Las escuelas de tiempo completo, la lucha que viene

Trece programas educativos ya no recibirán financiamiento gubernamental en 2021; esto, de acuerdo con el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la ...
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Trece programas educativos ya no recibirán financiamiento gubernamental en 2021; esto, de acuerdo con el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2021 (PPEF21) que, en días pasados, el Secretario de Hacienda, Arturo Herrera, entregó al Congreso de la Unión. Entre los programas que podrían desaparecer destaca el de las Escuelas de Tiempo Completo (PETC) mismo que, como sabemos, comenzó a operar en escuelas de educación básica en 2007. ¿Su objetivo? A pesar de que con el paso del tiempo se ha modificado, no dista de lo que la Secretaría de Educación Pública (SEP), en 2016, apuntaba: fortalecer la calidad de los aprendizajes a través de esta modalidad educativa, optimizando el uso efectivo del tiempo escolar con la idea de reforzar las competencias relacionadas con la Lectura y Escritura, Matemáticas, Artes y Cultura, Recreación y Desarrollo Físico, así como los procesos de Inclusión y Convivencia escolar (SEP, 2016); hecho que implicó extender la jornada escolar de las instituciones educativas participantes, con el propósito de ampliar las oportunidades de los estudiantes porque, con ello, a decir de la SEP, se mejorarían los resultados obtenidos en el Sistema Educativo Mexicano (SEM).

Como parece obvio, la noticia no cayó muy bien que digamos en ciertos sectores sociales y educativos que, ven en este programa, muchas bondades puesto que, además de que se amplía el tiempo para el abordaje de contenidos curriculares en los rubros ya señalados, ofrece alimentos a los estudiantes mediante un comité integrado por padres y madres de familia mismos que, presuntamente, son supervisados por un coordinador de servicio alimentario que en cada escuela se ofrece.

Ahora bien, importante es mencionar que, en sus inicios, este programa estaba dirigido a escuelas que recibían a alumnos cuyas condiciones socioeconómicas eran adversas o desfavorables; sin embargo, con el paso del tiempo, las reglas de operación del PETC se modificaron sustancialmente, permitiendo que aquellas instituciones que decidieran participar, lo hicieran, ya sea porque ya se encontraban dentro del programa, porque presentaban bajos resultados educativos, o bien porque dichas escuelas, se ubicaban en contextos indígenas o migrantes.

¿Qué evidencia existe sobre la pertinencia de este programa en cuanto a los aprendizajes que pudieron haber obtenidos los estudiantes durante su implementación? Sugiero revisar los textos de: Diego Armando Luna Bazaldúa y Pablo Gerardo Vélazquez Villa “Evaluación del impacto del Programa de Escuelas de Tiempo Completo en medidas de logro académico de centros escolares en México”; de Marcela Georgina Gómez Sermeño y Lorena Alemán de la Garza “Estudio de caso: programa escuelas de tiempo completo (PETC)”; de Rafael de Hoyos “Las escuelas de tiempo completo y la equidad educativa”. En éstos se advierten, ciertos datos que fueron obtenidos a partir del tratamiento de la información recabada de los resultados de la aplicación de la prueba ENLACE (Evaluación Nacional de Logros Académicos en Centros Escolares) o PLANEA (Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes) a estudiantes de educación básica y en los que se observa que, en muchos casos, los resultados que obtuvieron los alumnos, mejoraron en algunos rubros.

En este mismo sentido, y sobre el tiempo escolar en esta modalidad educativa, que es un tema que también ha sido de interés por parte de investigadores y académicos, sugiero leer un texto que me parece de lo más interesante, el de Abel Pérez Ruiz, Rosalba Ferrer Meza y Enrique García Díaz “Tiempo escolar y subjetividad: significaciones sobre la práctica docente en escuelas de tiempo completo”; en éste, se ofrecen algunas visiones de profesores de educación básica sobre el hecho de trabajar en el PETC, así como también, las significaciones que los autores rescataron sobre ello. Insisto, es un texto que me parece interesante, dada inquietud por conocer qué piensan y cómo significan su quehacer, los profesores que laboran en este programa.

¿Qué evidencia tiene el gobierno federal para que se deje de financiar el PETC? Ninguna. ¿Por qué dejar de financiarlo? La respuesta seguramente se encontrará en los pasillos de Palacio Nacional o, en las oficinas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

Por mi parte debo reconocer que, si bien es cierto que en ciertas escuelas de educación básica el programa opera con algunas dificultades, también es cierto que en un buen número de instituciones educativas se desarrolla sin mayores problemas. Tal vez, uno de los inconvenientes que se hizo latente desde que se implementó el PETC en nuestro país, estuvo relacionado con la inadecuada capacitación y orientación que recibieron los colectivos docentes para su puesta en marcha; esto, aunado a la organización que en cada centro educativo se daba al inicio del ciclo escolar con el propósito de que, tanto las actividades relacionadas con el currículo, como aquellas que les significaban el trabajar con talleres y/o las actividades deportivas, no propiciaba una completa articulación o la “transversalidad” requerida para su adecuado funcionamiento.

En cualesquiera de los casos, si hay evidencia que demuestra que el PETC favorece la adquisición de aprendizajes de los estudiantes, además de lo que les puede significar la nutrición a estos alumnos, considero que debería continuar dicho programa; de hecho, mayores recursos no le vendrían nada mal, sobre todo si pensamos que, para que éste se desarrolle favorablemente, tendría que considerar esquemas de capacitación y actualización que les permitan a los colectivos docentes, tener a la mano un esquema integral que favorezca, no la saturación de actividades y tiempo escolares, más bien, que contemple poner en marcha estrategias didácticas de manera colegiada, ya sea a través de un aprendizaje basado en proyectos, de problemas, de colaboración o de cooperación; en fin, insisto, la capacitación resultaría fundamental para propiciar estos espacios de construcción de propuestas colaborativas sobre el quehacer docente en esas escuelas.

Finalmente deseo señalar que, ante la posible desaparición del PETC, han surgido voces en el magisterio que, como decía al inicio, han visto con buenos ojos su implementación, caso concreto, el Movimiento Magisterial de Tamaulipas, integrado por docentes de esa entidad federativa y quien, a través de su vocera, la profesora Reyna Campuzano, ha dado a conocer que ya iniciaron con la recolección de firmas y datos de las escuelas que operan bajo esta modalidad educativa, para hacérselas llegar a los Diputados (Noticiero de Victoria, 15/09/2020), los cuales, como parece obvio, tienen en estos momentos la palabra y, sobre todo, la decisión de hacer que su discurso cobre sentido en los hechos al no desaparecer un programa sin que tengan elementos para ello.

Al tiempo.


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