El hostigamiento profesional docente.

Se ha vuelto  tendencia el hecho de molestar insistentemente a los maestros.    Se hace común escarnecer o burlarse de él con prepotencia. Basados en ...
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Se ha vuelto  tendencia el hecho de molestar insistentemente a los maestros.    Se hace común escarnecer o burlarse de él con prepotencia.

Basados en la falsa presunción de fortalecer el rendimiento y calidad del sistema educativo; son éstos la última puerta de golpe. Si hay que culpar a alguien de los malos (pésimos) resultados educativos a nivel nacional, es a ellos a quienes se debe satanizar.

Se trata pues de evidenciarlos, de cargarles la mano en el embrollo administrativo, señalarles la ley con el índice; amenazarlos con el fin de alinearlos dando manotazos al escritorio.

Ya hay muy poca autoridad que respetar en las Secretarías de Educación, en las jefaturas de Sector, en las Supervisiones Escolares y en las Direcciones Efectivas Escolares, porque lo que un día fue liderazgo y ejemplo de responsabilidad, hoy se ha vuelto autoritarismo banal; muchas veces con el afán de descargar las frustraciones aspiracionales de un docente despojado de su “escalafón”.

La balanza muestra tendencia, sesgo, desequilibrio; quien la maneja desconoce lo complejo del servicio docente. Quien evalúa no tiene las competencias que exige. Quien educa desde el hogar ha perdido mucho de los valores humanos que debía heredarle a sus vástagos. Los que han legislado la jurisprudencia han sometido la voluntad por popular cual guión barato de una película mexicana mal producida.

Pero bajo ninguna circunstancia se justifica que desde la más alta autoridad educativa se atemorice y amedrente a los docentes que están frente a grupo, luchando por cumplir con su labor aún en condiciones adversas; no es inteligente pensar que solo regañando e intimidando con las argucias legaloides (mal llamada reforma educativa) recientes se podrá lograr alcances gloriosos que hundan en el olvido los años de rezago educativo.

Apostarle a la insistencia sobre alguien para que haga algo no es garantía ni siquiera de una alternativa.

El docente sometido y temeroso por no perder su trabajo (y por ende su libertad), solo debe cumplir el 33%  que le corresponde según el modelo tripartita que México ha proclamado en su artículo 3° Constitucional.

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