Carta a la junta de gobierno del INEE.

Por: Héctor Bárcenas Hernández Estimada Junta de gobierno: Estoy interesado en contarles un poco algunas ideas que atraviesan mi cabeza y llenan de ...
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Por: Héctor Bárcenas Hernández

Estimada Junta de gobierno:

Estoy interesado en contarles un poco algunas ideas que atraviesan mi cabeza y llenan de marañas mis entrañas.

Las últimas semanas los pasillos se han impregnado de angustia, los susurros anuncian un ocaso doloroso y los escritorios se han llenado de desilusión. El futuro del Instituto parece no ser prometedor en estos instantes.

Como se mencionó en la reunión exprés del miércoles 12 de diciembre, las instituciones tienen como materialidad a las personas que las conforman y coincido con que en esta institución existen trabajadores capaces, interesados en la mejora de la calidad educativa.

La situación que está atravesando la gente que le da consistencia al INEE no es fácil, es compleja, densa y profunda. Como acto de fe, estoy convencido que las condiciones que atravesamos están amarradas a una serie de acuerdos e intereses políticos que nos jalonean y desestabilizan.

Sentado, en medio de una multitud repleta de miedo, escuché una serie de discursos bastante mediocres por parte de las personas que están al frente de una institución agonizante. Escucho en la reunión anual de fin de año sus voces como un zombi que está recibiendo un disparo en la cabeza y al mismo tiempo tratando de hilar ideas que traen consigo una sonoridad sangrienta.

Comienza a hablar la presidenta de la junta de gobierno, el mismo discurso de que a las instituciones las defienden las personas, hace una invitación para que la gente que conforma al instituto se levante y lo defienda. Luego a modo de lapsus (eso espero), llama a Defender los derechos laborales de las personas y con un brinquito acrobático pasa al tema del presupuesto. “Hubo que organizar y reorganizar el presupuesto anual”. ¿Cómo se va a organizar tal presupuesto? Teresa, como la cabeza mayor que está al frente de la institución afirma que el personal eventual ya no será parte de la institución, el personal eventual tiene menos valor, ese no tiene que ser defendido con tanta fuerza. Y la defensa que esta gente pueda dar al instituto tampoco importa tanto.

Una vez que Teresa termina sus alentadoras palabras, la sucede Sylvia, sólo para dejar claro que no tienen idea que hacer con el puesto, reiterar que el personal eventual saldrá volando al precipicio sin paracaídas mientras ellos continúan cual gallinas sin cabeza, corriendo sin dirección ni sentido hasta que esté completamente cancelado el Instituto; claro, cobrando su sueldito mientras sucede esto.

Me sorprende que una institución que tiene como premisa defender la equidad, tome decisiones en las cuales el privilegio este por delante.

Se habla de buenas condiciones de trabajo, pero que el personal eventual no esté contemplado como estructura, responde a cuestiones políticas ajenas al propio personal eventual, conozco gente que tiene hasta 13 años trabajando y que con afán de ascender profesionalmente y con su trabajo diario consiguieron plazas eventuales más altas. En el día a día, los trabajadores no tenían exigencias distintas a las que tiene el personal de estructura. En la cotidianidad, los líderes a cargo del área del instituto en la que trabajo, nunca me dijeron: Héctor, tú debes trabajar menos, tú tienes menos responsabilidades que el resto de los compañeros de estructura.

Ahora, con la frente en alto, como lo piden, les escribo abiertamente que el asunto de la equidad que tanto se pregona, de la invitación a trabajar, a defender al instituto, no corresponde con las acciones que toman como un supuesto organismo autónomo. No me queda claro, cómo se ven en la penosa necesidad de actuar de tal o cual forma, cuando se supone que este es un organismo autónomo. Invitan a la defensa de la autonomía, una autonomía que no miro por ningún rincón.

Ahora me toca escuchar a Paty, como a ella le gusta que la llamen, “no podemos dejar morir una institución”, dice que no se abandona el barco, pero ya dejaron claro que van a abandonar a las personas.

De esas doscientas cuarenta y tantas personas que abandonan, les prometo que no se cuentan entre ellos a la élite que gana por encima de lo que gana el presidente de la república mexicana. Con los pelos de la burra en la mano les recuerdo que no hay nadie de la junta de gobierno que sea eventual. Tampoco se encuentran titulares de unidad ni directores generales en el grupo al que se le está anunciando de manera formal que saldrán del instituto con una patadita en sus pompitas. En estos momentos de dificultades, el piso se está resquebrajando en dimensiones desiguales para los trabajadores.

Continúa Paty, como ella tanto insiste que le gusta ser llamada, dice: Si necesitamos abandonar el barco como capitanes, no duden que lo podemos hacer. A mi más bien me suena a que si encuentran otro hueso, no dudarán en correr tras él. Quien quita y la querida Paty ya está muy cerca de encontrarlo. En una de esas nos la encontraremos en alguna secretaría de educación de algún estado.

Con estas acciones me queda bastante claro que lo que les interesa por encima de todo es velar por sus intereses. Basta echar una mirada a los apoyos económicos que se autorizan, como a la lanita que se embolsan (hasta 7500 pesos mensuales) porque hay que cubrir los gastos de depreciación de sus carritos, la gasolina que se gastan; además de sus sueldos que hasta antes del 4 de julio para el presidente consejero era de 209991.25 pesos y para el resto de la corte celestial era de 200705.36 pesos mensuales y que a partir del 4 de julio, después de las votaciones, subió a 217257.57 y 207489.20 pesos respectivamente. Dinero que apenas les alcanza para sostener la vida de virreyes que se dan.

La agonía no acaba ahí, ahora es el turno de Bernardo, me da una lástima enorme dar cuenta que una de las personas que conforman una junta de gobierno, se pare y se crea el standupero más fregón del Instituto. Buscando hacer reír a las personas, contando chistes bobos y realizando críticas huecas para mover del centro la problemática que se vive al interior del INEE. En el ojo del huracán, está la incapacidad enorme de las cabezas de la institución para levantar un proyecto educativo y sentar bases que justifiquen plenamente su existencia.

Pide Bernardo que, si conocemos a alguien que tenga un puesto político, por favor, contemos que pensamos que hace el instituto. Pide también que no ataquemos a las personas ni a las instituciones. Abiertamente escribo que hay mucha gente que trabaja diariamente en el instituto, personas de estructura y eventuales que llevan a cabo su labor con dedicación y empeño, también tecleo con la misma seguridad que me parece que las ideas y acciones de los “capitanes del barco” son bastante pobres. No conozco en persona a la honorable junta de gobierno; sin embargo, sus acciones me resultan bastante decepcionantes y cuestionables.

Aprovecho para escribir que estaba muy contento trabajando en la Dirección de Levantamiento y Procesamiento de Datos, el apoyo y el trabajo en equipo que encontré en esta dirección es maravilloso. Agradezco enormemente a mis compañeros de trabajo, especialmente a Yetsabel Castillo, María de la Luz Ortiz, Felipe Mendoza y Oswaldo Palma, quienes con su ejemplo de trabajo y su escucha me permitieron crecer enormemente en este espacio de trabajo.


Este texto fue tomado del blog: http://porahisinrumbo.blogspot.com 

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