El magisterio y su crisis de civismo.

Por:   José Antonio Martínez Gutiérrez «La Educación es la forma de luchar contra la fatalidad social; contra esa fatalidad que hace que el hijo del ...

Por:   José Antonio Martínez Gutiérrez

«La Educación es la forma de luchar contra la fatalidad social; contra esa fatalidad que hace que el hijo del pobre siga siendo pobre. Que el hijo del ignorante siga siendo ignorante»(Fernando Savater)

Reconozco que soy parte de la fatalidad más paradójica que pueda adolecer el sector educativo que supone ser pilar de la formación  ciudadana, esa fatalidad  bien señalada por Fernando Savater y  que existe en muchos rincones de las acciones humanas: La crisis de civismo.   Durante el banderazo de salida de los trabajos del 5to Congreso Nacional de Educación, Fernando Savater definió a la crisis del civismo como la pérdida de la capacidad de intervenir como ciudadano, y sentenció a la democracia como  la herramienta fundamental del correcto funcionamiento de las sociedades.     Me llamó la atención que precisamente los pensamientos de Fernando Savater fueron vertidos en un evento patrocinado por el SNTE, donde  la democracia está  vedada (o secuestrada) desde hace mucho y que por supuesto cuesta entenderlo cuando se trata del sindicato que en cuyos miembros  está parte  de la ciudadanía de las generaciones futuras.    Mi conclusión quizá un tanto presurosa es que el magisterio padece crisis de civismo.

Como ejemplo de crisis de civismo está la democracia pasiva ejercida cada 3 o 6 años cuando el ciudadano participa en una elección depositando su voto en el silencio de la urna electoral, y digo silencio porque no basta que su sufragio sea sumado a las estadísticas de algún  candidato tal, sino que una vez ejercido el sufragio sirva  para auditar las acciones del gobernante en turno, para pedir explicaciones del por qué la promesa de campaña no se respaldó con la evidencia de gobierno y,  para en su caso, tener memoria y se evite el masoquismo de soportar una plataforma de gobierno que simplemente no da resultados tangibles,  algo que sabemos en la prática «democrática» del País, no sucede.     Con ejemplos como el anterior  se puede entender por qué el magisterio afiliado al SNTE ha  permitido  que un grupo poderoso  encabezado  por la Mtra. Elba Esther Gordillo Morales,  mantenga un orden de gobierno sindical  pestilente entre fundación de partidos, dictaduras, represión de ideas incómodas, negociaciones oscuras, congresos amañados, programas de televisión falaces, dirigentes dirigidos y maestros con una terrible crisis de civismo  apostados en el absoluto silencio.    Si se tratara de citar ejemplos institucionales como modelos para educar el civismo, me temo excluir al SNTE, está por demás  mencionar su orden de gobierno casi “monárquico” y mucho menos el proceder mayoritario de sus dirigentes.   Magnífico sería citar ejemplos de maestros que pugnen y luchen por el giro de 180° de la estructura y funcionamiento de éste sindicato, pero  lamento reconocer que aún son pocos  y la prueba más tangible es la subsistencia, consolidación y fortalecimiento de su sistema.

Cierto es que existen voces internas pujantes por democratizar al SNTE, pero creo que antes de pronunciamientos se debe sopesar si en verdad dichas voces están preparadas para tan complejo ejercicio.   No se si tales voces   logran concebir a la democracia  como un ejercicio de vida que norme los órdenes de gobierno de nuestra propia organización sindical.   Muchos dicen que falta madurez para que sea fértil la democracia, yo creo más bien que  falta la buena dosis de civismo.

Eduquemos pues nuestro civismo profesores… ¡Basta ya de concebir a la democracia  como un concepto allanado  entre las páginas del diccionario!    Miremos a la educación, como la forma de prevenir una serie de males.