Con la reforma “educativa” se acelera la muerte lenta de las escuelas normales.

Nota del editor: el presente texto fue tomado del perfil publico de Facebook del Doctor Nota del editor: el presente texto fue tomado del perfil ...
Image

Nota del editor: el presente texto fue tomado del perfil publico de Facebook del Doctor Nota del editor: el presente texto fue tomado del perfil publico de Facebook del Doctor Alberto Arnaut Salgado y se reproduce aquí por ser de interés público y magisterial. 


La caída de el número de solicitudes para el ingreso y de la matrícula de las escuelas normales se debe a varios factores: las campañas mediáticas contra la profesión docente, el acoso contra el normalismo rural, las políticas de reducción de la matrícula y el abandono oficial de la educación normal.

Son consecuencia también de la idea genial del gobierno actual de que “cualquiera puede ser maestro”. Con base en esta idea, si cualquiera puede ser maestro cualquiera puede formarlo y, por lo tanto, las escuelas normales son reemplazables, prescindibles, clausurables…

También son consecuencia de la idea de que las escuelas normales no son auténticas instituciones de educación superior porque no son como las universidades. Sí, no son como las universidades, las normales son distintas. Entre otros aspectos, las escuelas normales se distinguen porque son instituciones de educación superior que se dedican, esencialmente, a la formación docentes para la educación básica.

Históricamente, el currículum de la educación comprendió una formación general (humanistica, científica y social), una formación pedagógica y didáctica y una formación mediante la observación de la práctica y la práctica docente intensiva.

Ese ha sido el toque de distinción del normalismo mexicano. Aunque con altibajos, el equilibrio entre esos tres componentes (formación general, pedagógica-didáctica y práctica docente) se mantuvo hasta que la reforma de 2012, que prácticamente suprimió la formación general. Por si fuera poco, la reforma que ahora se está cocinando sacrificará una buena parte de la formación pedagógica-didáctica y en la práctica, para abrir el espacio curricular que se requiere para la fantasía de la República Bilingüe de Aurelio Nuño.

La reforma de la educación Normal de ahora, para abrir el espacio curricular que se requiere para la enseñanza del inglés, incluso suprimirá la única asignatura que quedaba de historia de la educación. Así se completará la obra iniciada por la reforma de 2012, que redujo a sólo una las cuatro o cinco asignaturas que había con algún contenido histórico. Parece que los tecnócratas neoliberales son alérgicos a la historia. Por eso, siempre caen en los mismos errores. No quieren que quede huella del pasado. Hay que arrasar con la historia. Tal vez consideran inútil (y hasta peligroso) que los futuros docentes conozcan la historia del sistema educativo y de la profesión para la que se están formando.

Quizá llegó el momento de repensar la política de educación normal desde su propio toque de distinción histórico. Repensarla desde lo que distingue al subsistema de educación Normal de los otros dos subsistemas de educación superior, el universitario y el tecnológico. Por supuesto, sin perder de vista a los otros dos subsistemas de educación superior, como lo hace Angel Díaz en el comentario que ahora les comparto.

Finalmente, en estos tiempos en los que hasta Mexicanos Primero habla de la reforma de la reforma “educativa”, también habría que comenzar a pensar en reformar (al menos) la Ley General del Servicio Profesional Docente para devolver a las escuelas normales su lugar en la formación de docentes de educación básica y para que, en el futuro, ningún secretario de Educación Pública vuelva a decir que “cualquiera” puede ser maestra o maestro.

TEMÁTICAS: