La decadencia social, expresión de la violencia y la inseguridad en México.

El estado de decadencia en México ya no se disimula: la religión, las costumbres y la justicia se desmoronan en una transformación inevitable de una ...
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El estado de decadencia en México ya no se disimula: la religión, las costumbres y la justicia se desmoronan en una transformación inevitable de una sociedad descompuesta por “la acción corrosiva de una cultura delicuescente”, manifestó hoy el doctor Rodolfo Suárez Molnar, rector de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Al ofrecer la conferencia magistral Todo lo hemos perdido, menos el honor, lamentó que a causa del alto ejercicio de la corrupción la clase política promueva situaciones de desventaja para los ciudadanos, con gran cantidad de fallecidos a causa debido a la inseguridad y la violencia, así como por las malas condiciones económicas, que sólo responden a intereses capitalistas.

Durante la presentación –ofrecida en el Auditorio Luis Lara Tapia de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma México (UNAM) y que fue acompañada de un performance musical– externó que “la raza, la clase y el género siguen siendo principios incorruptibles con los que la humanidad entera se reparte los vagones de un tren que no va a ninguna parte, o sí: al infierno”.

Hordas enteras tienen que migrar en busca de discriminaciones más sutiles, si acaso aderezada con eufemismos de la nueva corrupción política, mientras el país se convierte en un cementerio y las fuerzas del orden y del caos se amalgaman, “los que buscan a sus desaparecidos tienen que contentarse con la hipótesis de que todos somos iguales ante la ley, aunque tengan la certeza de no serlo”, sentenció.

Suárez Molnar mencionó que se ha confundido la subversión con el vandalismo, cuando la gente se ocupa de reclamar justicia por sus familiares desaparecidos por los cuales se sostienen en un estado de velo permanente, siendo más común escuchar en las noticias sobre narcofosas, feminicidios, miseria y muerte.

En el Tercer Coloquio sobre violencia, narcotráfico y salud mental, convocado por la Unidad Cuajimalpa de la UAM y la Facultad de Psicología de la UNAM, rememoró algunos de los movimientos estudiantiles y sociales que van quedando en el olvido, reclamos y demandas al igual que la historia o los monumentos vacíos hoy en día, sin significados, mientras que el crimen organizado es cada vez más un fenómeno generalizado.

A mujeres, hombres y niños que aquí y allá hacen funcionar la fontanería en los que corren los alimentos y las ex presencias del sistema “a pesar de nuestro relativo desconocimiento mutuo, los he visto temblar cada vez que se comete una injusticia en el mundo y porque a cada tanto nos encontramos buscando nuestra felicidad en los otros, acá no confundimos a los prófugos con los exiliados, aquí la amistad y la enemistad siguen siendo transitivas”.

Del mismo modo, comunidades que viven desgracias naturales, incendios o accidentes nunca obtienen ningún tipo de ayuda y sólo son ignoradas, “¿será que la esperanza ha muerto y los que quedamos ya sólo somos espantos?, ¿qué tal si ponemos nada sobre nada, si hacemos un hoyo en el vacío o ponemos un olvido en medio de tantos otros?”, puntualizó.

Paradójicamente, al poner olvido en el olvido no se puede generar otra cosa que actos mnémicos y rememoraciones que hagan del olvido justamente eso: un hueco, una falta en donde ahora hay algo. Dentro de unos días, por ejemplo, se celebra el asalto al cuartel de madera y casi con plena seguridad no habrá acto o rememoración alguna, ni siquiera una palabra por los caídos que el entonces gobernador de Chihuahua soltó en la fosa común.

“Otra forma de decir que no perdonamos es no claudicar, no venderse, no rendirse y es resistir, tal vez lo leyeron, tal vez entendieron que le decíamos aquí estamos y no olvidamos”, concluyó.

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