Después del sismo, necesario una reflexión desde la escuela

Lamentablemente. Así es. Una vez más. El 19 de septiembre nos vuelve a golpear de la manera más violenta y devastadora. Un día trágico, un maldito día ...
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Lamentablemente. Así es. Una vez más. El 19 de septiembre nos vuelve a golpear de la manera más violenta y devastadora. Un día trágico, un maldito día que no habíamos olvidado y que no podremos olvidar en la historia de México. El sismo deja la pérdida irrecuperable de vidas humanas diversas y valiosas: mujeres, hombres, niños y niñas; ya no están con nosotros físicamente, aunque permanecerán grabados en nuestro pensamiento, nunca se desdibujarán. Edificios, casas, hospitales, escuelas e iglesias manifiestan daños importantes en su estructura arquitectónica o, de plano, quedaron hecho añicos. La materia se transformó, se pulverizó, pasó a otra forma: la más desagradable y cruel. Nuevamente, lo que hoy hay es las ruinas de México, como las nombró José Emilio Pacheco, en un libro que escribió después del sismo de 1985.

Las ruinas de México se expresan en edificios colapsados, cuerpos sepultados en vida, cuerpos desaparecidos, escombros, calles sin accesos y destrozadas, hambre, lluvias, frío, sed, cansancio, lágrimas y desolación. Ante una situación como la que vive México hemos visto las dos caras de la moneda: 1) lamentablemente, la insensibilidad, el cinismo, el oportunismo, lo inhumano, la negligencia, el abuso, la indiferencia, el despótico y la cobardía se han hecho presentes en el actuar de nuestros políticos, autoridades e instituciones y 2) el otro rostro; el México con cuerpo y mente, el México que puede, el que tiene fuerza, el que tiene coraje, el incansable, el solidario, el que ve al “otro” como yo, el que es sensible a los problemas de los “otros”, el que es sensible al sufrimiento del prójimo, el que está en las calles apoyando la causa a través de diferentes tipos de donaciones, el que emprende acciones de rescate y disímiles acciones, el que tiene una gran cantidad de jóvenes universitarios que están apoyando la causa de diversas maneras, jóvenes que están sacando la “casta”, y sociedad civil en general, que muestra las mejores expresiones de cariño y solidaridad con el pueblo mexicano. Es el México unido, único y uno: somos uno mismo. El México sin barreras, sin distinciones, sin clases, sin diferencias. Ese es el México presente y captado en esta realidad.

Ante un panorama de contrastes que presenta México en este momento, es necesario discutirlo desde el ámbito de la educación y desde diferentes posturas. Hay muchas tareas que desde el ámbito educativo pueden ser ejes de interés en los próximos días. Es importante referir, que la prioridad ahora, es el rescate de los cuerpos faltantes: eso. Sin embargo, es necesario poder señalar algunas acciones que la escuela pueda reflexionar en el momento y espacio pertinente. Se van a señalar tres aspectos:

1)Los desastres no son naturales. En el mundo académico hay una postura que apoya el hecho de referir que los desastres que se viven en el mundo no son naturales, sino son construidos socialmente. En Ginebra, Suiza, el mayor experto de la ONU en el tema, Robert Glasser, refirió:

Cuando piensas en peligros como terremotos, huracanes, ciclones, tsunamis, esos peligros por sí mismos no causan un desastre, el desastre ocurre cuando el fenómeno natural combina con la gente y su vulnerabilidad. Si un edificio fue construido para resistir terremotos, de acuerdo con los estándares apropiados, entonces cuando pega (el movimiento telúrico) no se convierte en un desastre (Reforma, 26 de septiembre del 2017).

Parece ser que lo que se advierte merece una discusión compleja e importante en la escuela desde diversas aristas, aquí solo pondremos las primeras aproximaciones de reflexión. Si asumimos que los desastres son sociales, tendríamos que empezar por reflexionar y hacer cuestionamientos importantes sobre las regulaciones que existen en México para la construcción de edificios y casas; por qué se cumple de manera acotada o simplemente no se cumple con el reglamento de construcciones, qué se aprendió y qué errores se volvieron a cometer después de lo acontecido en 1985, qué tendríamos que proponer como ciudadanos ante este tipo de hechos. Son preguntas inquietantes que pueden ser pertinentes para desnudar un sistema que ha velado por los intereses de unos cuantos a través de diferentes actos de discrecionalidad y corrupción. Incluso, es necesario referir que las autoridades mexicanas no aceptaron la ayuda de Suiza, la cual ofrecía el apoyo de ingenieros para  la revisión y el análisis de las estructuras de los edificios, por qué? Seguramente, porque se visibilizaría a nivel mundial no solo el deplorable material y las pésimas condiciones que hay en el diseño de muchas de las estructuras arquitectónicas de los edificios de México, sino porque se mostraría- aunque ya se conoce- de forma más explícita el lastre que configura la estructura arquitectónica política de México. Es por eso en este momento necesario repensar las acciones concretas que emprende el Estado con respecto a lo acontecido. No podemos permitir más colapsos de estructuras de edificios por corrupción y negligencia, producto de seres humanos insensibles. Necesitamos mentes que no se colapsen  y que estén informándose y demandando transparencia en estos asuntos que no son menores, solo así iremos edificando el camino hacia un México más justo.

2) Una tragedia no puede ser una lucha por el protagonismo mediático ni político. Aunque aparentemente a partir del discurso oficial se llama a no lucrar políticamente con lo acontecido en México, la realidad es otra. Afortunadamente, la focalización al colegio Enrique Rébsamen ha traído gran bondades, se han podido rescatar con vida a varias personas, no es cuestión menor, jamás vamos a olvidarlo. Sin embargo, eso trae consigo que se vuelva un espacio simbólico, bastante atractivo para oportunistas y cínicos, que con una máscara de solidaridad se presentan en el escenario para ocupar un papel protagónico en la obra montada. Aurelio Nuño, se posicionó como un actor protagónico, tanto que fue reproductor, tristemente, del fantasma de Frida Sofía. La intención era presentarse y dibujarse en la televisión de Televisa como un hombre conmovido y solidario, un imaginario que solo el identifica, todo por un minuto de fama, todo por salir en la televisión, como refiere el intelectual Alberto Arnaut. En ese momento los reflectores eran elementos valiosos para presentar a un secretario de educación conmovido. Los reflectores se apagaron, solo vemos a un secretario de educación muy tibio en sus decisiones en términos de educación y más enfilado a acciones políticas -mediáticas- con miras a la presidencia. Y de televisa? Ni qué decir. Bueno sí. Queda claro, no hace periodismo. Reproduce el discurso oficial, sin críticas ni investigaciones. Esto hay que llevarlo al aula, sería importante reflexionar de forma compleja y profunda los efectos de los medios de comunicación en la transmisión de lo que pasa en la realidad; cómo manejar la información que fluye en la actualidad; qué medios de comunicación pueden ser más confiables; qué impacto tienen lo mediático y lo político en lo social. Son cuestionamientos que pueden comenzar una verdadera y digna reflexión de lo acontecido, y que son fundamentales.

3) El ciudadano que necesita México: el que tiene memoria: A lo largo de la historia de la educación se ha pensado acerca del tipo de ciudadano que quisiéramos formar, una tarea sumamente importante. Difícil de definir, y más, poderla cristalizar en la realidad. Pero, tal vez, en este momento y en otros tantos de nuestra historia, captamos a un ciudadano mexicano que quisiéramos ver no únicamente dibujado en imagen que se quede como obra artística – por supuesto, muy valiosa y significativa- sin movimiento, sino que sea una imagen dinámica e interactiva que no haya necesidad de captar en tiempos y espacios determinados, sino que sea una imagen constante con espacios y tiempos infinitos. El ciudadano sin clases, ni grados ni distinciones; el que apoya, el que es solidario; el que es sensible; el que es empático con el dolor del “otro”, el que te protege; el que te comparte; el que es recíproco; el incansable; el que dialoga- con los conflictos que la palabra pueda generar- el que negocia; el que protesta ante los voraces e injustos; el que te tiende la mano cuando te has caído; el que te comparte no lo que le sobra, sino lo que le hace falta; el que se organiza para generar las mejores acciones entre todos y cumplir con las encomiendas trazadas; el que tiene sed de justicia y lucha por las causas de los otros, que también asume como suyas; el trabajador inalcanzable; el que comparte el pan y el agua con su prójimo. Me parece que hay un gran consenso para decir que es el mexicano que queremos ver todos los días, no hay duda. Un ciudadano con actitudes, aptitudes, habilidades, destrezas, conocimientos, con empatía emocional y con una ética y moral rescatable: un ser integral. Convendría rescatar qué podemos hacer desde la escuela para que esto no se diluya, qué herramientas proporcionar desde la escuela para que esto sea una constante en un espacio infinito y constante, cómo utilizar estos elementos para la conquista de un México justo y con grandes ciudadanos. El primer elemento porque el que deberíamos de empezar y nutrir de forma constante es: la memoria. No podemos tener una memoria líquida ante un acontecimiento que, desgraciadamente; nos ha lastimado, nos ha herido; pero también, ha posibilitado percibir a México de otra forma: humana y sensible. Nos esperan días difíciles, grandes retos. Solo que hoy, la esperanza de mirar y construir un México distinto son palpables y plausibles.

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