La nueva reforma educativa, un gran salto hacia atrás.

Por: Lucrecia Santibañez* La reforma que propone el presidente López Obrador en educación constituiría un enorme retroceso educativo. AMLO propone ...
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Por: Lucrecia Santibañez*

La reforma que propone el presidente López Obrador en educación constituiría un enorme retroceso educativo. AMLO propone desbaratar el entramado de reformas que se construyeron para la rendición de cuentas en el sistema educativo: los concursos de ingreso y promoción, la evaluación de desempeño y el INEE como organismo autónomo. También queda claro que busca una alianza con el SNTE y de esta forma le presenta en charola al SNTE el botín más preciado: el control de las plazas.

Parece que el presidente favorece destruir para construir, aunque su destrucción es selectiva. Decide no perseguir la corrupción pasada de presidentes y altos funcionarios por no poner en riesgo «la estabilidad del país.» Arremete, sin embargo, contra funcionarios y organismos de menor alcance político que le traigan frutos políticos a menor costo. Los argumentos en contra de la reforma educativa no son técnicos sino políticos. La estrategia está diseñada para causar el mayor impacto mediático y discursivo. Presenta su reforma como un pacto para la «revalorización del magisterio,» cuando el verdadero ganador en todo esto es probablemente el SNTE. Así compra AMLO la estabilidad política que pretende.

Es difícil vislumbrar el impacto de la cancelación de la reforma dado lo reciente de su implementación. Apenas en el 2015 comenzaron los procesos de evaluación, con la correspondiente curva de aprendizaje que todo proceso supone. Con menos de tres ciclos completos desde su cabal implementación, no podemos decir si la reforma del 2013 ayudó o no ayudó a mejorar la práctica, los conocimientos y habilidades de los maestros. No podemos hablar —como lo señala la propuesta del Ejecutivo— de que no cumple con «los impactos deseados en el aprendizaje» (p. 4) dado que no tenemos suficiente información ni para establecer una simple tendencia. Aparentemente el Ejecutivo ya vio lo que tenía que ver y decide que no hay que seguir hacia delante, sino que hay que dar un gran salto para atrás.

En este y otros medios he sido crítica de como se ha implementado la evaluación de desempeño. Esa parte pudo haberse cambiado fundamentalmente, es decir, desligar de la permanencia, sin tener que afectar las partes valiosas de la reforma. En especial: los concursos de ingreso y promoción; el sistema de tutorías docentes especialmente dirigido a docentes nóveles (que también está pasando por su propia curva de aprendizaje) y la labor del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). Al respecto destaco tres puntos.

1. No podemos regresar a un sistema de venta y herencia de plazas. Esto no debería estar siquiera a discusión. Me decepciona profundamente que el presidente le ofrezca al gremio sindical esta concesión porque no hay razón alguna para defender el sistema que teníamos antes. La reforma de 2013 tuvo muchos errores, pero este fue su mayor acierto. Además, el SNTE no se distingue precisamente por ser un organismo democrático. Si lo fuera no podría ahora argumentar que la reforma se hizo a pesar del magisterio, dado que ellos mismos la firmaron. Regresar a un sistema donde el SNTE controla el sistema educativo es un error. El presidente debería saberlo, pero parece no importarle.

2. El INEE debe mantener su autonomía para poder generar la autoridad moral de tomar decisiones fuertes y alzar la voz. En un clima de profundas divisiones políticas y desconfianza, necesitamos un organismo independiente que de certeza sobre las mediciones de calidad y acceso a la educación. El paralelo sería INEGI o CONEVAL. El ejecutivo debería ver con buenos ojos —no con suspicacia— contar  con un organismo independiente con autoridad moral para decir como van las cosas y tomarle el pulso a sus reformas. ¿Que sucedería si dejamos de confiar en las medidas de pobreza? ¿En el censo de población? ¿En los indicadores económicos y sociales? ¿Como justificar destinar enormes presupuestos sin medidas y evaluaciones que nos permitan saber si las cosas están funcionando? La «austeridad republicana» debería ver con buenos ojos este punto si quiere retener una visión de progreso dentro de lo que se está convirtiendo en un ejercicio de ahorrarse los centavos y gastarse los pesos.

Hay una enorme confusión sobre las tareas del INEE, confusión que parece haber sido iniciada o al menos promovida por el nuevo gobierno. El INEE no tiene a su cargo decisiones laborales que conciernen a los docentes. En su forma autónoma, el INEE tiene apenas 5 años de estar formalmente constituido (la ley de incorporación del INEE como instituto autónomo se promulgó en 2013, las leyes secundarias y demás reglamentos después). La nueva Junta de Gobierno del INEE entró con una visión crítica y reformadora sobre lo que tendría que mantenerse y lo que tendría que mejorar. El Ejecutivo debe darles la oportunidad de ejecutar esta visión y no hacerlos los villanos fáciles de esta historia que nada, absolutamente nada, tiene que ver con ellos.

Por último, el tema de formación docente es un tema espinoso y difícil de implementar. Todas las administraciones, desde la de Salinas de Gortari con el famoso PRONAP diseñaron procesos de amplio alcance para mejorar la formación docente y revalorizar el magisterio. Todo estos esfuerzos han fallado. La formación continua en México no ha tenido resultados y eso si lo sabemos por estudios y evaluaciones. ¿Que propone este Gobierno que sea diferente?

Es cierto que el grave problema de desigualdad en México tiene que atenderse. Hay un lugar importante para políticas de redistribución y generación de mejores empleos que aumenten la calidad de vida de la mayoría de la población,  dicho  anhelo alimentó la ola que llevo a AMLO al poder. La respuesta no estriba en bajar los sueldos a funcionarios o desaparecer un Instituto con potencial, empeñado como nunca en mejorar su quehacer al servicio del país. Me preocupa el discurso que divide: ustedes y nosotros. Fifís y pueblo. Altos funcionarios que ganan sueldos exorbitantes por trabajo de escritorio y los trabajadores que realmente se ganan lo que reciben con el sudor de su frente. México necesita de todos para salir adelante. Maestros, abogados, ingenieros, investigadores, albañiles, empleadas del servicio doméstico, artistas, vendedores ambulantes, taxistas, doctores. Necesita también al INEE. Y necesita sobre todo maestros que sientan que se ganaron su plaza por sus méritos y no por ser amigo, familiar o hasta amante de alguien en el SNTE o la autoridad educativa. Necesitamos ir hacia adelante y no rescatar los viejos vicios. Azuzar el conflicto de clases para avanzar su agenda no debe ser la estrategia a seguir por más popularidad que le genere a nuestro nuevo presidente.

Artículo publicado en el Blog ‘Distancia por Tiempos’ de Nexos.


*Es Profesora asociada del Claremont Graduate University, de Estados Unidos.

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