¡Ay de mí!

Ay de mí que pienso mucho en el futuro, que siento desprotegida mi espalda y como que alguien me sigue; pobre de mí que duermo de cansado sin tener un ...
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Ay de mí que pienso mucho en el futuro, que siento desprotegida mi espalda y como que alguien me sigue; pobre de mí que duermo de cansado sin tener un asomo de esperanza en el mañana. Así puedo sentirme después de tanto señalamiento y acusaciones.

Hoy me duele tanto el alma (aunque quien sabe si exista), pero es una sensación de duda, es un fantasma que me sigue, que espera mi inevitable descuido para roerme la piel en busca de lastimeros alaridos. Siento la persecución, me llaman culpable… sin el presunto. Me acusan de tantas cosas que hasta podría creérmelo. Yo fui el origen, quien recogió los escombros, los muertos, los heridos…quienes  dimos inicio a la época posrevolucionaria instruyendo masas de analfabetas; para hoy ser ahuyentados, cazados.

Arrastro las ganas día a día, sin  confiar en nadie; porque hasta la sombra me saluda con una irónica sonrisa. Nada tengo seguro, solo nada. Por eso pienso en que pocas cosas valen en verdad la pena, como saber que son días oscuros.

Me gobierna un títere que duerme en los claroscuros de un maquiavélico grupo plenipotenciario, ese que a veces tropieza y se levanta a lavarse la cara con ocurrencias de telenovela que poca gente cree hoy en día.

¡Ay pobrecito de mí! que me “rompo el cajón de pan” sin  recibir un “gracias” de nadie; si porque no soy de los que cruzan los pies en el escritorio a “wasapear”…por el contrario, me indigna la pereza consentida, me ofende el desinterés cínico y mediocre.

Sí, soy de esos docentes que caen mal porque intentan cumplir su horario de clases, de esos que no son tan “chidos”, si, de esos que trabajan; esos que no son holgazanes del sistema, esos que tienen más preparación y orgullo mexicano que el mismo Presidente inculto.

Ay de mí, no sé qué pasará…no confío en ellos. Quieren lucirse corriéndome aunque tenga más conocimiento y cultura que ellos. Me duele la ingratitud aunque ya alguien me había prevenido, confié en la ruleta rusa y no era buena opción.

Pero soy capaz, y nada me derrumba…hoy más que jamás se quiénes son, y soy parte de aquellos que “nunca se saben rajar”.

Soy integro…y sabré defenderme.

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