Maestros y contienda electoral.

Durante muchos años, los docentes en México se vieron como parte de un sindicato, que a su vez era uno de los componentes de un sector, que unido a ...
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Durante muchos años, los docentes en México se vieron como parte de un sindicato, que a su vez era uno de los componentes de un sector, que unido a otros formaban parte del partido que se confundía con el Estado mismo.

El antecedente no sobra, porque estamos entrando a una encrucijada en las próximas elecciones, para la cual el ánimo y el sentido de misión de los maestros se verán retados. Saber de qué lejos venimos viene al caso, porque la permanencia de expectativas, la inercia de la mentalidad, la continuidad en el proceder no es fácil de romper. Tampoco sobra, porque debemos reconocer y agradecer a los maestros que sí han asumido su condición de ciudadanos de primera, individuos pensantes y responsables, agentes libres y críticos en la democracia.

Con elecciones libres, órgano autónomo para organizarles y presencia de los ciudadanos en cada casilla, las distorsiones más aparatosas en las contiendas ya quedaron atrás –en la mayoría de las elecciones, en la mayoría de las localidades del país– con respecto de los maestros como gremio.

Ya no pasa, como pasó alguna vez, que los subieran en camiones de limpia, o de la policía, o incluso en flotillas de taxis pirata a votar en masa, y a votar en varias casillas.

Ya no pasa que algunos de ellos, especialmente como comisionados sindicales, participaran en acciones vergonzosas como intimidar con amenaza de violencia a candidatos oponentes, o a que los posibles opositores no acudieran a las urnas, o que los paquetes electorales se robaran y quemaran.

No necesariamente por democracia interna o autocrítica profunda, sino un poco arrastrado por la obligada adaptación de supervivencia ante la crisis del Estado, que ya no pudo ser unipartido y corporativista al modo clásico, el sindicato de los maestros se separó del partido al que estaba adscrito, y una parte de su dirigencia formó otro. El mensaje fue: los maestros, como los demás ciudadanos, votarían por quien mejor les pareciera, libres de coacción y ajenos a cualquier represalia que los condicionara.

Así las cosas, en este 2018, prometer que se “traen” a miles de maestros a un candidato –desde un liderazgo sindical con título reconocido (como ser secretario de organización política de la sección estatal), o desde un liderazgo “histórico” como el del profesor Ochoa o las dinastías de nepotismo de los Callejas en Veracruz o los Montenegro en Nayarit- se antoja pretencioso, además de detestable. ¿Cómo afirmar que se puede obligar a los maestros a votar por determinado personaje?

Lo que sí puede ser muy real son tres fenómenos: a) que se puede con zanahoria o palo, es decir, con incentivos que se ambicionan o con amenazas que se temen, llevar a muchos maestros a un mitin, concentración, marcha o evento de campaña. No son votos, pero se muestra “músculo” y eso puede impactar las percepciones de otros votantes; b) hacer promesas de ventajas, puestos, prestaciones, aumentos o incluso de reajustes legales que favorezcan a los maestros, con la felicitación o apoyo de la dirigencia de que se trate; c) inhibir la participación de los maestros en ejercicio de sus libertades y conciencia, al poner “piquetes” o “comisiones” de observadores que son maestros al servicio de un candidato que hizo pacto con la dirigencia, de manera que se genere –compartiendo localidad- que el día de la votación en las casillas los maestros se topen con “compañeros” que les digan o hagan sentir “Ya te vi. Sabré si votas o no por el que preferimos. Tu carrera dependerá de si te pliegas al sentido que marcamos”.

La retórica/mediática, de promesas incumplibles o abstractas, de coacción inhibitoria, estas tres influencias contradicen la visión de los maestros de México como educadores profesionales y ciudadanos ejemplares, dignos modelos para nuestros hijos para vivir y actuar en la democracia que estamos entre todos construyendo. Un grupo de maestros escribió un comunicado en el que piden no verse arrastrados: “…queremos dejar en claro que los docentes NO somos instrumento o herramienta política de ningún partido o candidato en particular y que, como ciudadanos, debemos ejercer nuestro voto consciente, informado y responsable en pro del bienestar del sector público que nos atañe”.

¿Cómo será esta elección? ¿Los maestros sucumbirán a la inercia de cuando los consideraban clan, masa, infantería sin opinión propia y diferenciada, o bien nos darán una gran lección de civismo?

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