes lo miran y lo comparan con los que están allí. Muchos vuelven su mesa de trabajo y comienzan nuevamente su trabajo”

En tiempos de contingencia, vale la pena recordar que en el enfoque por competencias “si el alumno no lo sabe hacer, no lo sabe”, por lo que utilizando la creatividad, imaginación y empatía se pueden construir proyectos con consignas que permitan aterrizar el ejemplo anterior en el contexto de la educación a distancia.

8.- El trabajo de Picaroni subyace en el supuesto de que las familias pueden colaborar en el proceso de aprendizaje de sus niños desde el rol de padres, fundamentalmente en aspectos emocionales y actitudinales. Este apoyo probablemente nunca ha sido efectivo para los alumnos más vulnerables, con pandemia o sin ella. Es por eso que la salud mental de los docentes es tan importante, porque debemos también ocuparnos de carencias materiales, emocionales y afectivas de nuestros alumnos, en ocasiones por encima de la nuestra.

9.- Antes de la pandemia, algunos docentes estaban priorizando cubrir el programa, antes que constatar si los alumnos comprenden y se interesan por lo que enseñan. Esta contingencia es una gran oportunidad para comenzar de nuevo a través de la educación a distancia y los recursos disponibles a su alcance.

10.- En una interpretación muy particular de los trabajos de Ravela y Picaroni, la diferencia entre ellos se establece a partir de la evaluación formativa. Mientras el primero afirma que la función formadora y la función certificadora de la evaluación son dos caras de una misma moneda, la última sostiene que nunca debe incluirse en el mismo proceso de evaluación, la función formativa y la función certificadora

¿Usted qué opina, estimado lector?


[1] Plan 2011 de Educación Básica. Pág. 31

[2] https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/20177/Plan_de_Estudios_2011_f.pdf

https://www.planyprogramasdestudio.sep.gob.mx

[3] https://es2.slideshare.net/pennypalma/libro-1-enfoque-formativo-de-la-evaluacin

[4] https://www.researchgate.net/publication/266282520_LA_EVALUACION_EN_LAS_AULAS_DE_PRIMARIA_USOS_FORMATIVOS_CALIFICACIONES_Y_COMUNICACION_CON_LOS_PADRES

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