No es tan fácil echar abajo la reforma educativa.

El 2019 se antoja convulso en materia educativa. Y es que una de las prioridades del Presidente Andrés Manuel López Obrador es echar abajo la reforma ...
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El 2019 se antoja convulso en materia educativa.

Y es que una de las prioridades del Presidente Andrés Manuel López Obrador es echar abajo la reforma educativa que impulsó su antecesor Enrique Peña Nieto.

Y pese a que el Ejecutivo de la Nación tiene mayoría en las Cámaras de Diputados y Senadores, lo cierto es que la reforma educativa tiene como coraza nada más y nada menos que la Constitución.

Mire Usted.  El Presidente necesita  mayoría calificada en ambas Cámaras.  No las tiene.

En la Cámara de Diputados MORENA y sus aliados del PT y PES suman 314 legisladores.  A esta cifra habría que sumar a 11 legisladores del PVEM, partido que por extrañas razones abandonó al PRI para jugar sus cartas ahora del lado del Presidente.

Aún así, no alcanzan la cifra mágica de 334 Diputados de 500.  Sin embargo, durante el “estira y afloja” del Presupuesto 2019, 10 legisladores del PRD señalados por el perredista Jesús Zambrano como “inconfiables”, avalaron el proyecto de presupuesto que propuso el bloque lopezobradorista con lo cual formaron un bloque de 345 Diputados. El problema es que, como bien dice Jesús Zambrano, es una «inconfiable parte del PRD».

En la Cámara de Senadores la situación es más rocosa porque MORENA y aliados suman 70 Senadores. Considerando que el PVEM se sume a la iniciativa de Presidente, el bloque sumaría 76.  La cifra mágica es 85 Senadores de 128.

Y luego del estira y afloja de ambas Cámaras, la reforma educativa de AMLO debe contar con la aprobación de al menos 17 Congresos Estatales en virtud de que se trata de una modificación Constitucional.

Se anticipan entonces intensos debates y golpeteo político pues la oposición expresada en PAN, PRI, PRD, MC e Independientes, estará en condiciones de agruparse y formar un robusto bloque que les permita cabildear, incluso exigir.

Sume además a un organismo en estado de agonía como el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).  Y es que su Presidenta Teresa Bracho González ya advirtió que van a resistir a la intención de López Obrador de cancelar al organismo.  Y para ello, la Consejera anunció una cruzada en defensa de la autonomía del organismo de la evaluación.  Se trata dijo, de un atentado que el Presidente de México comete contra el “sistema de pesos y contrapesos de la vida democrática del País”.

No faltarán tampoco las voces influyentes desde la Sociedad Civil como la de Mexicanos Primero, de la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) y del empresariado mexicano, que no avalan en absoluto la intención de AMLO de echar abajo la reforma educativa.

Por otro lado hay que tomar en cuenta la presión política desde el magisterio.  La del SNTE por ejemplo que, sin pudor alguno, se sumó a la cuarta transformación y de un plumazo, defenestró la reforma educativa que tanto respaldó con toda la estructura del Sindicato.  De hecho su líder Alfonso Cepeda Salas está que no cree en nadie y se atrevió a advertir que va por lo perdido, es decir, el 50 % de las plazas para el SNTE, sus comisionados sindicales, un símil de carrera magisterial y el escalafón que eliminó la Ley General del Servicio Profesional Docente.

Por otro lado una fortalecida CNTE que no vacilará en protestar a través de movilizaciones si por el contrario la reforma educativa que resulte luego de intensos debates legislativos no satisface el reclamo de sus militantes.  La Coordinadora tiene un método de lucha en el que la apuesta es todo o nada.

Por último el bloque ‘Gordillista’ que está más fuerte que nunca.  Sumarse al proyecto de AMLO le trajo dividendos a grado tal que, más que pugnar por la caída de la reforma, apuestan por recuperar al SNTE.  Tómese en cuenta que la marrulla es característica genuina de la estirpe ‘Gordillista’.

En fin, hagan sus apuestas porque echar abajo la reforma educativa no es tan fácil.

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